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Chávez y Trump: dos «auténticos» hijos de la política mediática

Los medios de comunicación son un factor clave en la formación de la opinión pública. Algunos políticos se sirven de ellos para mensajes polarizantes que son replicados y amplificados. ¿Constituye esto una amenaza para la política responsable?

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Por: Isaac Nahón Serfaty1

Los populistas, ya se declaren de izquierda o se posicionen a la derecha, explotan en estos tiempos de política altamente mediatizada lo que podríamos llamar la impresión de autenticidad. A muchas personas les resultan atractivos los políticos duros como Hugo Chávez o Donald Trump, porque no tienen filtros, dicen lo que piensan y no se detienen ante las formalidades institucionales de la democracia, pasando sobre ellas cuando les da la gana. Eso es lo que sus seguidores llaman «ser auténticos».

El fallecido Chávez fue, a su manera, un precursor de esta política de la «autenticidad» que marcaría la pauta en contextos tan distintos como el Brasil de Bolsonaro o la Hungría de Viktor Orbán. Chávez fue un personaje que se sirvió de lo grotesco, del humor (muchas veces, bastante malo), de lo cursi, de lo religioso y de la irreverencia para posicionarse como el salvador de los pobres. En el otro polo del espectro político, Donald Trump siguió la misma línea. También se valió de lo grotesco para conectarse con una buena parte del electorado. Aunque menos inclinado al humor que Chávez, Trump ha sido un personaje que se valió de su picardía (o su viveza, como dirían en Venezuela) para comunicar que él estaba por encima de las reglas y las leyes.

Como Chávez, Trump supo presentar sus fracasos en éxitos. En el caso del militar venezolano, fue la fracasada «gesta» de sus intentos de golpe de Estado en febrero y noviembre de 1992 lo que lo catapultó a la escena pública. Y aunque esos intentos de violentar el orden constitucional dejaron un saldo de muertos, heridos e inestabilidad, Chávez los pudo recuperar como si hubieran sido su heroica saga para salvar a Venezuela.

Desde el lado de la retórica capitalista, Trump creó un relato de un empresario muy exitoso, aunque la realidad indica un récord de quiebras, proyectos faraónicos que se hundieron y promesas incumplidas, como la de la Universidad Trump que se promocionó como un centro de élite para convertir a sus estudiantes en estrellas de los negocios.

Medios cómplices

¿Cómo convirtieron Chávez y Trump sus fracasos en míticas historias de éxitos? Los medios de comunicación contribuyeron mucho para que esto fuera así. Chávez, de forma casi intuitiva, se sirvió de la televisión el mismo día de su fracasada asonada militar el 4 de febrero de 1992, cuando dijo en vivo y directo su famoso «por ahora». Después, ya como presidente, armaría lo que Andrés Cañizález, un investigador venezolano, ha llamado la «presidencia mediática», convirtiendo la gestión de gobierno en un show televisivo.

En el caso de Trump, los medios jugaron un papel incluso mucho más importante en la configuración del mito del héroe empresarial. Fue con el programa The Apprentice al estilo de reality tv que Trump ganó notoriedad pública. Y es difícil pensar que hubiera podido hacer carrera política y llegar a la presidencia de Estados Unidos sin esa plataforma. A partir de allí fue que consolidó la imagen de un empresario duro, presto a decidir sin emoción lo que supuestamente era lo mejor para el negocio. Un hombre «auténtico» que no se detenía ante nadie ni nada.

Paradójicamente, dos políticos como Chávez y Trump, que supuestamente se colocaron en los márgenes del sistema, se aprovecharon de los medios del sistema para afianzar en muchos electores la idea de que ellos eran héroes exitosos que venían a hacer una política auténtica ante la falsedad de los políticos que ellos derrotaron. No hay que olvidar que élites mediáticas venezolanas, incluyendo a los Cisneros (canal de TV Venevisión) y la familia Otero, propietaria del diario El Nacional, apoyaron la candidatura de Chávez creyendo que la podrían controlar para sus propios intereses. Trump, por su lado, fue el niño mimado de la cadena de televisión NBC y aparecía con frecuencia en CNN comentando la actualidad política y económica (este canal de noticias se convertiría después en su enemigo declarado durante su presidencia).

Pero la gran contradicción de estos dos populistas con inclinaciones autoritarias es que pudieron generar la impresión de ser auténticos a partir de una gran artificialidad, es decir, por la creación de una imagen mediática que sirvió para ocultar o trastocar sus historias de fracasos. Chávez y Trump se sirvieron del sistema de medios para comunicar la impresión de que ellos eran «verdaderos», en un mundo donde la verdad se ha diluido entre las diferentes capas de teorías conspirativas, usos hipernarcisistas de las redes sociales y la relativización de los hechos ante las llamadas narrativas posmodernas.

Como todo sistema de comunicación, las percepciones que generaron Chávez y Trump son el resultado de una dinámica de doble vía. Si ellos pudieron posicionarse como auténticos es porque la gente que los siguió tenía la necesidad de creer que estos políticos representaban verdades que no encontraban en otros líderes. El público también vive inmerso en una red de artificialidad, de representaciones idealizadas de los famosos, de decepciones ante promesas incumplidas de otros políticos, de prejuicios y de falsas informaciones. Chávez y Trump, con sus discursos sin tapujos, fueron percibidos, por efecto de contraste, como personajes que decían verdades que nadie se atrevía a decir. Incluso, sus expresiones vulgares (los ejemplos de Chávez y de Trump sobran) confirmaban en sus seguidores la impresión de «autenticidad», pues decían lo que pensaban sin tomar en cuenta las formalidades sociales o morales.

El estilo «auténtico» de estos dos personajes sigue marcando la pauta en varios países. Basta ver al «auténtico» Pedro Castillo, presidente del Perú, o la popularidad que ha ganado el populista de derechas Éric Zemmour en Francia. Y no se puede descartar que Trump vuelva al ruedo electoral en 2024, especialmente por contraste con un Joe Biden que es percibido por muchos como débil y falto de decisión. El «auténtico» chabacano Trump podría ganar por contraste ante un presidente demócrata demasiado «artificial» para ciertos electores.

1PhD en Comunicación. Profesor en la Universidad de Ottawa, Canadá

*Este artículo fue publicado originalmente en dialogopolitico.org el 08 de noviembre de 2021.

*La opinión expresada en este artículo es responsabilidad exclusiva del autor y no representa necesariamente la posición oficial de Publico.bo


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