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“Como ser humano he agotado mis límites del esfuerzo; que el sufrimiento no es solo físico y psicológico, que va más allá de todo lo experimentado en mi vida, pues veo ya con cansancio y desesperación las lágrimas impotentes de mis hijos.” Jeanine Añez: mujer, madre, expresidenta de Bolivia.
Si entre los rasgos que definen al sustantivo ‘humanidad’, figuran la sensibilidad y la compasión, convengamos que los mandamases del actual régimen boliviano y sus predecesores del proceso de cambio, carecen de humanidad. Igual que todos los regímenes autocráticos cubiertos de los peores excesos en procesos judiciales, más que delincuenciales, criminales, asevera Laurence Whitehead.
Es decir, dictaduras revestidas de democracia solo porque utilizan el voto ciudadano en elecciones periódicas para legitimarse y legalizar sus desmanes. Buscan el poder total para quedarse usufructuando de él toda la vida, como Evo Morales, expresidente de Bolivia, quien “desde 2006” sigue “la línea que nos dan Fidel y Hugo”. (Página Siete. La Paz. 09.03.2018). Esa línea no fue otra que la estrategia continental de dominación político-ideológica, planificada desde el Caribe y otros afines. (Ver https://www.nexos.com.mx/?p=49024).
Pedir humanidad para Jeanine Añez parece un contrasentido en esta cacería política, en la que matar al enemigo, se convierte en una forma ruin de supervivencia política, enfangada en un sistema de administración de Justicia miserable de hecho y de Derecho. El régimen cuenta con un ejército de arbitrarios ministros, procurador, fiscales, jueces serviles y mandados, responsables de la criminalización de la justicia, del desmantelamiento del Estado de Derecho, del fraude electoral de 2019, de las elucubraciones de un supuesto golpe de Estado, del inverosímil tráfico de armas y demás infundios. Esas son rotundas mentiras, mucho más que posverdades.
Jeanine Añez, de 52 años, madre de Carolina y de José Armando, está imputada y con cárcel preventiva por 6 meses por delitos que no cometió: terrorismo, sedición y conspiración. Antes de que se cumpliesen, le endilgaron otros 6 meses más, a costa de nuevos cargos que redundan en el abuso delincuencial de la detención preventiva, convertida en guillotina selectiva. Jeanine padece un cuadro de hipertensión arterial como enfermedad de base, a lo que se agrega una aguda depresión emocional, pues está incomunicada, las visitas de sus hijos solo por 30 minutos son vigiladas, ha adelgazado 10 kilos en 5 meses y su rostro habla de un sufrimiento severo e impotente.
Como expresidenta le correspondería un juicio de responsabilidades, no la criminalización a la que la someten, privándola de sus derechos constitucionales como su derecho a la vida, defensa en libertad y presunción de inocencia. Morales y los suyos no los respetaron nunca. Lo prueba José María Bakovic, sometido a persecución, hostigamiento y 76 juicios, hasta que lo mataron de infarto, en 2013. No olvido al General de la República, Gary Prado Salmón, quien sobrevive hasta hoy para contarlo, lo mismo que el exgobernador Rubén Costas con 33 juicios a sus espaldas.
La expresidenta asumió su obligación de sucesión constitucional como segunda vicepresidenta del Senado, tras el desmadre creado en Bolivia por Morales, su renuncia, huida, el vacío de poder tras la renuncia en cascada del resto de irresponsables que lo acompañan en su deriva dictatorial, que empezó en 2006.
¿Lo sabrán quienes redactaron el informe del Grupo Interdisciplinario de Expertos Independientes (GIEI-OEA) que identifica el origen de la crisis política y social que vive Bolivia, en el incumplimiento de los resultados del referéndum del 21 de febrero de 2016? Cierto, esa consulta le dijo NO a la pretendida cuarta elección de Morales, porque violaba el Art. 168 de la Constitución Política del Estado que solo permite una reelección continua. Morales iba por la cuarta. En los hechos, la deriva antidemocrática empezó diez años antes, siguiendo “la línea de Fidel y Hugo”.
Ya en 2016 Morales y los suyos habían barrido la institucionalidad democrática que con tanto esfuerzo Bolivia empezó a construir tras la derrota de las dictaduras militares en 1982. Aquel 2016 ya arrastraban cerca de 100 muertes violentas por las que Morales ni ninguno de sus conmilitones han rendido cuentas, merced a una justicia impune. A Morales, los Derechos Humanos le valen madre: Huanuni, La Calancha, Porvenir, hotel Las Américas, Caranavi, Panduro, La Guardia, entre otros. Luto colectivo por las víctimas de Senkata y Sacaba, pero no son las únicas.
Pedir que las fuerzas políticas con representación parlamentaria aprueben un juicio de responsabilidades para juzgar a Jeanine Añez, sin incluir a Morales es una insolencia amoral. Es Morales quien nos condujo a este desmadre y retroceso político, jurídico, económico, social, étnico y cultural. No solo durante los casi 14 años de sus tres mandatos, amén de corrupción a granel, sino que aun hoy, no siendo presidente, es él quien manda, ordena y ejecuta.
¿Quiénes son los fachos aquí? Le preguntamos a Luis Arce, presidente formal, quien nos acribilló en la efeméride patria con un discurso de odio frente a los otros diferentes, para después cantar “ya la pagaran fachos de mierda”. Como apunta Álvaro Riveros Tejada, los fachos son ellos, los del MAS, Movimiento al Sadismo, con su criminalización de la justicia.
Respeto y solidaridad con Jeanine Añez y todos los presos políticos del régimen Morales/Arce
*La opinión expresada en este artículo es responsabilidad exclusiva del autor y no representa necesariamente la posición oficial de Publico.bo