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En la esfera política se escucha bastante sobre muchos líderes que manipulan a sus seguidores para que estos se conviertan en seres obedientes, dispuestos y listos para defenderlos de cualquier posición contraria, el más claro ejemplo es la máquina del Masismo funcionando como mecanismo de defensa de Evo Morales y todo aquel que este designe como persona de confianza. Sin embargo, poco se escucha sobre por qué estas personas terminan siguiendo a figuras como estas, y la respuesta podría estar relacionada con las reflexiones de Sigmund Freud en su obra Malestar en la Cultura.
Freud reflexiona, entre otras cosas, sobre el origen de los sentimientos religiosos, donde el señala nuestra búsqueda de figuras paternas en nuestra infancia como el origen. De la forma en la que él lo ve, la infancia es un estado constante de indefensión, donde estamos a la merced de adultos que nos cuidan y protegen de toda amenaza. Freud asocia este estado de indefensión, además de la necesidad y búsqueda de figuras paternales y su atención con el origen de todos los sentimientos religiosos.
Finalmente, señala “…no puedo pensar en alguna necesidad en la infancia tan intensa como la necesidad de la protección de un padre”. Como resultado, él reflexiona prácticamente que nosotros no podemos imaginarnos a Dios como nada más que una figura paterna exaltada.
Pero hay mucho más que esto en el rol de un padre en nuestra psique, lo cual está relacionado directamente con su idea del desarrollo de la mente, para Freud nos desarrollamos de la siguiente forma: Primero está nuestro “ello”, que tiene los deseos básicos de comer, dormir, y sobrevivir. Luego, al percatarte de la existencia de objetos fuera de tu “ello” empiezas a desarrollar tu “yo” o la parte de tu cerebro que desarrolla su capacidad de razonar, planificar, o de alejarte de algo que pudiera lastimarte. Sin embargo, luego de desarrollar tu “ello” y tu “yo”, empezamos a desarrollar nuestro “superyó” que, entre otras cosas, es la parte de nuestro cerebro que retiene el carácter de nuestro padre, la parte que internaliza la voz de nuestro papá. Cuando somos pequeños nuestros padres parecen seres invencibles y eternamente sabios. Por supuesto, al crecer nos percatamos de los errores de nuestros progenitores y nace un vacío en esta versión internalizada de nuestros padres; por esto, empezamos a buscar esta idea de un padre perfecto en la religión, con un padre divino que contiene todas las cualidades que nuestro superyó internalizó sobre nuestros padres. Desde luego, nuestro superyó no sólo se manifiesta en la religión, puede manifestarse en un grupo determinado o en algún líder individual, ya sea un líder político, de desarrollo personal, o un líder ficticio.
Con estas definiciones, podemos hacernos una idea bastante clara de cómo nuestro superyó es un factor hasta determinante en los momentos donde sentimos que esa idea del padre ideal se desvanece. Es más, muchas veces a lo largo de nuestra historia, los mayores líderes nacieron en los momentos más críticos.
Ahora, si bien nuestro superyó se manifiesta principalmente como una forma de las personas de poner sus responsabilidades y confianza en un ser que estará por encima de ellos (desde un representante de una junta vecinal hasta un gobernante), el superyó también se puede manifestar en la decepción de una persona con un determinado aspecto de la realidad, lo que lo lleva a asumir estos roles de paternidad donde ellos se convierten en esta figura en la que muchas personas terminan asentando su fe ciegamente.
El superyó existe dentro de todas las personas, nuestra idea de un ser perfecto en el cual podemos depositar nuestras esperanzas, puede ser nuestro Dios, una figura política como Luis Fernando Camacho o Evo Morales, incluso en una figura de la antigüedad que influye bastante sobre nosotros. Es importante entender esto, de esta forma, la próxima vez que hablemos sobre personas manipulables y líderes manipuladores, podemos redirigir la conversación para hablar sobre las idealizaciones de las personas, y cómo buscan dar un nombre a estos ideales.