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El 24 de septiembre de 1810 en Santa Cruz de la Sierra se inició la lucha por la emancipación del Imperio español. Solo 15 años más tarde, en 1825, se declaró la independencia de Bolivia, y la nación de la llanura formó parte del nuevo país, sin que se la tuviera en cuenta, hasta muy entrado el siglo XX, a pesar de que ocupaba dos terceras partes de su territorio, por el que aún luchan los pueblos indígenas del Oriente.
En su libro “La historia de América”, Carlos Malamud sostiene, con toda razón, que las revoluciones independentistas de América Latina durante el siglo XIX fueron políticas: de una monarquía se pasó a una República, de una sociedad estamental y súbditos de la Corona a una sociedad de individuos, aunque sin cambios económicos. Rota la servidumbre colonial, después vendrían otras y desde el siglo XXI, la que impuso e impone el ex Evo Morales.
¡Qué en paz descanse la República de Bolivia en su accidentado devenir! Ella dejó de existir, más allá de sus sombras, cuando el cocalero Morales y su partido, el Movimiento al Socialismo, MAS, la sustituyó en 2009 por el Estado Plurinacional, una de las más grandes estafas de la historia contemporánea. Estafa, pues revestida del método democrático, que es el voto, Morales desechó la democracia como convivencia entre diferentes para imponer su hegemonía cultural y su dominación política, siguiendo “desde 2006 la línea que nos dan Fidel y Hugo”. (Página Siete. La Paz. 09.03.2018). Fallecidos ellos, “la línea”, que es continental, la continúan sus sucesores, amén de solícitos afines. La última reunión de la CELAC, en México, es un rotundo ejemplo de esa línea populista, dictatorial, extractivista y depredadora.
Morales me recuerda la “Ética Negativa” del filósofo alemán Theodor Adorno. Ninguna fecha más propicia que este 24 de septiembre, a 211 años de la gesta emancipadora, para gritar lo que NO queremos en Bolivia.
NO queremos guerra civil.
NO queremos violentos ni la sinrazón de la violencia que asesina y hiere.
NO queremos fraudes electorales.
NO queremos mentiras, ni relatos inventados que manipulan los hechos y la memoria histórica, pues en Bolivia no hubo golpe ni fractura del orden constitucional: hubo sucesión constitucional por las renuncias en cadena, empezando por Morales, y porque Jeanine Añez Chávez, siendo segunda Vicepresidenta del Senado, sexta en dicha sucesión, aceptó con valentía asumir el cargo que nunca buscó.
NO queremos una justicia injusta, abusiva, represora y subordinada al poder político, que encarcela a la expresidenta Jeanine Añez, la lapida con detenciones preventivas y otras arbitrariedades, más allá del límite legal y humanitario, al punto de poner en peligro su salud y su vida misma.
NO queremos más presos políticos civiles, ni militares ni policías, solo por haber colaborado en la gestión de Jeanine Añez para pacificar el país incendiado y convulsionado por Morales y los suyos.
NO queremos que la ética siga divorciada de la ley y de la ciencia del Derecho que garantiza la libertad individual y colectiva.
No queremos que hostiguen, apaleen a periodistas e impidan el libre acceso a la libertad de información y comunicación.
NO queremos que los cultivos de la hoja de coca, materia prima de la cocaína, y el narcotráfico sean la “marca país”.
NO queremos que contrabando sea el sello boliviano, a falta de trabajo digno y bien remunerado, que engrosa el sector informal lindando con la ilegalidad y el delito.
NO queremos un Estado y un gobierno hipercentralistas que acaparan hasta el 91% de la riqueza que se genera en Bolivia, sin rendición de cuentas.
NO queremos más corrupción estatal y gubernamental como los 14 años de Morales que despilfarraron la bonanza económica por los altos precios de materias primas.
NO queremos que la educación y la salud sean paupérrimas y estén al margen del desarrollo y el bienestar colectivo.
NO queremos una política económica que maltrata, cuando no destruye, la economía e iniciativa privadas que generan empleos; que desecha el libre mercado y pone sinfín de trabas burocráticas e impositivas.
NO queremos que sigan invadiendo territorios indígenas del Oriente, a título de ‘repartija’ de tierras a los llamados “interculturales”.
NO queremos que la migración sea prebenda para su mercado electoral, a costa de los propios originarios de la región.
NO queremos más avanzadas interculturales para que el poder político acapare territorio, población votante y poder.
NO queremos que sigan quemando la Chiquitania, el Chaco, la Amazonía y que
incendien el futuro de Bolivia.
NO queremos que la pobreza y las distintas realidades étnicas sean explotadas por el poder político.
NO queremos unas autonomías secuestradas por el centralismo obtuso, funcional al deseo de dominación total de Morales y los suyos.
NO queremos que el que ‘no-me-importismo’ se convierta en costumbre y dejemos pasar esta dictadura camino al totalitarismo, sin luchar por el respeto a los otros diferentes, por la democracia y sus valores.
NO queremos más ultrajes machistas hechos coplas o chistes para satisfacer la vanidad e indecencia del autócrata Morales al que le gustan las quinceañeras.
NO queremos más feminicidios ni infanticidios porque mujeres, niñas, niños y adolescentes crecen en la indefensión total por parte de un Estado y un gobierno ineptos que no construye tejido social, sino que lo destruye.
No queremos un Estado Plurinacional, sino un Estado con Democracia Republicana.
Lo que sí queremos, sigue en el próximo artículo.
*La opinión expresada en este artículo es responsabilidad exclusiva del autor y no representa necesariamente la posición oficial de Publico.bo