Escucha la noticia
El Municipio cruceño ha manifestado, esta semana, su intención de pavimentar las calles del centro de la ciudad, reemplazando sus históricas losetas. Si bien es una medida necesaria, se debe valorar otros aspectos en la reforma del centro histórico, de modo que se mejore el comercio, la calidad de vida y se conserve su identidad. He aquí una reflexión y propuesta para los arquitectos y urbanistas del Gobierno Autónomo Municipal de Santa Cruz de la Sierra para reformar las calles de nuestro centro histórico de forma efectiva y eficiente, y asimismo devolverle su calidez y amigabilidad para con las personas.
Empecemos de adentro hacia afuera. Toda gran metrópoli a nivel mundial cuenta con un centro histórico peatonal, que conserva la identidad y la cultura del lugar, promoviendo el turismo y el comercio en infraestructuras bien conservadas y embellecidas. El Gobierno Municipal tendría que evaluar cuántas cuadras alrededor de la Plaza 24 de Septiembre logran el cometido de acaparar cultura, identidad y comercio. Por ejemplo, una o dos cuadras a la redonda podrían ser un buen número como hipótesis de esta evaluación estrictamente necesaria. En esta zona peatonal, a modo de conservar viva la historia de la ciudad, podrían mantenerse las losetas (con su respectivo mantenimiento, por supuesto). Además, para hacer estos espacios más atractivos para el tránsito peatonal y el comercio, sería de gran contribución crear camellones de arborización, ya sea creando espacio a través del retiro de algunas losetas o colocando grandes macetas. Esto mejoraría el aire de la zona, le daría sombra y por ende reduciría la temperatura del ambiente. A ambos lados de estos camellones, los comercios legalmente establecidos podrían extender sus negocios en un espacio determinado de la calle. Los centros históricos alrededor del mundo se caracterizan por sus cafés, restaurantes y bares al aire libre, así como otros negocios turísticos en la zona peatonal. Debemos aprovechar nuestro clima cálido potenciando este modelo de negocio en nuestra ciudad. Asimismo, deben promoverse políticas públicas de mantenimiento de las infraestructuras privadas –en conservación de la identidad arquitectónica del centro histórico cruceño– y de apoyo al comercio en esta zona. En sí, el hecho de embellecer estos espacios ya representa un incentivo para los propietarios de refaccionar sus establecimientos; eso no debe, sin embargo, eliminar la posibilidad de otro tipo de incentivos públicos (p.ej. tributarios) al desarrollo económico, social y cultural del centro de Santa Cruz de la Sierra.
Saliendo de este espacio peatonal, es necesario mejorar el tránsito en las calles que conectan a él. La pavimentación de estas calles puede ciertamente contribuir a este objetivo específico, así como muchas otras ventajas que tiene el pavimento frente a las losetas, tal como reducir el daño vehicular, el impacto físico en ciclistas, etc. No obstante, la reforma de estas calles no puede limitarse a su pavimentación. Para optimizar su funcionamiento, se debe primero establecer un nuevo modelo de transporte que se adapte a las necesidades de la Santa Cruz del siglo XXI. En ese sentido, se debe considerar los siguientes elementos en el diseño de las calles: 1) ciclovías bien segregadas y seguras, así como parqueos para bicicletas; 2) una clara delimitación gráfica del área de parqueos y de las líneas amarillas de prohibición; 3) vías únicas para el transporte público, igualmente bien segregadas para acelerar la circulación de este medio de transporte; 4) introducción de parquímetros en todas las calles con plataformas de pago en efectivo y en línea (mejor si es a través de una aplicación que informe también los lugares disponibles), otorgando empleos de fiscalización a los “cuidantes de autos” informales de la zona, de modo que no pierdan su fuente de ingreso y se formalicen. Se deberán otorgar además permisos especiales de parqueo para moradores; 5) mejoramiento de las aceras bajo parámetros de caminabilidad, inclusión social y arborización; 6) enterrar el cableado por una cuestión estética y para dar espacio al crecimiento de los árboles.
Siguiendo estos parámetros es muy probable que mejore la velocidad y el confort del tránsito y, más esencialmente, el bienestar de los usuarios de estas vías de acceso, que implica moradores, visitantes, turistas, entre otros.
En vista de la crisis climática y económica global, cabe igualmente hacer recomendaciones acordes al contexto actual. El pavimento flexible, es decir, el pavimento de color negro, si bien tiene un aspecto un tanto más estético, presenta consecuencias económicas y ambientales que deben tomarse en consideración. En el ámbito económico, si comparado con el pavimento rígido (hormigón), es más barato en su implementación, pero requiere gastos considerablemente más elevados cuando se trata de su mantenimiento, pues se deteriora con mayor rapidez. Si algo nos ha enseñado la historia, es que debemos pensar esta ciudad a largo plazo para tener obras bien hechas y duraderas. Otro aspecto económico importante a mencionar, es que el pavimento rígido se puede conseguir de industria nacional, mientras que el flexible normalmente debe ser importado. Ya en el plano ambiental, se debe recalcar que el pavimento flexible, por ser más oscuro, tiene una retención de calor superior al pavimento rígido. Sería una incongruencia apuntar a la arborización de la zona para reducir el calor y al mismo tiempo utilizar un tipo de pavimento que lo retenga en mayor medida. Asimismo, al ser importado, su transporte eleva notablemente su impacto ambiental, pues agrega emisiones de dióxido de carbono más allá de su simple producción. En ese sentido, el pavimento rígido es una opción que se adapta más a las necesidades económicas y ambientales del mundo, y principalmente de nuestra ciudad.
En conclusión, la reforma del centro histórico de Santa Cruz de la Sierra debe considerar aspectos que van más allá del cambio de losetas por pavimento. Crear una zona peatonal que resguarde la identidad cultural de la ciudad y promueva a su vez el comercio en espacios bien cuidados y estéticos, debe ser un pilar fundamental de esta reforma. Por otro lado, una correcta distribución del acceso a las calles alrededor de la plaza, con espacios amigables para peatones y ciclistas, y con el uso de la tecnología adaptada al siglo XXI, debe complementar esta reforma general de nuestro centro histórico, no sin antes tomar en consideración aspectos económicos y ambientales para su sostenible y duradera implementación.