Escucha la noticia
(Pendientes quedan Las Américas y demás horizontes)
Semanas atrás, prometí dar un vistazo sobre Trump y el impacto de su triunfo fuera de EEUU. La pasada me ocupé de urgencias nacionales pero hoy cerraré mi opinión sobre lo adeudado.
Lo primero: Trump y Europa (¿o será Trump versus Europa?).
Cuando Trump estaba en su primer mandato, en 2017 una de sus banderas fue el cumplimiento por los países miembros de la OTAN en su compromiso de 2006 para destinar el 2 % de sus PIB a la defensa. (A modo de ejemplo, en 2023 EEUU destinó a la defensa el 3,4 % de su PIB: unos 916 mil millones de dólares estadounidenses, según el Programa de Gasto Militar y Producción de Armas del Instituto Internacional de Investigación para la Paz de Estocolmo, SIPRI; cifra no muy diferente de años cercanos pero lejos del 6 % de 1986, en plena estrategia de la Guerra de las Galaxias de Reagan. Ese mismo 2023, el gasto mundial se calculó en USD 2.443 mil millones —2,4 billones or 2,4 trillons para los que prefieran en inglés).
Ya Trump había reiterado esta preocupación en su nueva campaña electoral y, como presidente de EEUU, la impondrá, apoyado ahora fuertemente en el temor europeo frente a una Rusia muy agresiva en sus intentos de reconformar las fronteras europeas con las del viejo Imperio Ruso (o a las de la también desaparecida URSS). No en vano esa meta insistente ya fue anunciada por Trump cuando declaró: «Yo no protegería [a los miembros de la OTAN]. De hecho, yo animaría [a Rusia] a hacer lo que… quiera hacer. Tienes que pagar. Tienes que pagar tus facturas». Y el mundo hace tiempo conoce las bravatas de Trump…
Actualmente la OTAN está conformada por 32 países miembros: Albania, Alemania, Bélgica, Bulgaria, Canadá, República Checa, Croacia, Dinamarca, Estados Unidos, Eslovaquia, España, Estonia Eslovenia, Finlandia, Francia, Grecia, Hungría, Islandia, Italia, Letonia, Lituania, Luxemburgo, Macedonia del Norte, Montenegro, Noruega, Países Bajos, Polonia, Portugal, Reino Unido, Rumanía, Suecia y Turquía pero en 2017, la Organización tenía 28 miembros (Finlandia, Macedonia del Norte, Montenegro y Suecia se incorporaron después). En ese año 2017, cumplían el objetivo común solamente Estados Unidos (3,50 %), Grecia (2,27 %), Estonia (2,14 %), Reino Unido (2,10 %) y Letonia (2 %) —Alemania, la segunda mayor economía de la OTAN, sólo aportaba entonces el 1,4 %— pero este 2024 sólo lo incumplen Bélgica, Canadá, Croacia, Eslovenia, España, Italia, Luxemburgo y Portugal; incluso Polonia —que destina el 4,12 % de su PIB para defensa, a partir de la invasión rusa a Ucrania— ha planteado en la última reunión general elevar el baremo de financiación por países al 3 % (los otros punteros son Estonia el 3,43%, por las mismas razones que Polonia, y Estados Unidos el 3,38%). Ya sabemos “que cuando las papas queman”… no hay paños tibios. (Y aunque la Rossíya-Mátushka —la Madrecita Rusia del Imperio— sólo destinó USD 111 mil millones —el 6,7 % del PIB de 2024, sin “partidas secretas”—, aunque significativamente incrementado de USD 65,9 MM en 2021, antes de invadir Ucrania)
Coincido con el geoestratega Pedro Baños cuando en uno de sus programas (https://www.instagram.com/reel/C7v5x5JtwD7/?igsh=OXdmN3dwZm5tZ2tl) se discutió que Europa había cometido tres errores crasos: «poner nuestra seguridad [la europea] en manos de EEUU, nuestra energía en manos de Rusia y nuestro comercio en manos de China». Más allá otras afirmaciones («culpa de nuestro hedonismo»), hay verdades irrefutables: Tras la Segunda Guerra Mundial y con el impulso del Plan Marshall, la Europa vencedora se dedicó a sus colonias (que perdió muy pronto porque el mundo no seguía en el siglo 19) y, con la Europa vencida —no la del Este—, a progresar socialmente y fomentar sus Estados de Bienestar; después, en pasos sucesivos, creó la Unión Europea —muchas veces más como propaganda de éxito que como integración— con una burocratización que pudo ser “ejemplar” para los del Este antes de 1989. ¿Y la defensa? Cada cuál con su modelo —recordemos a los Reyes-Presidentes desde De Gualle a Mitterand por sólo mencionar los más imbuidos— y dejando “la verdad de la milanesa” en el paraguas de su pater familias: EEUU. Y eso funcionó hasta Trump y su Great America a ultranza.
Lo que mencionaban sobre «nuestra energía en manos de Rusia» es fundamental verlo desde dos ángulos: disponibilidad y costo. En disponibilidad, en marzo de 2022 Europa importó de Rusia entre el 35 % y el 28 % del gas que consumía —si entendemos que Noruega, miembro de la UE, es un gran exportador de gas natural a sus socios y, per se, junto con EEUU, Argelia y Qatar (en menor medida Azerbaiyán, vía gasoductos actuales) se ha convertido en el cuarteto de principales exportadores a la Unión; en costo, había cinco gasoductos que proveían directo desde Rusia a Europa: el Yamal, que pasaba por Polonia, y el Nordstream 1, a través del mar Báltico (el Nordstream 2, con más capacidad, se canceló su construcción al inicio de la guerra) pero aún funcionan el Bluestream y el Turkstream, a través del mar Negro y Turquía y el Brotherhood-Soyuz, pasando por Ucrania pero éste está al cesar (el cierre de éste último y la posible cancelación en 2030 de toda importación europea —sin renovación de los últimos contratos— significarán el final de Gazprom); la diferencia estaba precisamente en que era transportado directamente por gasoductos y los demás llegan por vía de GNL (lo que representó una multimillonaria inversión de estaciones de licuefacción y barcos gasíferos, sobre todo para Alemania, además de transporte). La gran oportunidad para la Europa urgida de gas es que los inviernos —sobre todo en los países de centro y Oeste— desde 2022 han sido poco cruentos, lo que ha reducido —moderadamente— la factura de gas. Hoy los países de la Unión sólo siguen importando el 15 % de sus necesidades gasíferas de Rusia.
Recapitulando: el gas ruso era cercano, directo y barato. Gracias al gas ruso cercano, directo y barato, muchas industrias de la Europa de la Unión crecieron y la Región creció económicamente y se convirtió en un exportador de productos de alta calidad: En otras palabras: aseguró su progreso —y su Estado (Economía) de Bienestar, que tanto criticaban a EEUU por su falencia— que olvidaron que Rusia, sobre todo desde el siglo 15, había sido su enemigo histórico y que las fronteras naturales de Rusia al Oeste pasaban por Polonia, Bielorrusia, Ucrania, Moldavia y Rumania, entre otros (la del Este siempre fueron los Urales pero al Occidente no había cordilleras, sólo grandes ríos por esos países). Y en conclusión: con la mentalidad inmediatista y burocrática pequeñoburguesa que criticaba Marx y que Gide, Simenon y Cerami describieron magistralmente. (Cualquier inferencia con la Merkel es pura intencionalidad).
Por último, el comercio (importaciones y exportaciones totales) entre China y la Unión en 2022 fue USD 1.019 mil millones PPA, lo que lo convirtió en el segundo mayor socio comercial de la UE detrás de EE.UU., lo que representa alrededor del 15,3 % del comercio total de la UE ese año, con un crecimiento interanual superior al 20 %; si calculamos que las importaciones europeas fueron de USD 744 mil millones PPA, podremos entender que la balanza comercial de Europa con China en 2022 sea deficitaria (negativa) en USD -470 mil millones PPA porque sólo se exportaron USD 275 mil millones PPA a China ese año (dato curioso: las exportaciones chinas a Rusia crecieron en un 46,9 %, ejemplo del aislamiento ruso). Huelga más explicación.
Ps: La semana próxima, Dios mediante, continuaré mientras dé temas con “Sugerencias no trastornadas para precandidaturas en Las Bolivias”, intercalando cada semana con Trump 2.0 hasta completar Las Américas y demás horizontes.
*La opinión expresada en este artículo es responsabilidad exclusiva del autor y no representa necesariamente la posición oficial de Publico.bo