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Una vez mas, otra vez más y seguirá así. El gobierno arremete contra el ejercicio del periodismo. Son varios hechos, pero por lo menos dos deberían preocupar y motivar reacciones en cadena de los que trabajan en los medios de comunicación: 1) El gobierno ha delimitado la cancha, es decir, hay prensa que miente y otra prensa que dice la verdad. Y la que dice la verdad es la que está con el poder. 2) El proyecto de Ley contra las Ganancias Ilícitas, que en su artículo 11 vulnera y perfora la Ley de Imprenta, sagrada para el buen periodismo. Todo gobierno siempre pretendió anular el derecho de las fuentes al anonimato. Ahora la cosa va en serio. De aprobarse esa ley, el periodista trabajará con la guillotina de la justicia en sus espaldas.
Pues bien, así están las cosas, pero en las organizaciones empresariales y sindicales de la prensa, las aguas están tranquilas y muy divididas, también están polarizados en las dos narrativas que se han venido imponiendo: golpe de Estado vs. Fraude electoral. Unos medios y periodistas defienden y proclaman cada discurso a su manera. Pero sin duda, que le hace un terrible daño al derecho a la información y obviamente, a la verdad de los hechos, así como dicen los abogados.
El procurador general del Estado que tiene enormes tareas, como hacer frente a los litigios internacionales, acaba de publicar un meme fuerte, en el que identifica a los medios de prensa que mienten, que manipulan y aconseja no informarse a través de ellos.
Los medios que mienten, según el Procurador son: Página Siete, El Deber, Los Tiempos, ANF, Unitel, Red UNO, TVU. Y los medios que dicen la verdad son los otros, los que no fueron mencionados por esta alta autoridad del Estado Plurinacional, que garantiza en los artículos 106 y 107 de la CPE, las libertades de expresión, de prensa, el secreto de imprenta, el derecho a informar y ser informado.
Seguramente los medios aludidos dirán algo o se quedarán callados ante esta arremetida maquiavélica, que no es nueva, sino que obedece a una estrategia permanente del gobierno de minar la credibilidad y el alcance de los medios de comunicación. Lo están logrando de a poco, por ello, hay periodistas y medios que acompañan al poder y apoyan. Con seguridad que en la universidad se dejan claras las enseñanzas, luego en el ejercicio del periodismo, en el trabajo de grandes periodistas y lo que es la esencia de la prensa, es se deben guardar distancias entre las autoridades y los periodistas.
La relación entre el poder y la prensa siempre es tensa, dialéctica, de respeto, pero no de sumisión ni de servilismo. La prensa también está polarizada, dividida y golpeada por el poder.
Esta relación entre el periodismo y el poder es una dinámica conflictiva. La prensa debe fiscalizar al poder público y servir como contrapeso del poder. No puede ni debe estar al servicio de ningún proyecto político. Si hay periodistas y medios que se han arrodillado ante el poder, es que gozan de buenos contratos publicitarios, o tienen afinidades económicas e ideológicas con el gobierno de turno.
Es claro, que los medios no deben ser instrumentos de la confrontación ni de la manipulación, ni subordinarse a los dictados empresariales o de poderes ocultos que puedan existir en los medios de comunicación. Ser instrumentos de la ética, de la responsabilidad, del compromiso por la verdad y por el pueblo. La mentira no es noticia, dejó sentenciado Camilo José Cela, premio Nobel de literatura.
En estos tiempos en que el poder quiere a todos de su lado, el medio de comunicación debe ser claro en sus editoriales, expresar sus preferencias ideológicas, pero esto no puede influenciar ni determinar la línea informativa de ese mismo medio: televisión, radio, periódico, revistas. Se debe diferenciar esa línea delgada del editorial con la información. No son actores políticos de ningún proceso electoral. Se pierde credibilidad cada vez que un medio hace campaña por un determinado candidato, es importante reconocer los límites de su propio poder.
La prensa debe definir las agendas en función de las necesidades de la gente, no la agenda en función de las campañas, ni de los dictados de los candidatos y de los partidos políticos en carrera. No alejarse de las expectativas de la población, informar de lo que diariamente puede ayudar a cambiar algo todos los días. El medio deberá buscar y construir su propia información, y debe hacer pedagogía política
No ceder ante la intimidación, ni caer en la autocensura.
Los medios de comunicación deben consolidarse como actores democráticos. Empezando por el fuero interno, estableciendo normas de respeto, de ética, y practicando un periodismo ciudadano, que promueva el pluralismo y el debate público, sin convertirse en una plataforma partidaria o voceros políticos.
Los medios de comunicación deben ser verdaderos espacios públicos de debate, de diálogo y de construcción de consensos, en lugar de una fábrica de manipulaciones, de violencia, de confrontación y de alimento para la polarización. El rol de la prensa en democracia es asumir el reto de hacer un mejor periodismo para una mejor sociedad.
Es tomar partido por los derechos humanos.
*La opinión expresada en este artículo es responsabilidad exclusiva del autor y no representa necesariamente la posición oficial de Publico.bo