Gobierno emite reglamento de la Ley de Emergencia: prohíbe paros en salud y limita a 25% ganancia en costo de medicamentos
El editorial de Página Siete y un artículo de opinión de una periodista cruceña muestran la gravedad del tema. El Deber se suma a la discusión con la autorización gubernamental de incendios forestales para asentamientos humanos.
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Página Siete
“La pelea por la tierra está tomando un rumbo preocupante en Santa Cruz, donde todos los actores dicen sentirse avasallados, ante la parcialización del Gobierno con algunos de ellos”, señala la frase inicial del editorial de Página Siete de este jueves. La problemática ya es una bomba de tiempo y luego de repasar los hechos de las últimas semanas, Página Siete ingresa al fondo del tema sobre la base de investigaciones de la Fundación Tierra que dan cuenta que la tensión y violencia en la zona chiquitana de Santa Cruz se explican por la poca tierra para la redistribución.
“De seis millones de hectáreas de tierras fiscales existentes en aquel departamento, fuera de las áreas protegidas, cuatro millones carecen de interés económico, por lo tanto, solo quedarían dos millones para su distribución”, afirma Página Siete y precisa que para esa poca cantidad de tierra existen tres sectores que pugnan por la tenencia. “Uno de ellos es el sector agroindustrial de Santa Cruz, otro es el de los interculturales afines al MAS y los indígenas que, como la carne del sándwich, se encuentran al medio de esos dos poderes, sin tener quién los defienda”.
El diario paceño recuerda el manejo político del gobierno de Evo Morales con la dotación de tierras en Santa Cruz primero con los indígenas, luego con los agroempresarios y finalmente con los interculturales. Explica que con la llegada de Luis Fernando Camacho a la Gobernación de Santa Cruz, la correlación de fuerzas habría cambiado. “Si bien antes era el MAS el que distribuía los predios de acuerdo a sus intereses, ahora la Gobernación ha empezado a tomar acciones en contra de los llamados interculturales del MAS y en favor de los bloques cruceños”. Esos serían los componentes de un conflicto en plena ebullición.
Maggy Talavera – El Deber
La periodista Maggy Talavera, columnista de El Deber y otros medios en el país, expresó hace poco que “está por estallar un conflicto muy grave en el departamento cruceño, por el tema tierras” y dejó claro que los avasallamientos, las tomas ilegales y el tráfico de tierras son problemas de larga data agravados de manera exponencial en los últimos años, “pero nada de esto hubiera ocurrido si en su momento, al detectar las primeras amenazas, Santa Cruz las hubiera desactivado con inteligencia”. “Por supuesto que aun estamos a tiempo de corregir cambios y enderezar entuertos”, afirma Talavera. ¿Cómo hacerlo?
Plantea como primer paso aceptar los datos duros de la realidad: “… los desplazamientos cada vez más numerosos de grupos interculturales desde occidente hacia oriente, que llegan revestidos de protección y con mando político dado por el partido de gobierno, los que representan hoy una amenaza real, sino también las concesiones de grandes extensiones de tierra para la explotación agrícola, ganadera, forestal y minera, a favor de empresarios nacionales y extranjeros”. “Si no hay voluntad o el coraje de desenredar esa maraña, difícilmente se podrá desactivar a tiempo esta bomba que está a punto de explotar en Santa Cruz, aunque es bueno que Bolivia sepa desde hoy que su estallido no afectará apenas al departamento cruceño”, prosigue la periodista.
Después de enfatizar que el gobierno nacional no hará nada porque es parte central del conflicto, Talavera dice que existe una sola salida, a partir de la región: “sinergia entre fuerzas públicas y privadas con capacidad de leer y comprender la realidad del momento, pero a la vez tomando decisiones y actuando de cara al futuro”, es decir “un compromiso y un acuerdo que obligará a todos los actores involucrados directamente en los conflictos que está generando la distribución, posesión y explotación de la tierra, a anteponer el bien mayor al interés de grupo, sectorial o personal”.
El Deber
Pero el conflicto por la tierra en el país también tiene un componente no menor y recurrente cada año. El editorial de El Deber de este jueves reflexiona sobre los incendios forestales que deliberadamente son provocados para asentamientos humanos y otros fines, muchos de carácter ilegal y descontrolado, sobre todo en el departamento de Santa Cruz y ahora con la “venia” de la Autoridad de Bosques y Tierras. “El CEJIS (Centro de Estudios Jurídicos e Investigación Social) afirma que desde inicios de este año hasta el mes de junio reciente se registraron 15.815 focos de calor en todo el país, lo que significa un incremento del 50 por ciento respecto a focos contabilizados un año atrás. En la primera mitad del 2020 se registraron 7.199 focos de calor”.
“Como todos los años, el departamento más afectado por los incendios en lo que va del año, dice el informe de CEJIS, es Santa Cruz porque acá se identificaron 311 focos de calor en el primer semestre, principalmente en el AMNI (Área Natural de Manejo Integrado) Santa Cruz la Vieja, Refugio de Vida Silvestre Laguna Concepción y AMNI San Matías, que es donde aun persisten los incendios de gran magnitud en estos días”, afirma El Deber después de señalar que 9.100 hectáreas ya ardieron en San Matías y otras 520 hectáreas se consumen en la región de Carmen Rivero Tórrez. Lo grave del caso es que los incendios son producto del aval de la Autoridad de Bosque y Tierras para el desmonte de áreas estratégicas.
“Una buena parte de la responsabilidad de los incendios forestales la tiene la ABT con su director Omar Quiroga Antelo, que con la resolución administrativa 104/2021 amplió la vigencia del plazo para las quemas hasta el 31 de julio de este año. Después vendrán nuevas quemas, pero por ahora, los incendios de esta temporada tienen el aval de la ABT”, afirma el influyente diario cruceño y remata su editorial con la siguiente ironía. “Eufemísticamente esas autorizaciones de la ABT hablan de ‘quemas controladas’, que en buen castellano significan ni más ni menos que incendios descontrolados.