La Paz del Bicentenario
La crítica realidad de hoy y el desafío para el 2025. El gobierno nacional presenta el proyecto Marcha al Norte. ¿Qué harán la Gobernación y las Alcaldías?
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Las alegorías institucionales, sociales y mediáticas de estos días han intentado disimular la crítica situación de La Paz en los 212 años del grito liberador del 16 de julio de 1809 en cuanto a la salud por la pandemia del coronavirus, la economía que no ve señales de verdadera reactivación, el desarrollo en prolongado estado de estancamiento y el orgullo afectado por la última crisis política condensada otra vez en La Paz.
El baile y la música en la televisión y los discursos con anuncios de grandes obras para el departamento despejaron por un momento la preocupación sobre cómo los paceños pueden superar las crisis que enfrentan en simultáneo y a diario en las dos grandes ciudades, pero también en los otros 85 municipios.
Por segundo año consecutivo, La Paz celebra la gesta liberadora encabezada por Pedro Domingo Murillo con la presencia del Covid-19 que golpeó duro en las tres olas y una cuarta por llegar que se espera menos agresiva si el proceso de vacunación se intensifica y extiende su cobertura de manera efectiva a las 20 provincias del departamento.
En el terreno económico, de lo micro a lo macro, los esfuerzos han estado puestos en recobrar en el menor tiempo posible, aunque con evidentes dificultades, la dinámica plena en los sectores productivos, comerciales y de servicios para generar recursos que a su vez se transformen en inversión pública para atender las necesidades de los paceños.
El presidente Luis Arce anunció este jueves el proyecto Marcha al Norte, un añejo anhelo paceño, sobre la base de carreteras y puentes que se construirán hasta el 2025, año del Bicentenario de la fundación de la República, para conectar la región altiplánica del departamento con Ixiamas, en el extremo norte, e incluso con Pando, lugares del país apetecidos por los interculturales, base social del masismo.
De ser serio el proyecto descrito por Arce, las ciudades de La Paz y El Alto tendrán que diseñar estrategias efectivas para aprovechar como mercados naturales lo que podría ser el nuevo polo de desarrollo departamental y que puede convertirse a mediano plazo en el factor que ayude a la región a tener una mayor gravitación sobre el océano Pacífico.
El nivel departamental también tendrá que hacer lo suyo, no solamente garantizando los fondos de contraparte, sino planificando y ejecutando el desarrollo de las macrorregiones por donde pasará la Marcha al Norte, a fin de mejorar la calidad de vida en esos sectores rurales empobrecidos y revertir la expulsión de gente, sobre todo jóvenes, a otros distritos del país.
En la sede de gobierno, las nuevas autoridades municipales tendrán que dejar de mirar el retrovisor y poner la mirada en el horizonte del Bicentenario, habiendo caído en cuenta en estos dos meses de gestión que planificar, mantener, proteger, embellecer, alimentar, limpiar, ordenar y proyectar la ciudad, entre otras tareas, no había sido tan fácil como pregonaban.