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¿Qué ocurrió en 2019?: “curas” y “milicos” hacen tambalear el relato de los poderosos

A mediados de junio el informe-memoria de la Conferencia Episcopal le quitó el monopolio discursivo al oficialismo. El fin de semana las revelaciones de un ex miembro del Alto Mando Militar terminó de inclinar la balanza en contra de la retórica de un supuesto “golpe de Estado”. Los políticos con poder están nerviosos.

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En el último mes las cosas cambiaron drásticamente para los ex gobernantes y los actuales administradores del Estado. Su relato de un supuesto “golpe de Estado” organizado y ejecutado en 2019 hace aguas. Los causantes de que la balanza se incline a favor de los sectores que rechazan la retórica oficialista no son líderes ni organizaciones políticas de oposición que mantienen una lógica reactiva frente al MAS. Quienes arrinconaron la teoría del “golpe” han sido obispos de la Iglesia Católica y generales del Alto Mando Militar de hace un año y medio.

El 15 de junio, la Conferencia Episcopal Boliviana presentó un informe-memoria sobre el proceso de pacificación del país tras las elecciones fraudulentas de octubre de 2019, haciendo énfasis en los esfuerzos que se realizaron en el período entre la renuncia de Evo Morales y la aprobación de leyes que consolidaron la sucesión constitucional. El principal efecto del documento de 25 páginas fue la constatación de que el relato oficialista dejó de jugar solo y al frente tenía la palabra de la institución más creíble del país.

El informe-memoria de la jerarquía de la Iglesia Católica trajo consigo algunas revelaciones, pero principalmente la confirmación de que Morales y su entorno habían planificado que se produjera un vacío de poder con la renuncia del Presidente, Vicepresidente y los presidentes de las cámaras legislativas, es decir de toda la línea de sucesión constitucional, en medio de un clima de enfrentamiento entre bolivianos que amenazaba con desembocar en una guerra civil.

Ministros del actual gobierno, ex autoridades electas del MAS y nuevos parlamentarios se volcaron a los medios para rebatir e incluso descalificar el informe-memoria de la Conferencia Episcopal que, en lugar de quedar neutralizado por el ejército de vocerías oficialistas, fue consolidándose como un efectivo “contrarrelato” y terminó de ser apuntalado por ex senadores del MAS como la actual alcaldesa de El Alto, Eva Copa, quien confirmó la intención de su ex partido de promover una renuncia colectiva de legisladores masistas para que el país quede a la deriva.

Pero el golpe más duro a la teoría del “golpe” se produjo el último fin de semana con la declaración judicial y una entrevista periodística que protagonizó el general Jorge Gonzalo Terceros Lara, ex comandante de la Fuerza Aérea en los días críticos de 2019. Reveló elementos clave del antes-durante-después de la renuncia del Morales. Dijo que el ex Presidente y su entorno planificaron la llegada de 2.000 seguidores del MAS para enfrentar a quienes bloqueaban las calles de la sede gobierno, que ayudó a que Morales vaya al Chapare en un vuelo para anunciar su renuncia y que autorizó que el Presidente y sus acompañantes salgan del país en un avión mexicano.

La dimensión del impacto causado por las revelaciones del general Terceros, cuarto miembro del Alto Mando Militar de 2019 en quedar detenido en una cárcel pública, puede ser medido por quienes ocuparon los medios para salvar la retórica oficialista. El ex ministro de Defensa, Javier Zavaleta, buscó cuanto medio de comunicación pudo para intentar desvirtuar lo dicho por Terceros y sembrar la idea de que los militares también habían sido parte del supuesto “golpe de Estado” mediante un aparente acto de “insubordinación”. El ex vicepresidente Álvaro García Linera también reapareció en Red Uno con el mismo propósito: evitar que el daño sea irreversible.

Para ponerlo en términos populares, en casi un mes “curas” y “milicos” han herido de muerte la teoría que por más de un año el masismo viene sosteniendo dentro y fuera del país. Los obispos y los generales que en varios momentos de la historia de Bolivia estuvieron en trincheras opuestas, parece que ahora comparten un propósito común: que la verdad sea conocida. El Ministerio Público está ante el desafío de ser un eco del relato de los políticos poderosos o dar paso a la búsqueda de la verdad tomando en cuenta el informe de los “curas” y las revelaciones de los “milicos”.


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