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El acceso de Bolivia a fuentes de financiamiento externo

Juan Antonio Morales

Economista, profesor emérito de la Universidad Católica Boliviana

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Tanto el sector público como, en menor medida, el sector privado, necesitan un acceso, en las mejores condiciones posibles al financiamiento externo. La forma más idónea es la Inversión Directa Extranjera, porque junto con capitales trae tecnología y “know how,” pero el l ambiente político del país no ha sido muy proclive a ella en los últimos años. Si se quiere revertir ese ambiente para atraerla, se necesitarán posiblemente reformas legales profundas y mejorar sustancialmente el clima de negocios. Las otras fuentes son las de las instituciones financieras internacionales oficiales y los créditos de países amigos con sus instituciones habilitadas para el efecto. Los créditos de estas fuentes son empero limitados y sujetos, muchas veces, a una costosa condicionalidad. La fuente más importante, por los volúmenes que se manejan en él es el mercado internacional de capitales, mercado privado por excelencia y que opera con sus propios criterios. Normalmente, los agentes de estos mercados no conceden créditos concesionales (en términos de plazos, periodos de gracia y tasas de interés bajas). Por razones de exposición, incluiremos en esta categoría también a los bancos privados internacionales y sus operaciones crediticias transfronterizas.

Hasta ahora no queda claro por qué nuestro gobierno, en la cúspide de la bonanza exportadora y con amplias reservas internacionales, acudió al mercado de capitales los años 2012 y 2013, emitiendo bonos soberanos. La emisión del 2017, cuando el superciclo de altos precios de exportación había terminado, tenía más sentido.

La operación de recompra y canje de los bonos soberanos el pasado mes de febrero ha dejado un sabor a poco. En el contexto actual, fiscal y de reservas internacionales, no quedaba otro que hacer una “operación de deuda”, es decir reestructurar la deuda. El resultado anunciado por nuestro gobierno es de 850 millones de USD, que es una suma muy debajo de la esperada. Pero aún los 850 millones no son del todo evidentes. Hay 688 millones de canje, lo que está muy claro. Pero también se incluyen 108 millones de recompra de bonos que vencen este año y 53 millones de un faltante para llegar a los 850 millones anunciados. Claramente falta más información, faltando el dato de que ha habido más colocación de nuevos bonos, que los que están incluidos en el canje.

También es cuestionable la oportunidad de las operaciones. Ellas debían haberse efectuado a fines del 2020 o en el primer semestre del 2021 cuando los mercados internacionales de capital estaban muy líquidos. Ahora las tasas de interés internacionales están de subida y acceder a los mercados de capital, si quisiéramos hacerlo por lo poco que hemos conseguido con el canje y la recompra, nos será más costoso.

El canje de bonos es un alivio para las presiones que se tendrían, sin él, sobre las reservas internacionales este año y el año próximo, pero no da motivo para alegrarse demasiado. A pesar de este alivio, el modesto nivel de RIN merece el máximo de atención.

Si el acceso a los mercados privados de capital está siendo problemático vale la pena reconsiderar lo que se puede conseguir de las instituciones financieras internacionales, en especial por medio del FMI. Antes de la invasión rusa a Ucrania se ha estado discutiendo en el seno de los G20, desde octubre 2021, que los países de economía avanzada, que no necesitan sus Derechos Especiales de Giro (DEGs) de la última asignación, los compartan con los países de ingresos bajos y medios vulnerables. El monto de la reasignación no es pequeño y podría llegar a 100 mil millones de USD. Esta reasignación tiene todavía que ser aceptada por el FMI y por los países donantes, pero se está en buen camino.

Nuestro país se ha colocado en una difícil posición negociadora, tanto por haber devuelto el año pasado el Instrumento de Financiamiento Rápido (IFR), que el FMI le había otorgado en 2020, como por sus voto de abstención en las Naciones Unidas, que condenaba la invasión rusa a Ucrania. En retrospectiva, la precipitada devolución del IFR y el voto de abstención  en las Naciones Unidas pueden tener repercusiones que perjudiquen nuestro acceso a créditos externos.

*La opinión expresada en este artículo es responsabilidad exclusiva del autor y no representa necesariamente la posición oficial de Publico.bo


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Juan Antonio Morales

Economista, profesor emérito de la Universidad Católica Boliviana

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