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La monstruosidad de la venta de humanos

Alberto Benegas Lynch (h) sostiene que cualquier tipo de comercio de bebés está en conflicto abierto con los principios elementales del liberalismo.

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Por Alberto Benegas Lynch (h)1

Recientemente se han suscitado varios malos entendidos a raíz de haber surgido en medios locales interrogantes sobre la posibilidad de venta de bebés, lo cual contradice abiertamente los principios elementales del espíritu liberal y de toda base humanitaria. Los progenitores se refieren como una alegoría, una figura o a modo de ilustración a “sus” hijos porque fueron determinantes para sus existencias pero no les pertenecen en propiedad. Se trata de una administración circunstancial para el cuidado de la prole pero cada persona es dueña de sí misma. Más aún, si los padres torturaran a sus hijos, no los alimentan o si la madre utilizara drogas alucinógenas para usos no medicinales durante el embarazo con graves riesgos de malformaciones de la criatura en el seno materno, en una sociedad libre cualquiera puede actuar como subrogante ante la Justicia para defender los derechos de los hijos.

Incluso el titular de la propiedad de sí mismo no puede venderse puesto que incurriría en la inaceptable contradicción en los términos de recurrir a la libertad para no tener más libertad lo cual destrozaría los cimientos de la sociedad libre y sentaría las bases de la esclavitud que en este contexto resulta irrelevante si es voluntaria o compulsiva. Un contrato de esclavitud extingue la libertad y es nulo igual que un contrato para cometer un homicidio. Desde luego que hay otra forma de esclavitud que en un sentido metafórico se aplica a quienes se someten al aparato estatal que vulnera sus derechos pero este, siendo importante, es otro plano del debate, aquí nos referimos al sentido literal de la expresión.

En el mundo académico se ha suscitado un debate en torno al asunto que consideramos ahora telegráficamente en esta nota periodística donde aparecen algunos pro venta de bebés. El caso más descollante es el de Richard A. Posner pues es quien ha liderado con gran maestría la tradición de Law and Economics vía su célebre libro titulado The Economic Analysis of Law publicado en 1973 en el que efectúa un estudio pormenorizado y de gran valor sobre el estrecho vínculo y las aplicaciones entre el derecho y la economía hasta entonces en gran medida tratados como si fueran nichos inconexos. También son muy fértiles sus reflexiones sobre las políticas anti-trust. Un autor que fue juez y distinguido profesor en las universidades de Stanford y Chicago a su vez influido por Aaron Director en la buena senda y no en este tema que a nuestro juicio aparece poco claro y desviado del tronco central.

Sin embargo en su muy difundido ensayo entre pares “The Economics of Babies Shortage” en coautoría con Elisabeth M. Landes publicado en The Journal of Legal Studies de la Universidad de Chicago de la cual Posner fue su fundador y editor (Vol. 7, No.2, 1978) propone a veces de modo oscuro y tortuoso la posibilidad de la venta de bebes para ajustar deseos recíprocos y para evitar los efectos malsanos del mercado negro, eje central que hemos criticado más arriba puesto que los autores de este ensayo enfatizan su creencia respecto a “the property of human being” (p.344) lo cual, como queda dicho, va a contramano de lo que dejamos consignado y estimamos también apartado del espíritu del grueso de sus trabajos.

En todo caso los autores del referido ensayo se detienen en otro aspecto que resulta crucial con el que concordamos a diferencia de lo anterior que a nuestro juicio se presenta de modo confuso e inconveniente. Es ahora la crítica a regulaciones de las agencias de adopción a las que frecuentemente el gobierno selecciona algunas a las que se les otorgan patentes monopólicas y las obligan a ser entidades sin fines de lucro lo cual destruye el mercado de adopción generando largas esperas, trámites interminables y frustraciones de las partes involucradas. A su vez estas instituciones en competencia intentan destacarse por localizar los mejores padres adoptivos, los mejores ámbitos, hacer el mejor seguimiento del caso con buena alimentación, atención médica, instrucción y recreación mientras están en la institución (lo cual desde luego no excluye entidades sin fines de lucro en base a la caridad). En los lugares en los que se ha adoptado esta política de apertura las respectivas entidades se financian con los recursos de quienes adoptan y -agregamos nosotros- desde luego no se debe pagar a los padres biológicos por la recepción de sus hijos lo cual desnaturalizaría todo el proceso. Esto entonces así planteado es de una naturaleza completamente distinta a la venta de bebés y con razón los autores detallan todos los desajustes del caso por no haber realizado el seguimiento adecuado en el contexto de las consideraciones sobre las habituales cancelaciones de custodias por malos tratos, incompetencia, indigencia, irresponsabilidad en la procreación y equivalentes que hacen que niños terminen en orfanatos muchas veces a cargo de los contribuyentes con los contra incentivos de las entidades estatales de este tipo. El servicio por la colocación de niños en hogares bien formados y el cuidado antes de la entrega provisoria hasta probar competencia, es equivalente al servicio de educación lo cual se da de bruces con la venta de bebés.

Otro plano de análisis estriba en subrogar gestaciones vía la implantación de óvulos fecundados en mujeres que a veces se ha dicho –cuando hay retribuciones monetarias– que se trata de una venta encubierta de bebés lo cual no es así puesto que lo que se compra y vende es la subrogancia y no un ser humano.

Otro punto colateral pero de gran relevancia es la posición a favor del aborto de Posner en otros escritos y su referencia marginal a los tests de coeficiente intelectual. Respecto al primer punto en una próxima columna volveremos sobre el asunto en relación al fallo de la Corte Suprema de EE.UU. en el contexto de la hipocresía de Trump, pero por ahora nos limitamos a subrayar –tal como lo muestra la ciencia– que la vida humana comienza en el momento de la fecundación del óvulo, un ser humano en acto con toda la carga genética completa y en potencia de muchos otros aspectos tal como ocurre con todos los humanos independientemente del estadio en que se encuentren. No hay un cambio mágico de la naturaleza vegetal o mineral a la humana en otra etapa de crecimiento. Por ello resulta un contrasentido cuando se pretende ilustrar el tema sosteniendo que la liquidación de una semilla no es la exterminación de un árbol sin percatarse que se está destruyendo algo del reino vegetal. Del mismo modo la liquidación de un feto no es la exterminación de un adulto pero se está borrando una persona del reino humano.

Como una nota al pie consigno que la mención al correr de la pluma sobre el IQ por parte de Posner y Landes no son pertinentes luego de haberse demostrado que todas las personas son inteligentes solo que para muy diversos menesteres, unas pueden ser útiles y otras inútiles pero no hay modo de establecer rangos de inteligencias en abstracto al contrario de lo que se pensaba antaño y antes de los trabajos de Gardener, Eyseneck, Asimov y De Bono.

Pero en todo caso no debe sorprendernos lo que a nuestro juicio es la inconsistencia de Posner respecto a la enredada propuesta de la venta de bebes y lo abominable del aborto, pues como decía Eintein “todos somos ignorantes, solo que en temas distintos”. Pensadores de la talla de Aristóteles eran partidarios de la esclavitud, Ludwig von Mises era partidario del servicio militar obligatorio, John Stuart Mill fue incapaz de percibir el correlato entre producción y distribución, Karl Popper sugirió el control estatal de la televisión, Friedrich Hayek antes de proponer la privatización del dinero concluía que la moneda era una función gubernamental indelegable, Arnold Toynbe no comprendió el significado de la propiedad privada, Murray Rothbard era partidario del aborto. Salvando las distancias, cuando relato esto a mis alumnos me suelen preguntar cuáles son mis errores a lo que replico que si los supiera los denunciaría y me rectificaría tal como hice cuando me percaté de mi grave equivocación en su momento al patrocinar la prohibición de las drogas. Todos debemos estar sentados en la punta de la silla a la pesca de nuevos paradigmas puesto que el conocimiento es una navegación no un puerto, no hay palabras finales como reza el lema de la Royal Society de Londres.

Otro tema colateral es la venta de órganos. Esto es radicalmente distinto pues como queda dicho cada cual es propietaria de su cuerpo, puede si así lo prefiere donar o vender órganos pero por las antedichas razones no puede vender su persona ni vender tal cantidad y calidad de órganos que deje de ser quien es. Tengamos en cuenta que una forma de profundizar una pandemia sería la de limitar las vacunas a simples donaciones y prohibir su venta, lo cual convertiría la pandemia en un desastre irreversible. Del mismo modo la necesidad de trasplantes se satisface de modo mucho más amplio permitiendo la venta y evitar las demoras muchas veces fatales cuando se prohíbe lo dicho.

Es sumamente curioso por no decir ridículo que muchos de los que combaten la venta de órganos se pliegan entusiastamente a los que aceptan el aborto, es decir, como queda dicho, la matanza de seres inocentes.

Los argumentos a favor de la venta de órganos, entre otros trabajos, está muy bien documentado en el jugoso ensayo de mis muy estimados Gary Becker (era premio Nobel en economía) y Julio Elías (profesor en UCEMA) que lleva por título “Introduction Incentives in the Market for Live and Cadaveric Organ Donations” en The Journal of Economic Perspectives de la American Economic Association (Verano de 2007). Allí se detallan los inmensos beneficios de estas ventas para pacientes necesitados. Es cómico que algunos detractores de estas ventas declaman sobre la supuesta injusticia de que alguien que se está muriendo de hambre venda uno de sus riñones como si fuera digno dejar que perezca por inanición. Por otra parte, nadie está obligado a vender alguno de sus órganos, se trata de facilitar la resolución de problemas muchas veces irreversibles si no hay trasplante compatible disponible.

Por último, me refiero muy telegráficamente a esa institución denigrante que existió en buena parte del globo terráqueo incluso en tierras estadounidenses aquél lugar que paradójicamente fuera el baluarte del mundo libre. En este sentido ilustro el tema con aquella notable personalidad nacida como esclavo y luego un maestro de la libertad: Frederick Douglass pudo escapar de ese tormento y fue uno de los más claros y persistentes oradores y escritores del abolicionismo y la sociedad libre.

Las cacerías humanas en África, el transporte de esclavos en las roñosas bodegas de los barcos negreros donde iban encadenados unos a otros, vomitándose encima en medio de las ratas y las pestes, todo para ser vendidos –si llegaban a destino con vida– en países considerados civilizados y luego usados y abusados. No se comprende estas ignominias, este cachetazo más brutal e inmisericorde a la dignidad y al mínimo respeto.

En esta instancia de la civilización no caigamos en el juego macabro de la venta de bebés que por otro parte como todos lo fuimos, en ese cuadro de situación eventualmente seríamos esclavos de por vida.

Douglass en la más absoluta clandestinidad se esforzó en las tareas de lectura y aprendió a escribir merced a un librito de gramática de Webster que le obsequió otro esclavo y luego con libros prestados. Repudió de la forma más vehemente la posición adoptada por las iglesias del momento en cuanto a las enfáticas adhesiones de sus representantes a la esclavitud, lo cual lo hizo perder su convicción en Dios. Veía a sus explotadores salir del templo del brazo de los predicadores, “herramientas parlantes” les decían estas bestias a los esclavos. Mucho después recuperó sus creencias debido a un pastor metodista “excepcional” que mantenía una postura coherente con la religión.

Vale la digresión para decir que como le señaló el referido pastor, cultivar la religatio consiste en conectar la relación con Dios como la Primera Causa, puesto que si las causas que nos dieron origen fueran en regresión al infinito querría decir que no podríamos estar aquí ahora puesto que nunca habrían comenzado las causas que permitieron nuestra existencia. Se trata de nuestro esfuerzo por la autoperfección, es decir, nuestra faena por acercarnos al Ser Perfecto y el sentido de trascender lo meramente material y circunstancial como seres dotados de psique para poder pensar, argumentar, elaborar juicios independientes de los nexos causales inherentes a la materia, la posibilidad de autoconocimiento, distinguir proposiciones verdaderas y de las falsas y tener ideas autogeneradas, a diferencia de una máquina o un loro. Esta concepción espiritual de la religiosidad y la dignidad del ser humano dista mucho de acatar barrabasadas de predicadores irresponsables que mutilan gravemente el respeto irrestricto a través de la condena a diversas manifestaciones de la sociedad abierta y, por otra parte, el Big-Bang alude a lo contingente mientras que la Primera Causa remite a lo necesario, de donde surge nuestra naturaleza. No podemos renunciar a nuestra condición humana, reiteramos: no juguemos con fuego al abrir paso a la aberración de la venta de bebes tal como ocurre hoy en algunos países africanos, asiáticos y en el mercado negro de otros que se consideran civilizados.

1es académico asociado del Cato Institute y Presidente de la Sección Ciencias Económicas de la Academia Nacional de Ciencias de Argentina. Puede seguir su cuenta de Twitter en @ABENEGASLYNCH_h.

*Este artículo fue publicado originalmente en elcato.org el 15 de julio de 2022

*La opinión expresada en este artículo es responsabilidad exclusiva del autor y no representa necesariamente la posición oficial de Publico.bo


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