Adoptemos el programa de Israel para cubrir los gastos de los donantes
Josh Morrison y Sammy Beyda explican los beneficios probados a través del tiempo de la política israelí para resolver la escasez de donantes de riñón.
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En 2019, el presidente Donald Trump emitió la Orden Ejecutiva 13879, “Avance de la salud renal estadounidense”, que instruyó al Departamento de Salud y Servicios Humanos de EE.UU. (HHS) a eliminar las barreras a las donaciones de órganos por parte de personas vivas. En 2020, la Administración de Recursos y Servicios de Salud (HRSA), la agencia dentro del HHS encargada de aumentar el apoyo a los donantes vivos, emitió un fallo final que lamentablemente no cumplió con el mandato de la orden ejecutiva.
La acción de HRSA demuestra la necesidad de que el Congreso promulgue políticas sólidas para garantizar que los donantes de riñón reciban una compensación adecuada por sus gastos y no se vean frustrados por maniobras burocráticas. Sugerimos que dicha legislación siga el modelo de una política israelí exitosa y probada a través del tiempo.
Si bien la intención principal de la administración Trump al emitir la Orden Ejecutiva 13879 era aumentar las donaciones de riñones, el objetivo declarado de la HRSA, según el Registro Federal, fue implementar nuevas pautas que reembolsarían solo al 70% inferior de los hogares en la distribución de ingresos de EE.UU. por gastos relacionados con la donación como viajes, alojamiento, salarios no percibidos y cuidado de niños y ancianos. Para lograr esto, la HRSA limitó la elegibilidad para el reembolso a las personas que ganan no más del 350% del nivel de pobreza federal, que en EE.UU. continental en 2022 es de $97.125 para un hogar de cuatro personas. Esta limitación de ingresos no solo reduce la eficacia de la orden para aumentar las donaciones, sino que tampoco logra alcanzar el objetivo declarado de la propia HRSA, ya que solo la mitad de todos los hogares estadounidenses se encuentran por debajo del umbral del 350%. Una estimación realista que cubriría el 70% de los hogares estadounidenses sería el 500% del nivel de pobreza ($138.750 para un hogar de cuatro personas), como recomendó el Comité Asesor sobre Trasplantes de la HRSA.
La noción misma de que los hogares más ricos deben quedar excluidos de la compensación por los gastos relacionados con la donación de órganos no tiene sentido como política pública dado que las donaciones de riñón ahorran dinero al gobierno al reducir los costos de diálisis. Debido a que los donantes en vida provienen de manera desproporcionada de hogares más ricos, muchos donantes potenciales no se beneficiarían de esta política. Esa es la razón principal por la que la orden ejecutiva de Trump no ha cambiado significativamente la escasez de riñones en el país. La preocupación de HRSA por no compensar a los donantes acomodados hizo que la regla resultante fuera en gran medida ineficaz.
¿Otras soluciones? / Algunos han argumentado que las reformas para promover la donación en vida son, en la actualidad, innecesarias porque existen otras posibles soluciones, como aumentar la donación de órganos cadavéricos mediante la implementación del consentimiento presunto (donde el estado supone que el difunto ha aceptado ser donante de órganos a menos que haya comunicado lo contrario) y el desarrollo de la tecnología para trasplantar órganos de animales, pronto estará a la mano. Si bien ambos son esfuerzos que vale la pena seguir, ninguno parece prometer aumentar la oferta a corto plazo, por lo que persiste la necesidad de aumentar la donación de órganos en vida.
Vale la pena señalar que EE.UU. tiene la segunda tasa más alta de donación de cadáveres en el mundo. Su diferencia con el país líder, España, se debe casi en su totalidad al uso más común en España de donantes mayores de 75 años. Esto sugiere que no hay reformas fáciles que puedan aumentar drásticamente la donación de cadáveres. Además, si bien puede haber mérito en hacer que la presunción de donación sea la predeterminada para el difunto, los países europeos que la han adoptado no han visto aumentos sustanciales en la donación, principalmente porque los hospitales inevitablemente se someten a los deseos de la familia del difunto a pesar de que las leyes les prohíben explícitamente hacerlo.
Del mismo modo, el xenotrasplante –la recolección de órganos de cerdos genéticamente modificados para producir órganos para trasplantes humanos– se ha mostrado cada vez más prometedor en los últimos años, pero es probable que falte al menos una década para su amplia disponibilidad. Por ejemplo, el ensayo clínico de Fase 1 de la Universidad de Alabama en Birmingham de 20 pacientes tiene una fecha estimada de finalización primaria de 2027, y la Administración de Drogas y Alimentos de EE.UU. (FDA) tradicionalmente requiere múltiples ensayos con muchos más pacientes antes de autorizar un procedimiento nuevo como este.
El éxito de Israel / Existe una forma bien probada y no controvertida de aumentar las donaciones de riñón como el sistema israelí de apoyo a los donantes. Desde su implementación en 2008, las tasas de donación en vida en dicho país se han cuadruplicado aproximadamente. Las reformas brindan a los donantes vivos los siguientes beneficios:
- Una exención de tres años del impuesto nacional al seguro de salud (que normalmente constituye del 3% al 5% de los ingresos personales).
- Cinco años de reembolso de los gastos del seguro médico privado.
- Cinco años de reembolso por gastos de seguro de vida y seguro de invalidez.
- Hasta 40 días libres pagados.
- Cinco sesiones psiquiátricas terapéuticas dentro de los cuatro años posteriores a la donación.
- Vacaciones de recuperación de siete noches dentro de un año después de la donación.
- Reembolso de aproximadamente $750 en gastos de viaje.
Tal programa en EE.UU. salvaría aproximadamente 18.000 vidas por año si indujera un aumento en las donaciones proporcional al de Israel. Dado que los ahorros en costos por trasplante para el gobierno federal al no tener que brindar servicios como la diálisis han sido estimados en $136.000 por Medicare y $145.000 por economistas externos, lograr dicho aumento en las donaciones le ahorraría al gobierno miles de millones de dólares al año, más que compensar el costo de un programa similar al de Israel.
La política israelí ha estado en vigor durante más de una década sin controversia. Eso es un buen augurio para la viabilidad política de implementar un programa similar en EE.UU. La nación podría incluso ofrecer beneficios algo más generosos. Vale la pena aplicar a toda prisa esta medida que ahorra costos y salva vidas.
*Este artículo fue publicado originalmente en elcato.org el 15 de agosto de 2022