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Cuba 🇨🇺: El precio a pagar luego de ser libres

José Rafael Vilar

Analista y consultor político

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El #11J marcó un quiebre, inesperado para muchos dentro y casi increíble fuera de Cuba, del status quo de la dominancia política en Cuba. Un quiebre sin Castro el Mayor que —como en el 1980 cuando el Mariel, el 1990 con el Período Especial (eufemísticamente “En Tiempos de Paz”) y en el 2003 con la Primavera Negra— sacara la cara para soliviantar a propios, frenar a ajenos, manipular medios y mantener solidaridades afines afuera. Diaz-Canel esta vez sin la facundia de El Viejo, tuvo que enfrentar las mayores protestas espontáneas contra la situación del país, multiplicada gracias a las Redes Sociales, actuando con las tres “armas” en sus manos: represión, minimización —ninguneando las protestas— y sindicación con “el enemigo imperialista”.

La receta, que parecía infalible por repetida, aunque cause indignación y espanto mediáticos, fue como la carabina de Ambrosio: fiasco además de asco. Para el #15N se prepara una jornada de protestas en toda Cuba. ¿Repetirá “receta” Díaz-Canel? Y, sobre todo, ¿el generalato “empresarial” cómo resentirá las protestas y la receta (el 15N Cuba se reabre al turismo)? ¿O recordarán la Pandemia de los Generales?

Es incuestionable que el reclamo de ¡LIBERTAD! resuena y motiva y da esperanzas a muchísimos dentro de Cuba para salir a las calles y ser muchedumbre que protesta, masa emputada que reclama cambio —aunque no tenga claro a qué pide cambiar. Por eso me pareció interesante haber leído días atrás en 14yMedio el artículo “Los problemas que nos queremos buscar en Cuba” (20/10/2020) de Reinaldo Escobar.

Contraponiendo lógicas ansias asociadas con el reclamo de libertad  para que «se permita la mayor parte de lo que hoy se prohíbe [incluso] que sea posible organizar un partido, un sindicato, fundar un templo religioso o un club terraplanista», Escóbar se hace preguntas para el día después que están diarias o respondidas en cualquier ciudadano de cualquier país democrático —incluso aquellos que lo sean aunque culipandeen con el socialismo 21 sin llegar a serlos, como la Argentina de los kirchneristas— pero que, sesenta y tantos años después de “democratizarse popularmente” (y hasta “afortunadamente” escapados del experimento maoísta), “no suenan” para un cubano “de dentro”. Incluso el vocablo democracia, naturalmente asociado a las demandas de libertad, se oye menos quizás porque tanto se machacó “democracia popular”, que siempre el cubano de a pie la entendió como sinónimo de no-democracia.

Siguiendo lo iniciado por Escóbar y previendo lo sucedido en la postURSS en los 90 de Yeltsin —libres aquellos exsoviéticos pero descalabrados social y económicamente en una orgía de corrupción y “sálvese quien pueda”—, es importante que los cubanos se pregunten si, ya sin el régimen, ¿a qué sociedad se irá? ¿Se privatizarán la salud, la educación y la seguridad social (o lo que aún les queda de ellas)? ¿Cuál será la política económica y monetaria? ¿Se devolverán las propiedades confiscadas (empresas, agropecuarias, viviendas, entre otras muchas) y qué pasará con los que las detentan? ¿Podrán volver los emigrados? ¿La propiedad de la tierra tendrá límites? ¿Se permitirá toda la inversión extranjera? ¿Se podrá trabajar privadamente sin las restricciones que tienen los cuentapropistas? ¿Se crearán muchos impuestos y qué se gravará? ¿Los impuestos serán más altos para los que más ganan? ¿Habrá necesidad de seguir jineteando?

Y aunque la palabra de orden de las protestas ha sido LIBERTAD —para felicidad de un liberal nato— y no democracia, nadie duda que un cambio aparejará democracia (¡pero no “democracia popular”!) y por eso habría que preguntarse: ¿La nueva democracia permitirá todos los partidos políticos (incluyendo el Comunista y sus paniagudos paniaguados) o se les cribará? ¿Se elaborará —elaboraremos— una nueva Constitución? ¿Cómo se elegirá a los gobiernen y legislen y, sobre todo, quiénes podrán ser aptos? ¿Habrá “borrón y cuenta nueva” con los que hayan cometido represión o corrupción?.

Y muchas más: ¿Los medios de comunicación podrán ser propiedad privada? ¿Podré decir lo que quiera? ¿Habrá libertad de religión? ¿Se abolirá la pena de muerte (y su discrecionalidad política)? ¿Se cambiará la política exterior? ¿Cómo será la política antidrogas? ¿Seguirá irrestricto el aborto (tomado en Cuba como método anticonceptivo a falta de acceso a cualesquiera otros)? ¿Se permitirá el matrimonio igualitario?

¡Dan miedo tantas preguntas (y las que no están acá escritas)! Pero da muchísimo más miedo y zozobra y angustia que no necesitemos hacérnoslas porque nada cambió.

Información consultada
https://www.14ymedio.com/opinion/causas-protestas-julio-Cuba-vigentes-Yoani-Sanchez_0_3199480024.html
https://www.14ymedio.com/opinion/problemas-queremos-buscar_0_3189281042.html
https://www.paginasiete.bo/ideas/2021/10/24/cuba-socialista-1-312916.html
https://www.paginasiete.bo/ideas/2021/7/18/soscuba-es-posible-la-transicion-hacia-una-democracia-301206.html


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José Rafael Vilar

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