Cumbre de las Américas de Biden: con más penas que glorias
En un intento por superar la sensación de simple "cooperación", el presidente Joe Biden concretó un acuerdo migratorio con los asistentes a la Cumbre de las Américas
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Por Gabriela Moreno1
Las expectativas sobre el éxito de la Cumbre de las Américas organizada este año por Estados Unidos fueron siempre bajas. La pugna por los invitados la condenó al fracaso. Al final de la jornada diplomática en Los Ángeles hay poco para destacar.
La insistencia en la unidad de las democracias por encima de los regímenes autoritarios y autocracias implementada por Joe Biden para sostener su discurso de “integración” durante la cita —con el fin de alcanzar “nuevas posibilidades” entre “socios”— no logró los resultados esperados.
De los 30 países convocados, asistieron 22 jefes de Estado incluido el anfitrión Joe Biden. Los demás enviaron a sus cancilleres en representación. Por esto optaron México, Bolivia y Honduras, tras el veto a las dictaduras de Venezuela, Cuba y Nicaragua, mientras que Guatemala, El Salvador y Uruguay también estuvieron ausentes.
Del grupo, 14 expresaron su rechazo a lo que calificaron como exclusiones. México, Argentina, Chile y Perú lideraron los cuestionamientos. Según El País, es la jornada con “menor participación de primer nivel entre los grandes países del continente”.
Los emisarios
Se suponía que el presidente de Argentina, Alberto Fernández, sería “la voz” del chavismo, el sandinismo y el castrismo. Así lo hizo. Pero no fue el único. A su discurso defensor de las tiranías se unió el presidente izquierdista de Chile, Gabriel Boric, quien aprovechó su intervención para expresar que “la exclusión solo fomenta el aislamiento y no da resultado”.
El mandatario austral —que protagonizó un traspiés al fustigar a Estados Unidos por no estar en el lanzamiento de la Coalición por los Océanos cuando el enviado especial para el clima de la Casa Blanca, John Kerry, estaba a su lado— demandó la creación de un “grupo de trabajo que establezca soluciones y acciones concretas que ayuden a los pueblos de América a enfrentar el alza del costo de la vida”, dejando atrás “la fragmentación y la polarización del continente” para “pasar a la acción”.
Un acuerdo
En un intento por superar la sensación de simple “cooperación”, Biden anunció que destinará 314 millones de dólares para apoyar a los migrantes venezolanos en todo el hemisferio occidental.
El compromiso de financiación de Washington incluirá 171 millones de dólares en ayuda humanitaria y alimentos de emergencia para los migrantes y refugiados venezolanos en Brasil, Colombia, Ecuador y Perú, pero también contemplará la reanudación de los programas que permiten a algunos cubanos y haitianos reunirse con sus familiares en Estados Unidos.
Además, se reiniciarán los programas que permiten a ciudadanos estadounidenses y residentes permanentes solicitar a sus familiares en Cuba y Haití a través de un estatus temporal.
Ahora, con los micrófonos y luces apagadas, la revancha de esta cumbre parece inevitable, considerando que la CELAC volvió a funcionar con Fernández a la cabeza, y plantea retomar las birregionales con la Unión Europea, que quedaron en suspenso desde hace siete años por las discordancias políticas en la región.
En el último encuentro celebrado en Bruselas en 2015, Venezuela no acudió por cuestionar la calificación de “amenaza” que le impuso Estados Unidos. El clima político canceló los demás encuentros, pero España avizora una cumbre birregional para el segundo semestre de 2023, cuando asuma la presidencia rotativa del Consejo de la Unión Europea. Hasta entonces, Joe Biden tiene tiempo para pensar qué hará, considerando que en ese evento no será el anfitrión.