El valiente mundo nuevo de Whole Foods
Pierre Lemieux dice que el caso de Whole Foods y la prohibición de usar vestimenta con eloganes políticos o ideológicos en el lugar de trabajo ilustra la importancia de los derechos de propiedad privada para proteger las libertades económicas e individuales.
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Un caso ante la Junta Nacional de Relaciones Laborales (NLRB, por sus siglas en inglés) ilustra la importancia de la propiedad privada para una empresa privada —de hecho, para cualquiera, porque las corporaciones no son propiedad de fantasmas o rocas.
El caso tiene que ver con el derecho de la cadena de supermercados Whole Foods Market de imponer un código de vestimenta que previene que sus empleados, en la propiedad de la empresa, porten cualquier vestimenta con un eslogan político o ideológico como “Black Lives Matter” (BLM) o “Make America Great Again” (MAGA). El código de vestimenta requiere que las piezas de vestir y los ítems relacionados (mascarillas, prendedores, botones y demás accesorios) estén “libres de cualquier símbolo, bandera, eslogan, mensaje, logo, o publicidad visible”.
Algunos empleados en una docena de tiendas a lo largo del país se negaron a dejar de usar su vestimenta BLM, haciendo que estén sujetos a medidas disciplinarias. Muchos aparentemente abandonaron la empresa en lugar de cumplir con esta norma. Algunos se quejaron ante la NLRB, diciendo que estaban “involucrados en actividades deliberadas con el propósito de ayuda mutua y de protección mediante la concientización acerca de las condiciones de trabajo, incluyendo el uso de mensajes de Black Lives Matter en el trabajo”. Al prohibir eso, afirmaban, Whole Foods violaba la Ley Nacional de Relaciones Laborales de 1935.
Para cuando lea este artículo, el “juicio” debería haber sido escuchado ante un juez administrativo de la NLRB. Como es típico con los reguladores poderosos, la NLRB es tanto juez como parte.
Evitar los conflictos constantes / Elizabeth Nolan Brown, que reportó acerca de este asunto en Reason, notó que un fallo a favor de los demandantes podría resultar en una excepción especial para BLM mientras que permite que los empleadores continúen prohibiendo otros eslóganes políticos e ideológicos. O, “de manera alternativa, podría permitir cualquier tipo de mensaje político, pero algo me dice que los partidarios del personal que usa piezas de vestir BLM no estarían muy contentos de comprar alimentos de un tipo que utiliza una mascarilla que dice MAGA”, señala ella. ¿Por qué parar ahí? Imagínese que los clientes de la tienda fuesen recibidos con un “¡Vamos Brandon!” o una proclamación de que “Las Vidas Fetales Importan”, “Las Vidas Azules Importan”, o alguna otra opinión política.
Una demanda anterior en torno a la misma provisión del código de vestimenta, los empleados de Whole Foods afirmaron que prevenirles hacer proselitismo a favor de BLM era una discriminación racial. El año pasado, la Juez de la Corte Distrital de EE.UU. Allison Burroughs falló en contra de esa afirmación, señalando que “no hay derecho a la libertad de expresión en un lugar privado de trabajo”.
Ambos casos últimamente tenían que ver con los derechos de propiedad, cuya función es precisamente evitar los conflictos constantes en la sociedad, para prevenir que los individuos se estén tropezando entre sí constantemente. El empleado decide qué opiniones políticas, si alguna, serán publicitadas en su departamento, casa o auto; el empleador decide cuáles opiniones, si alguna, serán publicitadas en su propiedad. Cualquiera de ellos es libre de alquilar espacios o tiempo al aire o de hacer una demostración con la esperanza de persuadir a otros a que adopten sus ideas políticas. La propiedad privada es necesaria para la libertad económica y la libertad individual.
Poner a los clientes primero, como Whole Foods y su propietario Amazon buscan hacerlo, es una fórmula que ha demostrado fomentar la prosperidad y la libertad individual. Poner a los trabajadores primero —bueno, eso no funcionó muy bien en la vieja Unión Soviética.
Un valiente mundo nuevo / La incoherencia de muchos activistas e ideólogos en la derecha e izquierda ha sido señalada. Algunos en la izquierda desean que Whole Foods permita que sus empleados promuevan causas políticas (al menos las correctas) en sus tiendas, pero le niegan el derecho a los propietarios de las plataformas de redes sociales de permitir que opiniones (al menos las equivocadas) sean expresadas libremente. Algunos en la derecha presumiblemente desean que Whole Foods prevenga el discurso político (al menos aquel del tipo equivocado) en sus tiendas, pero no quieren que las redes sociales “censuren” ciertas opiniones (de las personas de su lado). Bienvenidos a la jungla (Ver “Facebook: Like Corporation, Like Whistleblower”, invierno 2021-2022).
La acción de la NLRB en contra de Whole Foods surfea sobre una ola gigantesca de politización corporativa. Intimidadas por activistas y académicos desde sus torres de marfil, los proveedores y las corporaciones especialmente grande se supone que deben abrazar las modas “woke” o de otra índole. Las grandes corporaciones someten a su clientela ideológicamente diversa a mensajes de publicidad que son, para algunos clientes, fastidiosos, insultantes o incluso odiosos. Como el ex diplomático Dave Seminara escribió en el Wall Street Journal:
Cuando miro alrededor de mi casa, veo muchos productos de empresas woke que quieren que sepa qué tan firmemente ellos están en desacuerdo conmigo acerca de prácticamente todos los asuntos de la actualidad…No me parece mucho pedir que las empresas que yo frecuento se abstengan de despreciarme de manera tan activa y bulliciosa. En el escenario ideológico actual, como el caso de Whole Foods lo ilustra, nos encontramos con algunos caracteres extraños que parecen estar enfocados en crear una distopia en la que los activistas de los grupos identitarios y de ciertas causas políticas tienen derechos que otros no tienen. ¿Acaso su modelo implícito es la dictadura de Aldous Huxley en su novela de 1932 Valiente mundo nuevo? Uno de los personajes de la novela repite esa observación ingenua de Miranda en La tempestad de Shakespeare: “¡O valiente mundo nuevo, que tienes dichas personas en el!” Más al punto es la visión de otro personaje en la novela, Lenina, “Después de todo”, dice ella, “todos pertenecen a todos los demás”.