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Fin de la saga entre el magnate y la red social: comienza la era de Elon Musk en Twitter

Se cerró la compra del año por 44.000 millones de dólares.

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Elon Musk, el hombre más rico del mundo, cerró la compra de Twitter el jueves por la tarde en San Francisco. Su primera decisión fue despedir al consejero delegado, Parag Agrawal; al director financiero, Ned Segal; a la responsable jurídica, Vijaya Gadde, y al secret general, Sean Edgett, que dejaron la sede de la compañía con indemnizaciones millonarias. 

Elon Musk es ya el jefe de la empresa, como había adelantado en su perfil de la red social. La Bolsa de Nueva York comunicó la suspensión de la cotización a la espera del anuncio oficial, informó el diario global El País de Madrid.

Semanas después de que el multimillonario de 51 años propusiese volver al precio original de 54,20 dólares por acción y seguir adelante con la compra, los últimos detalles legales y financieros fueron resueltos. Twitter aceprtó retirar la demanda y proceder a cerrar la operación. Ya no hay vuelta atrás. Empieza la era Musk en la red social.

El magnate nacido en Pretoria, Suráfrica, prevé acometer cambios estructurales: combatir el spam y los bots, publicar el algoritmo, readmitir a los expulsados de la red (entre ellos Donald Trump), aplicar una política de moderación de contenidos más laxa, fomentar los servicios de suscripción de pago y lanzar X, “la aplicación para todo”, que suena a una imitación de la china WeChat.

El plazo para cerrar el acuerdo vence este viernes, pero desde hace días todo parecía encaminado. El miércoles, Elon Musk cambió la descripción de su perfil de Twitter para proclamarse tuitero jefe y visitó la sede de la compañía en San Francisco. Además, sus socios y los bancos llevaban ya días perfilando los últimos detalles y el movimiento de dinero. Ahora, Musk es dueño de Twitter.

Es el punto final de un culebrón que empezó hace siete meses, cuando Musk, fundador y máximo accionista de Tesla y SpaceX, empezó a comprar acciones de la compañía. El 4 de abril reveló que se había hecho ya con el 9,2% del capital de la red social.

Musk, activo usuario de Twitter, que tiene ya 110 millones de seguidores, comentó en la red en varias ocasiones en marzo aspectos del negocio, la plataforma y la funcionalidad de Twitter, así como de sus políticas de moderación del contenido. Hasta ahí, parecía que era un simple usuario, pero empezaba una de las operaciones empresariales más rocambolescas que se recuerdan y en la que buena parte de los hitos se han ido retransmitiendo públicamente.

El 2 de abril, la empresa le ofreció incorporarse al consejo con algunas salvaguardas, como la de no preparar desde dentro una oferta y no criticar en público a la compañía. El 4 de abril, Musk comunicó que es el mayor accionista de Twitter, con el 9,2% de los títulos, y respondió a la compañía que no estaba dispuesto a dejar de hacer comentarios públicos sobre la red, pero sí a un acuerdo que limite su propiedad a aproximadamente el 15%, y sujeto a la aprobación del consejo en caso de querer superarlo.

El 8 de abril, el consejo comunicó que el nombramiento efectivo de Musk como miembro del mismo sería al día siguiente; sin embargo, el 9 de abril, el magnate dio el primer portazo a su futura empresa al comunicar que no entra en el consejo y que, como había amenazado, intentará sacar a Twitter de la Bolsa con una oferta de compra.

El 13 de abril, Musk trasladó a sus interlocutores su intención de adquirir la empresa, por 54,20 dólares por acción en efectivo. “Es mi mejor y última oferta y, si no se acepta, tendría que reconsiderar mi posición como accionista. Twitter tiene un potencial extraordinario. Yo voy a desbloquearlo”.

Al día siguiente, 14 de abril, Musk anunció públicamente su propuesta valorada en unos 44.000 millones de dólares .

El 15 de abril, el consejo de la compañía adoptó un plan para blindarla de una oferta hostil, pero se pone a estudiar la propuesta y a exigir garantías de financiación. Musk anunció el 21 de abril que tiene el dinero. Además, dijo que está dispuesto a comprar la empresa sin una revisión previa a fondo (due diligence), en contra de la práctica habitual en operaciones de ese calado.

Tras examinar la situación, el consejo de Twitter llega a la conclusión de que la oferta es favorable y el fin de semana del 23 y 24 de abril los abogados, el banco y los asesores financieros negociaron a contrarreloj. La madrugada del 25, se firma el acuerdo.

En un mensaje, Musk dijo que se proponía derrotar a los botsy comprobar la identidad de todos los humanos, pero luego se hizo el sorprendido alegando que había más cuentas de usuario falsas de las que la empresa declaraba.

Musk anunció en mayo que dejaba en suspenso el acuerdo, luego dijo que estaba comprometido con él; después, que no podía descartarse una rebaja de precio, y más adelante, que no seguiría con la operación si no le demostraban que había menos de un 5% de cuentas falsas.

En esos momentos, la economía estaba empeorando, los valores tecnológicos se habían desplomado por la caída de los ingresos publicitarios y Musk era cada vez más consciente de que estaba pagando demasiado por la compra.

El magnate envió una carta el 8 de julio diciendo que rompía el acuerdo de compra porque Twitter tenía demasiadas cuentas de usuario falsas, pese a que siempre había dicho que compraba la red social, entre otras cosas, para limpiarla de spam, así que parecía más bien una excusa con la que librarse del acuerdo ante el empeoramiento de las condiciones del mercado.

Twitter le demandó para hacer cumplir el acuerdo. La demanda era contundente y la respuesta de los abogados de Musk no resultaba muy convincente.

Con el caso ya abierto en un tribunal de Delaware, al conocer una denuncia de Peiter Zatko, el exjefe de seguridad de la red social, Musk envió una segunda carta de ruptura a finales de agosto en que decía que las revelaciones del antiguo ejecutivo mostraban un incumplimiento de los acuerdos de fusión. Y todavía envió una tercera carta de rescisión al conocer la indemnización de 7,75 millones de dólares por despido que recibió el propio Zatko.

El proceso se estaba poniendo feo para Musk. Pese a los requerimientos de aportarlos a la causa, estaba ocultando parte de sus mensajes, los que desvelaron que lo dejaban en mala situación.

El último movimiento fue intentar negociar una rebaja del precio. Twitter se cerró a cualquier propuesta. Al final, los abogados de Musk mandaron una carta a Twitter admitiendo volver al acuerdo original si se cerraba el proceso. Twitter quería garantías de que no era una nueva maniobra.

El miércoles, además de cambiar la descripción de su perfil de Twitter, Musk visitó las oficinas de la compañía en San Francisco y subió a la red un vídeo en el que se le veía cargando un lavabo. 

“Entrando en la sede de Twitter”, escribió. “Hoy he conocido a un montón de gente genial en Twitter”, dijo en otro mensaje. 

Para los trabajadores de Twitter, la llegada de Musk es motivo de inquietud, después de que se conoció que comunicó a los inversores el mensaje de que piensa recortar un 75% la plantilla, que ahora es de unos 7.500 empleados. Sin embargo, el magnate dijo a algunos empleados con los que se reunión que no piensa hacerlo.

Musk también quiere multiplicar los ingresos y explorar vías de suscripción. Sus planes apuntan a convertir la red social en una especie de aplicación integral. “La compra de Twitter es un acelerador para crear X, la aplicación para todo”, fue el primer tuit del magnate tras volver al plan de comprar la red social por 44.000 millones.

En el pasado, el empresario mostró su admiración por la aplicación china WeChat, que evolucionó desde un servicio de mensajería a una plataforma multinacional con medios de pago, comercio electrónico, salud, gestión de suscripciones y todo tipo de servicios, casi imprescindible para la vida diaria en China.

Musk se proclama “un absolutista de la libertad de expresión”. Eso, sin embargo, puede suponer que prolifere la desinformación, las noticias falsas y los mensajes de odio. Por ejemplo, el empresario es partidario de readmitir al expresidente Donald Trump, que ahora propaga sus bulos en su propia red, Truth Social.

Pese a ello, en un mensaje a anunciantes lanzado este jueves, el magnate parece haber dado un paso atrás ante el temor de que la publicidad huya: “Obviamente, Twitter no puede convertirse en un infierno de libertad para todo, donde se puede decir cualquier cosa sin consecuencias”. En las próximas horas se oficializará la compra del año.


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