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¿Gobernar es vacunar?

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Durante la etapa que denominamos nueva normalidad, los gobiernos se enfrentaron no solo a la pandemia, sino centralmente a los efectos económicos y sociales de esta. La paz política cedió al conflicto y la alta aprobación de los gobiernos comenzó a ceder. Para la mayoría de los líderes, la emergencia sanitaria se tradujo a fin de 2020 en una caída constante de su legitimidad a los niveles más bajos del último año.

En Europa comenzaba la segunda ola, con mayor virulencia que la anterior y se daba pie a una nueva política de aislamiento social. La noticia de la aprobación de las vacunas a fines de 2020 abrió una ventana de ilusiones y los gobiernos retomaron una nueva centralidad pública como actores de la solución a la pandemia. Pero la ola de optimismo, una vez más, duró poco. Al poco tiempo la producción de vacunas se encontró con retrasos en las entregas y las campañas de vacunación con dificultades en la logística de su aplicación. La noción de que la aprobación y adquisición de las vacunas resolviera los problemas sanitarios de un momento a otro fue solo una ficción.

Con velocidades diferenciadas en función de la región y del nivel de ingresos, la vacunación contra el covid-19 se puso en marcha en el inicio de 2021. La disponibilidad de vacunas y la eficacia del proceso se convirtió en un factor político estratégico, con influencia directa sobre gobiernos, elecciones y la popularidad de los gobernantes.

Acorralados por la saturación de los sistemas sanitarios, el deterioro económico y el cansancio social, los líderes políticos encontraron en la vacunación masiva el único recurso para salir del laberinto planteado por el covid-19. En tiempos de pandemia, gobernar es vacunar. En los círculos de poder comenzaba a instalarse una premisa: la suerte de los presidentes está condicionada por el éxito de las campañas de vacunación. ¿Qué dicen los datos? ¿Hay correlación entre popularidad presidencial y ritmo de vacunación? ¿Las sociedades premian a los líderes que consiguen este bien escaso a nivel mundial y castigan a quienes demoran su provisión?

En Argentina, algunas encuestas señalaban que la aprobación del presidente Alberto Fernández crecía de manera significativa entre quienes ya estaban vacunados, y bajaba entre quienes no recibieron ninguna dosis. ¿Los datos de opinión pública sugieren un mecanismo similar a escala global? ¿Se verifica esta asociación entre imagen presidencial y vacunación?

Gráfico 10. Relación entre la aprobación media de los gobiernos (17 países) y el despliegue de sus campañas de vacunación (vacunas cada 100 habitantes, a junio de 2021)

Durante el mes de mayo de 2021, a más de un año del inicio de la crisis sanitaria, se volvió presenciar una caída en la aprobación media de los gobiernos. La esperanza de que la solución médica al covid-19 trajera fortalezas renovada a los gobiernos y creciente popularidad a los presidentes no se ha verificado. Los problemas de escasez de las vacunas, las polémicas por su distribución y la llegada de la segunda ola a América Latina volvieron a generar una nueva caída en la popularidad de los mandatarios.

De todas formas, los promedios suelen ser engañosos: la tendencia general podría esconder trayectorias particulares de éxito. ¿La efectividad de las campañas de vacunación no incrementa los niveles de popularidad presidencial? Los datos desagregados que se muestran en el gráfico 10 no respaldan una relación directa entre la vacunación y la aprobación presidencial.

En el cuadrante superior derecho se encuentran los países con altos niveles de vacunación hacia el mes de mayo y una aprobación de gobierno superior a la media. En este grupo aparecen Alemania, Canadá, Estados Unidos, Reino Unido y Uruguay. En el cuadrante inferior izquierdo, sus opuestos: naciones con baja tasa de vacunación y presidentes impopulares (Colombia y Brasil).

Entre estos dos extremos se registran muchos casos híbridos. El punto rojo alejado es Chile, país con la mayor ratio de vacunación regional pero con un gobierno con bajo respaldo popular. En México, Perú o Argentina, los presidentes presentaron niveles de aprobación iguales o superiores a la media global con una tasa de vacunación menor. Entre los países europeos tampoco se advierte una correlación clara entre popularidad y vacunación.

El gráfico ofrece una foto de una película más compleja. La pandemia, un fenómeno global, convive con dinámicas nacionales particulares. En Chile, por ejemplo, Sebastián Piñera ostenta un liderazgo languideciente que antecede a la irrupción del coronavirus. Iván Duque, en Colombia, enfrenta una crisis social y política de proporciones inéditas. No debemos esperar soluciones sanitarias para los problemas políticos.

A continuación, ponemos la lupa sobre los cinco países con las tasas más altas de vacunación cada cien mil habitantes de nuestra muestra (junio de 2021). ¿Cómo ha evolucionado allí la popularidad presidencial?.

Como se advierte en el gráfico 11, no hay una tendencia sostenida a la suba. Las trayectorias son heterogéneas. Uruguay e Inglaterra parecían ser los casos más claros de una asociación positiva entre vacunación y popularidad hasta abril, cuando volvieron a la tendencia mayoritaria. Estados Unidos se mantiene, prácticamente, sin variación y Canadá presenta movimientos marginales a la baja. Chile es exactamente lo contrario: caída de popularidad desde niveles ya de por sí bajos, pero la causa de los males de Piñera es de naturaleza política y no epidemiológica.

Con la excepción chilena, tal vez pueda destacarse que estos gobiernos son bastante estables en sus respaldos. Luego de ver caídas sostenidas en la aprobación de los gobiernos de todo el mundo durante meses, Europa y América del Norte han comenzado un lento camino en la reconstrucción de la popularidad de sus gobiernos.

En la vereda opuesta, con el covid-19 todavía azotando a la población, el tobogán latinoamericano a mediados de 2021 no registraba fondo.

Los gobiernos de la región se encontraban en posiciones cada vez más frágiles frente a sociedades convulsionadas por la doble crisis sanitaria y económica. La salida de la pandemia se dio en dos tiempos: mientras los países desarrollados dieron vuelta la página relativamente rápido, los países emergentes continuaron.

¿Gobernar es vacunar? La evidencia de opinión pública muestra que no hay una relación lineal y directa entre popularidad presidencial y tasa de inoculación. La vacuna, sin dudas, acelera la recuperación económica y descomprime el frente sanitario, pero no es en sí misma una garantía de éxito para los líderes políticos. Será una solución al covid-19 pero no el bálsamo a todo lo que la pandemia desnudó.

*Este artículo fue publicado originalmente por Dialogo Político, extraído de su documento llamado Subirse a la montaña rusa. Popularidad presidencial en Latinoamérica en la crisis del Covid-19el 5 de octubre de 2021.

*La opinión expresada en este artículo es responsabilidad exclusiva del autor y no representa necesariamente la posición oficial de Publico.bo

 


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