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La estrategia para vencer al Covid-19 no debe ser diferente a la estrategia para vencer al terrorismo, por Hugo Toledo

Hugo Toledo

Professor of Economics, American University of Sharjah, UAE.

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Una pandemia silenciosa, el crecimiento del extremismo islámico, nos deja el triste recuerdo de 9/11, y aunque no podemos definir al extremismo islámico como una enfermedad infecciosa como lo es el Covid-19, podemos observar un paralelo similar – el extremismo islámico ha logrado crecer vía el adoctrinamiento religioso que es una especie de contagio, puesto que incrementa el número de personas que pueden seguir adoctrinando o contagiando.

En su batalla contra el terrorismo, países como Estados Unidos y sus aliados, optaron por un modelo que requiere combatir la amenaza del terrorismo en sus santuarios del medio oriente y así evitar tener que combatirlo dentro de sus propias fronteras. Los críticos argumentan que la estrategia no ha tenido éxito, pero la realidad es que no se puede cuantificar lo que no ha sucedido. No sabemos con certeza cuantos ataques terroristas se han evitado, muchos no se han hecho públicos principalmente para proteger fuentes secretas de información. Lo que sí sabemos es que, a la fecha, no ha habido ningún otro ataque terrorista de la magnitud del 9/11.

De acuerdo a datos de agosto de 2021 del Centro para el Control y Prevención de Enfermedades Infecciosas (CDC por sus siglas en Ingles), el 50% de la población norteamericana ha sido vacunada contra el Covid-19. Sin embargo, pese a que los contagios continúan en acenso debido a la alta transmisibilidad de la cepa delta, que se originó en la India, y la baja tasa de vacunación en algunos estados, hospitalizaciones y muertes han disminuido. En el mundo sub-desarrollado, la realidad es otra; contagios, hospitalizaciones, muertes, y nuevas cepas, continúan en ascenso. Volver a la normalidad es algo que todos esperamos con ansiedad, pero la normalidad no volverá con menos hospitalizaciones y menos muertes, si no cuando la incertidumbre que causa esta enfermedad disminuya considerablemente o sea eliminada. 

La estrategia que Estados Unidos debería seguir no se debe limitar a la vacunación de su propia población, pues el terrorista, el virus SARS-cov-2 que causa el Covid-19, no solo vive entre ellos, nuevas cepas están esperando su visa de ingreso. Tal como se combatió al terrorismo, al SARS-cov-2 se lo debe combatir en sus diferentes santuarios. Los santuarios son aquellos países, principalmente los bastante poblados, que cuentan con un porcentaje bajo de vacunación y que por lo tanto se constituyen en fábricas de nuevas cepas. Si se puede disminuir la evolución de nuevas y más peligrosas cepas, entonces podremos disminuir la incertidumbre que amenaza el retorno a la normalidad y a la actividad económica.

El ejercito que se debe enviar a estos países para combatir al SARS-cov-2 son las vacunas, llámense donadas o vendidas. En estos últimos dos meses, Estados como Carolina de Sur y Washington han solicitado al gobierno reducir significativamente el envío de vacunas a sus Estados puesto que la disminución en la tasa de vacunación está creando inventarios bastante elevados. Algunos estados han solicitado al gobierno, donar los excedentes de vacunas, idea que no ha prosperado porque según el gobierno norteamericano, restricciones contractuales y problemas logísticos los impiden – a mi criterio, estas son excusas creadas por burócratas. 

Conociendo el alcance del daño a la salud y a la economía que la evolución de nuevas cepas podría causar vía, por ejemplo, la interrupción en la cadena de producción y distribución de bienes y servicios, es difícil creer que los problemas al que el gobierno norteamericano atribuye para justificar su inacción, no se puedan resolver. El problema es sin lugar a dudas la burocracia, los burócratas no existen para facilitar los procesos, facilitarlos los volvería menos necesarios. En nuestra batalla contra el Covid-19, afrontamos un problema de liderazgo político y no uno de liderazgo científico.

*La opinión expresada en este artículo es responsabilidad exclusiva del autor y no representa necesariamente la posición oficial de Publico.bo


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Hugo Toledo

Professor of Economics, American University of Sharjah, UAE.

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