Pragmatismo saludable
Gabriela Calderón de Burgos dice que la política exterior ecuatoriana está dando un giro hacia un sano pragmatismo, abandonando taras ideológicas y fijándose la meta de lograr 10 acuerdos comerciales para 2025.
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Por: Gabriela Calderón de Burgos
La política exterior ecuatoriana ha venido dando un giro hacia un sano pragmatismo, abandonando taras ideológicas. Se busca priorizar la apertura comercial con el resto del mundo, sin que la afinidad ideológica sea determinante. Este giro tiene el potencial de ser el legado más importante del gobierno de Lasso, aún si no se realizan otras reformas fundamentales.
Desde la llegada de Correa al poder la diplomacia ecuatoriana se dedicó a promover el Socialismo del Siglo XXI, queriendo integrar a los líderes de estos gobiernos, más no a los ciudadanos para que puedan intercambiar libremente bienes y servicios. Por razones ideológicas se prescindió de fuentes de financiamiento más favorables, como los multilaterales, y se optó por el crédito chino.
Se sacrificó el interés nacional al dejar pasar el tren de la apertura comercial desde 2006. Ecuador es hoy el único país en la cuenca oriental del Pacífico que carece de un tratado de libre comercio con EE.UU. Durante este periodo algunos vecinos no solo negociaron un TLC con EE.UU. sino que lo negociaron entre ellos e incluso con China (Perú, Costa Rica y Chile).
Por eso es importante el viaje del Presidente Lasso a China: se pretende fortalecer la relación con ese país beneficiando a los intereses nacionales. Primero, reestructurando la deuda y desvinculando el petróleo de esta.
Segundo, iniciando el proceso para lograr un tratado de libre comercio entre China y Ecuador. Esto es algo que no impide que se continúe dando una mejora en la relación con EE.UU. y con otros países. El gobierno se ha fijado la meta de lograr 10 acuerdos comerciales para el 2025, empezando a trabajar este año en aquellos con México, China y EE.UU.
Las condiciones externas son favorables a una agenda de apertura comercial. En 2020, por primera vez en 16 años, las dos instituciones financieras estatales de China dejaron de conceder créditos en la región. Como ha puesto en evidencia la crisis de Evergrande, la economía china estaría menos sólida de lo que parecía y quizás ahora ya no desea continuar la diplomacia de los créditos. Algo que podría ofrecer a cambio de eso es una apertura comercial, cumpliendo así el objetivo de mantener una influencia en la región. Por otro lado, a EE.UU. le conviene fortalecer su influencia en la región a través de una mayor apertura comercial, particularmente con Ecuador, que ahora luce como uno de los principales y más confiables aliados en Sudamérica. No obstante, esto luce poco probable dado el escaso interés de ambos partidos en la liberalización comercial.
La política de apertura comercial es viable considerando que mucha de esta la podemos lograr de manera unilateral y sin necesidad de pasar por la Asamblea. El gobierno ya comenzó a hacerlo con la derogación de 17 reglamentos de las normas INEN, liberalizando el comercio de productos como baldosas cerámicas, productos cárnicos, entre otros.
Una vez que se establece un mayor nivel de apertura comercial es difícil retroceder, debido a los beneficios de la división internacional del trabajo, los consumidores se acostumbran cada vez más y se vuelve políticamente costoso ponerla en reversa. Además, correspondiendo a tratados internacionales, será más difícil para los líderes con ánimos de refundar el país dar vuelta atrás.
Gabriela es editora de ElCato.org, investigadora del Cato Institute y columnista de El Universo (Ecuador).