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Los sastres de Salamanca
Sin duda, el gran tema de la semana que pasó fue el dudoso peritaje realizado por un profesor y dos estudiantes de la Universidad de Salamanca, sobre el fraude electoral acaecido en Bolivia en el 2019. El estudio, pagado por la Fiscalía General a una cuenta personal de los “peritos” (que reconocieron no tener experiencia en informática forense), ya había sido profetizado días antes por Evo Morales, quien había afirmado que vendrían “otras investigaciones que confirmarán que no hubo fraude”.
¿Estamos ante un informe de sastrería, hecho a medida para avalar la arbitraria tesis del “no fue fraude, fue golpe”?
Esperemos que a los sastres de Salamanca no sigan también los sastres del GIEI (Grupo de Expertos Independientes), cuyo demorado informe debería hacerse público el 5 de agosto. La duda surge ante el perfil de algunos de los miembros de ese equipo, que incluye a una ex funcionaria del gobierno de Cristina Fernández de Kirchner.
Fideicomiso cubano
A comienzos de la semana, el presidente mexicano Andrés Manuel López Obrador había agitado las aguas del debate internacional, señalando que Cuba “debería ser declarada Patrimonio de la Humanidad” y que la OEA “tendría que ser sustituida por otro organismo”.
Al parecer, AMLO está necesitando algunas clases, tanto de derecho internacional como de historia. Lo primero, porque una declaratoria como Patrimonio de la Humanidad tendría que desembocar en un territorio en fideicomiso de Naciones Unidas, como el que se aplicó en su momento a Samoa Occidental, Nauru, Nueva Guinea y otras ocho naciones. No sería una mala idea para que Cuba salga de su dictadura, aunque esa no sea precisamente la intención del mandatario mexicano.
Lo segundo, porque AMLO parece ignorar que en la génesis del sistema interamericano está la defensa continental ante la injerencia de potencias extra-regionales, como el Imperio Francés que invadió México e impuso al emperador Maximiliano. Hoy en día, las potencias extra-regionales injerencistas se llaman Rusia, China e Irán.
La clonación de Evo
La mitad de la semana estuvo marcada por la posesión presidencial en Perú de Pedro Castillo, enfundado en un traje “mao-indigenista” idéntico al que popularizó Evo Morales.
El Evo con sombrero también imitó a Hugo Chávez en su juramento de asunción del poder, en función de la hipotética nueva Constitución que busca crear y no de la vigente, algo que desde el punto de vista jurídico más estricto podría viciar de nulidad su mandato.
Castillo dio señales negativas ni bien tomó la presidencia, nombrando como primer ministro a un simpatizante de Sendero Luminoso. Esperemos que la oposición peruana, que controla el Congreso, pueda poner freno a la tentación totalitaria, aunque ya se ve en el horizonte el advenimiento de un choque de poderes.
Colectivismo agrario
Un tema que se mantiene en agenda es el de la política de distribución de tierras impulsada por el gobierno de Luis Arce Catacora, con epicentro en el departamento de Santa Cruz. Distribución de carácter colectivista, que crea “propiedades comunitarias” que no reunirán las condiciones de incentivo y seguridad para elevar la producción agropecuaria.
El gobierno parece ignorar el dato (publicado oficialmente por el INRA en el 2019) de que el 14% de la tierra de Bolivia, que está en manos de propiedades medianas y empresariales, produce el 70% de los alimentos del país.
De algo parecido se dio cuenta hace más de cuarenta años el reformador chino Deng Xiaoping, quien notó que el 10% de las tierras, en manos de parceleros individuales, generaba el 90% de la producción agraria, mientras que en las granjas colectivizadas la situación era exactamente inversa. Deng decidió “dejar hacer, dejar pasar” a los parceleros individuales, y así comenzó la reforma que terminó haciendo de China una potencia económica mundial.