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A pesar de la situación tan compleja e incierta que representa el panorama de la economía global, mismo que ha causado un fenómeno masivo de recortes presupuestarios y despidos en distintas startups, es meritorio rescatar el desempeño del ecosistema de emprendimiento e innovación en Bolivia que ha tenido un gran primer semestre.
La más reciente y grande noticia se la llevó la fintech Koban, la startup boliviana que se enfocará en brindar servicios financieros, no solo en Bolivia, sino se expandirá Paraguay y Ecuador, quienes lograron levantar 2.1 millones de dólares en una de las rondas presemillas. Otra gran noticia, fue el levantamiento de capital del “uber boliviano”, como muchos llaman a la startup DeltaX, enfocada en la logística de transporte pesado, lograron levantar 1 millón de dólares, lo cual les permitió expandirse a Perú y están en miras más países de la región.
En la misma línea, Mobi, la startup de electromovilidad sostenible, consiguió recibir un financiamiento de 1.38 millones de dólares como capital semilla, ahora esta con mira de iniciar en otros países también. Continuando esta gran lista de logros, la startup Yaigo, fue adquirida por la startup venezolana Yummy, convirtiéndose parte de la misma que actualmente opera en más de cinco países.
Semejantes logros alcanzados por nuestras startups bolivianas no se deben ignorar, aún más cuando nuestro país es un terreno hostil para los emprendedores, en el cual el gobierno hace uso de su poder para frenar a todo aquel que quiera aportar al desarrollo económico y tecnológico.
Las startups triunfan y se expanden a otros países, a pesar de nuestro arcaico código de comercio (creado en 1977) que no ha podido ser actualizado para generar facilidades de formalización, de inversión y gestión de empresas, y por ende, lograr abarcar este nuevo mundo tecnológico que tanto está aportando a los ciudadanos de Bolivia, permitiendo así satisfacer sus necesidades a la medida que este requiere.
Hoy todo el país sufre de la ignorancia de las personas que lo gobiernan. Poco se habla de incentivos a la economía en general, los cuales sin duda alguna son necesarios, ya sean en materia tributaria o laboral, la simplificación de cargas burocráticas, tanto para el emprendedor, como para el inversionista. Además de, incentivos a las grandes empresas para que estas promuevan el apoyo a las startups. Queda el gran desafío de establecer medidas encaminadas a la identificación y subsanación de una variedad elementos ligados al ecosistema, como ser, la mejora del talento profesional, la cultura empresarial, mejora de oportunidades para el emprendedor. Este último que ha venido luchando para reactivar la economía después de la pandemia.
Fundadores, sus equipos, inversionistas, aceleradoras y demás miembros del ecosistema, están empezando a gestar agendas comunes en pro del desarrollo de la innovación. No dudo que la siembra de hoy, es la cosecha de mañana. Y hay que decirlo con orgullo, tenemos startups enfocadas al crecimiento sano y con tracción real, esto es de vital importancia con el panorama global. Las startups bolivianas cuentan con conocimiento, capacidad, talento y tecnología de alta calidad para exportar al mundo entero, y no es gracias al gobierno, sino, a pesar de él.