OpiniónEconomía

Al final, el lobo llegó

Gonzalo Chavez

Economista

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Durante demasiados años los incomprendidos y vilipendiados opinadores económicos han alertado de varios de los problemas económicos estructurales que ahora se manifiestan como serios desajustes macroeconómicos. El ejemplo emblemático: la caída de las reservas internacionales y los desajustes en el mercado del dólar.

Desde el púlpito de exitismo ideológico, los dueños del poder han usado la moraleja de la llegada del lobo, que nunca llega, para descalificar a los analistas como pastorcillos vendepatria, falsos profetas, Nostradamus fracasados y otros piropos.

Pero la realidad es caprichosa y, como al final del cuento infantil, un día llegan no uno, sino varios lobos. Entre tanto, la nomenclatura oficialista, fiel a la música de Shakira, sigue ciega, sorda, muda y testaruda, niega las crisis económicas. Los lobos siguen siendo un invento de los ponzoñosos opinadores y, ahora, al coro de los agoreros se han sumado calificadoras de riesgo internacionales, punta de lanza del imperio.

En 16 años del gobierno del MAS se reeditó un modelo económico extractivista y rentista que nos acompaña desde la Colonia. Se reempaquetó el desarrollismo nacionalista que una vez más despilfarro la bonanza externa, creó una enorme burbuja de consumo que nos vendieron como desarrollo, destruyó el medio ambiente, domesticó a parte de la sociedad encarcelándola en sindicatos y corporaciones rentistas y, finalmente, construyó la ficción ideológica de la Casa Blindada de los Tres Chanchitos. Una fortaleza económica construida con el cemento de la propaganda, los ladrillos de las consignas y los barrotes de la ideología que resistiría a todos los embates de los lobos internacionales y locales.

En el campo bucólico del adoctrinamiento, patrulleros ideológicos, comisarios del régimen y economistas cíclopes se negaron sistemáticamente a ver la realidad de los hechos económicos y sociales. Una vez más queda comprobado que el populismo es una adicción y como toda dependencia tóxica a ideas viejas bloquea las realidades y destruye las alternativas. Disfraza, una y otra vez, a los lobos de la crisis en Caperucitas rojas (¿azules?) vírgenes con el puño en alto.

El hecho que se han gastado o mal invertido, en nueve años, 11.500 millones de dólares de las reservas internacionales, generando la crisis cambial actual, no es una predicción, es un resultado. Es un lobo feroz que amenaza con llevarse por delante a la estabilidad monetaria duramente conseguida desde el año 1986. Por supuesto, los guardianes del status quo no ven al enorme peludo de hocico baboso y aquellos que, sí lo ven, lo muestran como un simpático chihuahua.

Que Bolivia tenga un déficit público del 7,7 % del PIB en promedio, también hace nueve años, es un síntoma de crisis muy profunda, especialmente si no puedes financiar la brecha entre el gasto excesivo y los pocos ingresos. Esta no es una predicción, es otro hecho de la realidad. Este lobezno estatal ha engordado descomunalmente, de sus enormes tetas comen medio millón de crías políticas. La hermandad del proceso de cambio dice que no es un lobo y sí un simple kari kari que sólo quiere comer unas grasitas.

El hecho de que Bolivia se haya convertido en un importador neto de hidrocarburos y que las exportaciones de gas hayan bajado de 6.600, en el año 2014, a 3.000 millones de dólares, en el 2022, no es una predicción, es un resultado. La Bolivia vista como una gacela de la integración energética, en los años noventa, y ahora no pasa de un lobo hambriento importador de hidrocarburos que se alimenta de subsidios y que se ha comido a la Caperucita Azul de la nacionalización. El gas se ha hecho gas de la mano de decenas de raposas que se han morfado a la gallina de los huevos de oro: YPFB. En el año 2014, el Estado recibía 3.535 millones de dólares del sector gas, ahora esto bajo a 1.263 millones de verdes.

El otro hecho innegable es que el 80 % de la población económicamente activa tiene un trabajo precario o una estrategia de supervivencia, no es una predicción, es un resultado del modelo económico vigente. El lobo de la informalidad ha creado además nuevos ricos, como los cooperativistas mineros, los cocaleros y gremiales grandes. Estos gigantescos lobetos, que no pagan impuestos o lo hacen de manera marginal, circulan por los pasillos del poder como mansas ovejas.

Bolivia vive un apagón educativo estructural que ha sido agravado por la crisis del Covid-19, millones de niños y jóvenes no aspiran a tener mayor educación porque, en la economía informal, sobreviven y piensan que lo mejor que les puede pasar son trabajos de muy mala calidad que les rinden algunas monedas más en el bolsillo, pero que les bloquean todas las oportunidades de crecimiento y de una vida decente. Lobas y lobos inmensos circulan a décadas entre nosotros comiéndose el futuro.

La religión extractivismo y sus acciones concretas en la agricultura, la minería y el sector gas natural están destruyendo la naturaleza. Este, sin duda alguna, es el lobo más feroz que circula por las calles del modelo económico como un quiltro sin trascendencia, pero que se está morfando el futuro de varias generaciones. Esta no es una predicción, es otro hecho.

El populismo es una adicción y como toda dependencia tóxica a ideas viejas bloquea las realidades y destruye las alternativas.

*La opinión expresada en este artículo es responsabilidad exclusiva del autor y no representa necesariamente la posición oficial de Publico.bo


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Gonzalo Chavez

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