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Criminología mediática

Carlos Pol

Abogado litigante con Doctorado en Derecho Constitucional

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Es lamentable lo que está sucediendo hoy en día, situación que se agrava más cuando el caso se vende como pan caliente en los titulares de la TV. Un ejemplo, el reciente caso de corrupción en la Gobernación, que dio inicio a la cacería de brujas contra los parientes del médico prófugo. Valga la aclaración, no estoy asumiendo defensa técnica del caso y en lo personal no me termina de convencer la actual gestión de la Gobernación. Sin embargo, no es correcto lo que está sucediendo en ese proceso penal. Considerando que los delitos son personales.

Y quienes deben ser investigados penalmente son quienes tienen relación en la participación criminal del delito. Independiente de la relevancia social y jurídica del delito. Lo nefasto es, que por vender titulares y ganarse unos cuantos porotos políticos, algunos medios de prensa crean una ficción de criminales identificada a través de estereotipos. Aplicando una estrategia perturbadora, con intereses ocultos para lo cual la TV y el Face son el medio ideal pues juega con imágenes.

Tratando de crear una realidad a través de información, subinformación y desinformación en convergencia con prejuicios y creencias, y basada en una etiología criminal simplista asentada en la “causalidad mágica”. Que recurre a un lenguaje empobrecido, y también a veces a contenidos implícitos (porque la corrección política impide que sean explícitos). Insinuando mucho, dando la impresión estudiada de que se deja ver, lo cual halaga la inteligencia del destinatario que cree deducir el contenido implícito (Derecho penal del enemigo) cuando en realidad es víctima de una alevosía comunicacional.

En conclusión, hoy en día la criminología mediática en nuestro país es una realidad. Alimentado por las noticias, pero principalmente de entretenimientos que banalizan los homicidios y la idea de un mundo en guerra contra el crimen. De tal manera, que en un día de TV y Face vemos más asesinatos ficcionales que los que tienen lugar en la realidad. Y que muchos de ellos son cometidos con una crueldad y violencia que casi nunca se da en la realidad.

Y todo esto está entorpeciendo el sistema, donde los jueces andan temerosos, perdiendo objetividad en los casos complejos. Como si el fin del derecho penal fuera culpar a todos. Prevaleciendo el titular del delito por encima de la reprochabilidad del actuar antijurídico. Tirando por la borda el sistema garantista basado en la presunción de inocencia, y al debido proceso, a fin de esclarecer el hecho.



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Carlos Pol

Abogado litigante con Doctorado en Derecho Constitucional

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