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Defensoría del pueblo: llegó la hora de la verdad…

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Ha culminado la primera fase del proceso de elección del CEO de la Defensoría del Pueblo, con la postulación de 198 interesados. Y, aunque no es de buen gusto mentar la soga en la casa del flamante ahorcado, la pelota (!!! otra vez eliminados!!!) está definitivamente en la cancha no solamente de la Asamblea Legislativa a cargo de ese proceso de manera directa, sino del gobierno (prácticamente son lo mismo) e incluso, de toda la clase política (oficialismo + oposición); eso sí con el saludable y ojalá, riguroso, escrutinio de nosotros: los ciudadanos.

Aunque en abstracto, todo el mundo tendría posibilidad para postularse, no todos tienen el derecho de hacerlo (según exigencias constitucionales y legales) y, resta ahora  aplicar el filtro a cargo de la ALP para verificar esa aptitud, ojalá en términos objetivos y técnicos, léase sin estrategias envolventes y, más allá de los divertidos shows de alguna diva del jet set; la crónica manipulación que sufre otra e incluso, la desverguenzura de alguna, antojada de propinarnos la misma dosis o de algún pirómano, encubierto.

Aunque siempre se podrá escribir lo mismo del proceso que está en trámite, sostengo que la elección actual está destinada a ser decisiva para el futuro de la Defensoría. Las más que pésimas experiencias previas signadas por el rodillo partidario con el que se designó alguno de sus operadores disfrazado de defensor, su insultante desempeño y, especialmente, el haber degradado esa noble institución en el patio trasero del partido de gobierno, prueban más allá de toda duda razonable el tamaño del enorme desafío que, hoy se enfrenta.

Recordemos que el Ombudsman o Defensor del Pueblo constituye uno de los grandes aciertos de la reforma constitucional del 1994. Su esencia radica en defender al ciudadano de los abusos de la administración pública y privada (cuando presta servicios públicos), además de la vigencia, promoción, difusión y, especialmente, cumplimiento de los DDHH. Aunque suene a repetición y se caiga de maduro, éstos abarcan los de todas las personas y no sólo algunas, como ha venido ocurriendo recientemente, generando el vaciamiento de contenido de tan noble función. Perdió su ajayu, dirían los andinos.

Y es que precisamente el calibre de ese desafío se explica a partir de reparar que las últimas administraciones no cumplieron elementalmente el rol esencial de la institución, procediendo incluso de manera absolutamente contradictoria bajo diversos ejemplos: me acuerdo de una antigua que se hizo al del otro viernes con la Masacre de la Calancha, otra que nombró en altos cargos internos a operadores del gobierno recomendados de algún temible ex Ministro (aunque ambos luego se revindicaron) o, las últimas que se han caracterizado simple y llanamente por ser simpatizantes del oficialismo disfrazados de “defensores”, llegando además al extremo grotesco alguna de heredar el cargo por renuncia previo papelón, cuyo interinato duró casi el mismo del periodo titular. Por sus productos los conocemos.

Dada la razón de ser de la noble función defensorial, tratándose del titular y sus representantes departamentales (directamente designados por aquél); se requiere que la ALP (oficialismo + oposición) con base a ese plausible acuerdo que llegaron para percutir el proceso y ojalá concluirlo aceptablemente, elijan a quien sea un verdadero atorrante con el poder y no su vulgar atahuato, además luego de garantizar sosteniblemente su efectivo ejercicio institucional. La esencia de la función obliga confrontar la arbitrariedad usualmente enquistada en el poder público y, no hacer exactamente lo contrario, distrayendo al soberano con espejitos de colores.

¿Estará la clase política lo suficientemente madura o por lo menos tendrá alguito de sentido común para tamaño desafío? ¿O serán tan funestos para urdirnos alguna otra estrategia envolvente? Después del desastre que han generado designando y/o manteniendo alguno de los suyos disfrazado de “defensor” con sus burdos productos hartos conocidos, al extremo de convertir la Defensoría en defensora de un partido y no del ciudadano, muestra el calibre del desafío que hoy enfrentan. Ojalá den esta vez por lo menos, la talla, pues: “Nadie debe cometer la misma tontería dos veces, la elección es suficientemente amplía”. Jean Paul SARTRE

*La opinión expresada en este artículo es responsabilidad exclusiva del autor y no representa necesariamente la posición oficial de Publico.bo


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