Escucha la noticia
De los 36 días de paro en Santa Cruz y el hito mas grande de la lucha histórica cruceña el cual una ausente comisión de notables aún no se reúne, ni avanza, pasando por el autogolpe de Pedro del Castillo en Perú y la condena a la vicepresidenta argentina, Cristina Fernández, y mientras personajes como Evo Morales continúan generando sobrada con declaraciones absurdas sobre que acordar no es un principio democrático, así concluye un 2022 particularmente extraño, donde la estabilidad en nuestra América Latina, parece ser la excepción.
¿Qué es lo que nos pasa? ¿Por qué no podemos tener un periodo de paz y crecimiento que nos lleve a mejores días? Del éxtasis a la agonía. Algunos podrán construir alguna teoría mas o menos lógica relacionada con la ética del mestizaje constante y el espíritu de la conexión con la tierra en estas partes del mundo, porque son dos elementos que caracterizan nuestro mundo: somos mezcla constante, migrantes por naturaleza, pero al mismo tiempo, cargamos con un sentimiento de nacionalismo profundo en cada rincón de nuestra América, aunque generacionalmente no hayamos pasado mas de 100 años en el mismo suelo. Falta de madurez dirán otros, quizás con menos elaboración.
La realidad es que vivimos en un planeta que crece a ritmos acelerados desde que inició el milenio. El PIB per cápita a nivel global se duplicó en los últimos 20 años y esa abundancia, creo yo, disparó grandes falencias en nuestra administración de lo público en nuestra región. Las capacidades de administración no eran una fortaleza de nuestra región en el milenio pasado, salvo contadas excepciones, que lograron grandes resultados a lo largo del siglo XX, como por ejemplo Costa Rica, al entrar al siglo XXI se vieron claramente rebasadas por un volumen crecimiento de obligaciones, responsabilidades y recursos. Y es que es lo lógico, si no hacías un buen trabajo manejando un pequeño taller, es evidente que no harás un mejor trabajo con una gran fábrica. No nos enfrentamos a un problema económico en términos de riqueza material, es decir, no es que nos falten recursos materiales para llevarnos a mejores días. Los recursos están ahí, en los niveles mas altos de la historia de la humanidad. Pero sí nos enfrentamos a un problema de economía del talento, pero más profundo aún a un problema de economía de valores.
Valores donde prime lo común y la equidad sobre lo castizo y sectario, donde prime la visión de largo plazo sobre la inmediatez. Esa inmediatez que (para mi) es el germen de la corrupción que, a su vez, es el cáncer mas grande de nuestros países. Donde prime mas la formación, el proceso de construcción de conocimiento, que las conclusiones, en muchos casos, apresuradas y tendenciosas.
Es que la crisis del milenio en América Latina es la crisis del liderazgo, pero no solamente de que no surgen los liderazgos enmarcados en valores, sino que la cultura dominante no da el espacio preciso para este surgimiento. Lo hemos visto en nuestra Santa Cruz, donde en los últimos meses primó mas la lógica de la confrontación sobre la lógica del acuerdo, donde los radicales tomaron fuerza y valentía para luchar sin plan, ni propuesta, mucho menos estrategia, lo vemos en nuestra Bolivia donde la máxima autoridad solo gobierna para un grupo, ya ni siquiera su propio partido político, sino para solamente su casta, acompañado por ministros serviles. Ni que hablar de como un criminal confeso, que anda libre por las calles, comprando equipos de futbol, defiende una lógica de democracia completamente absurda, que no prevé ni el dialogo, ni los acuerdos. Ni que agregar sobre lo que pasa en Perú o Argentina.
¿Hacia donde vamos? ¿Cómo encontramos un camino? Creo yo que el camino está en la recuperación de liderazgo con valores. Por ejemplo, al menos antes, los socialistas clásicos tenían el honor de hablar de la dictadura del proletariado y no tratar de enmascarar ese concepto con democracia. Hoy en día los líderes, tal cual sofistas, buscando argumentar cualquier tontería detrás de lógicas propias del absurdo. Lo que está mal, está mal, aquí y en la China y no hace falta ser un genio para darse cuenta. ¿Y donde encuentro la guía? ¿En las leyes, en las normas? Pues no, lamentablemente, la crisis del liderazgo nos ha llevado a contar con un marco normativo tendencioso. Mas bien, la construcción de nuevos liderazgos deberá recorrer el camino de un nuevo marco normativo, a partir de la ética, la libertad, la equidad y la moral multiplicándose desde los núcleos más pequeños hasta alcanzar a ser masivos.
*La opinión expresada en este artículo es responsabilidad exclusiva del autor y no representa necesariamente la posición oficial de Publico.bo