OpiniónEconomía

El reto del cambio demográfico

Corina Marion

Consultora y mentora de startups

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El Reto Demográfico es una dimensión fundamental de la cohesión social y territorial, y por lo tanto debería ser un eje prioritario en la agenda de cualquier gobierno. Para hablar del tema de sostenibilidad en términos de bienestar, es necesario estudiar los desafíos de la dinámica de población, que pueden poner en riesgo la cohesión social, la vertebración territorial y el modelo de convivencia.

El Reto Demográfico es una idea compleja, que engloba numerosas dimensiones de la población, referidas tanto a la estructura de la pirámide (por sexo, edad…), como a la localización (en áreas rurales, en ciudades, en zonas despobladas, en áreas con dispersión territorial…) o a las condiciones de vida (con dificultades para la prestación de servicios, de bajo nivel de renta…).

En el World Population Prospects de Naciones Unidas publicado en 2019 nos muestra como la población mundial se enfrenta a cinco retos causados por los cambios demográficos: el crecimiento de la población joven y adulta mayor, migración internacional y rural-urbana.

Se afirma que aproximadamente la cuarta parte de la población mundial tiene entre 10 y 24 años de edad y que las aspiraciones y los logros de estos jóvenes serán los que definan el futuro. Un país en el que el número de personas jóvenes aumenta y la fecundidad disminuye puede beneficiarse del «dividendo demográfico», es decir, el impulso a la productividad económica que se deriva del aumento de la población activa respecto al número de personas a cargo.

Las personas mayores (65 años o más) constituyen el grupo de edad que crece más rápido en el mundo. Globalmente y por primera vez, según datos de 2018, las personas mayores superaron en número a la de los niños menores de 5 años ,y para 2050 el número de personas mayores superará al de adolescentes y jóvenes (entre los 15 y los 24 años). A medida que la esperanza de vida sigue aumentando, puede que el papel de las personas mayores en las sociedades y las economías sea más importante. Para esto se deben adaptar los sistemas de educación, atención sanitaria y protección social para proporcionar una red de protección social a este grupo etario cada vez mayor.

En 2019, la cifra de migrantes internacionales (personas que viven fuera de su país de origen) era de unos 272 millones, es decir, casi el 3,5 % de la población mundial; en 2000, era del 2,8 %. Asia acoge al mayor número de migrantes internacionales, pero en los últimos años, mientras que África ha experimentado el crecimiento más rápido. La mayor parte de las migraciones internacionales siguen produciéndose entre países de la misma región geográfica. Los movimientos de población se deben a muchas razones, entre otras, el trabajo, la familia y la educación. Sin embargo, cada vez más personas abandonan sus hogares y comunidades huyendo de la violencia, la persecución, las privaciones o los desastres, en particular a causa del cambio climático.

Hasta 2009, vivían más personas en el campo que en la ciudad. En la actualidad, alrededor del 55 % de la población mundial vive en pueblos y ciudades, y se prevé que el nivel de urbanización será de casi un 70 % en 2050. Gran parte del crecimiento de la población urbana tendrá lugar en Asia y África, especialmente en China, la India y Nigeria, donde las tasas de fecundidad siguen siendo elevadas.

Al igual que la migración, la urbanización requiere una gestión eficaz por parte de las autoridades nacionales y locales. En la actualidad, las ciudades ocupan menos del 2 % del total de la superficie terrestre del mundo, pero producen el 80 % del producto interno bruto (PIB) mundial y más del 70 % de las emisiones de carbono. La velocidad y la escala de la urbanización plantean problemas para garantizar la disponibilidad de vivienda, infraestructura y transporte adecuados, y contribuyen a los conflictos y la violencia. Casi mil millones de personas están clasificadas como “pobres urbanos” y la mayoría vive en asentamientos urbanos informales.

Al mismo tiempo, el informe de Naciones Unidas enfatiza en la  necesidad de redoblar los esfuerzos para garantizar que no se deje atrás a las personas que viven en las zonas rurales, incluso en lo que se refiere al acceso a la economía y la sociedad digitales. Los pequeños agricultores, los ganaderos y los pueblos indígenas desempeñan un papel vital en la producción de nuestros alimentos y la protección de nuestro capital natural.

 

Sobre este último tema vemos como en el XI Encuentro de Ciudades Intermedias, celebrado en Santa Cruz de la Sierra, Bolivia en abril del 2022,  el director del CEPAD (Centro para la Participación y el Desarrollo Humano Sostenible), Carlos Hugo Molina expuso que Bolivia y otros países Latinoamericanos aún están a tiempo de actuar para corregir una tendencia demográfica preocupante: “Creemos que todavía hay esperanza aunque nuestro diagnóstico no es nada halagüeño donde los datos apuntan que Bolivia aumentará en la próxima década cuatro millones de habitantes. Mientras hoy las zonas urbanas albergan aproximadamente al 75% de la población, proyectamos que, en 2032, el 90% de los habitantes residirán en las grandes urbes, lo cual supondrá un millón de kilómetros cuadrados de superficie técnicamente sin población”.

 

En este mismo encuentro señalan a modo de conclusión que la solución está en la configuración de ciudades intermedias (de entre 100.000 y menos de 20.000 habitantes) y el consecuente apoyo con una visión de futuro. Por ello, afirman que es fundamental avanzar en políticas que lleven a la compensación o tasas por servicios ambientales en el territorio como elemento esencial para ese equilibrio demográfico.

 

En Bolivia el CENSO, ejecutado mediante levantamiento de información cartográfica, continua siendo la metodología que determina los datos demográficos, infraestructura y de bienestar de la población cada diez años. Mientras que en otros países los datos son recogidos por otros métodos, como por ejemplo, el cruce de información con instituciones públicas (Registros Civiles, Alcaldías, etc). Esto les permite contar con información veras y en periodos de tiempo más cortos, facilitando el diseño y aplicación  de políticas, considerando que vivimos en un mundo cada vez más dinámico.

Para concluir podemos resumir que el reto del cambio demográfico exige dar nuevas respuestas desde la acción política y cambiar la mirada a nuestro territorio: una nueva comprensión de la relación entre el medio rural y las ciudades; una alianza intergeneracional y reforzar los vínculos entre el sector público y los actores locales como verdaderos protagonistas en el reto demográfico y la lucha contra la despoblación.

*La opinión expresada en este artículo es responsabilidad exclusiva del autor y no representa necesariamente la posición oficial de Publico.bo


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Corina Marion

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