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Era a esperar nomás

… para que el tiempo nos de la razón. El narcotráfico aumenta su poder y producción en Bolivia; sin Morales en el gobierno, esto se puede descontrolar.

Carlos Valverde

Analista político y periodista

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No sirve de nada que el Ministro de Gobierno siga con la cantaleta de que en el mundo se lo ve como un país de paso pero que ello “no significa que no haya fábricas o laboratorios de cocaína”, como aseguró hace un par de días cuando ensayó la respuesta ante la denuncia de la Europol, acerca de la creciente producción de cocaína boliviana que ahora llega a Europa

Decir que un país como el nuestro es “de paso” es perder de entrada la discusión, porque los sembradíos de coca en el país bordean las 45.000 hectáreas cuando la ley que aprobaron en marzo del 2017 aumentó la extensión de coca legal a 22.200 hectáreas duplicando las 10.400 que nunca lograron dejar en ese número que, aumentaron ante la incapacidad de erradicar los excedentes. Hoy se fijan metas más pequeñas que los años 2013 y 2014. En efecto, el 2021 se erradicaron 9.000 ha y para el 2022 se han propuesto llegar a 10.000 ha erradicadas cuando en los años citados se ha llegado a erradicar un número cercano a 12.000 ha.

Antes del 2006, cuando llegó Evo Morales al gobierno, Bolivia tenía 25.400 ha de coca sembrada, el 2006, la extensión creció hasta 30.900 ha y recién en el 2014 bajó a 24.000 ha, que fue la suma que Evo Morales terminó legalizando aunque nunca se llegó a ese número, siempre hubo excedente.

La ley que sustituyó a la famosa y despreciada Ley 1008 (del año 1988), tiene el número 906 y, se la dictó en marzo del 2017 con la intención de “dignificar al productor, comercializador, consumidor, industrializador” creando el Registro de Productores de Coca, el Centro de Investigación Integral de la Coca que debía realizar investigaciones y promover el desarrollo tecnológico productivo de coca, “recuperando saberes ancestrales”; parece que lo único ancestral fue el acullico porque cualquier otra actividad quedó en nada; lo único que hicieron fue aumentar el área de siembra y hacer crecer la producción de cocaína; con la coca que antes se producía un kilo de cocaína, ahora se produce casi 3 kilos. Vaya si dio resultado eso de la “industrialización” .

Las áreas de siembra se distribuyeron de la siguiente manera: 14.300 ha en los Yungas paceños (la única que se “acullica) y 7.700 en Chapare, que ni se acullica ni va a mercados legales, siendo destinada a la fabricación de cocaína, sin que ello signifique que la coca excedente de Yungas no se destine también al narcotráfico.

Bolivia es parte del circuito coca cocaína; es el tercer productor de la droga en el mundo (sólo hay 3; los otros son con Colombia y Perú). Las hectáreas de coca duplican la extensión permitida por la ley de Evo Morales que se hizo de esa manera por la imposibilidad estatal de quedar en 10.200 h, de manera que suena cínico (como todo lo que hacen para justificar lo que no se puede ocultar) intentar posicionar la idea de que somos “un país de paso”.

País de paso? Es innegable que por su ubicación, Bolivia es también (no principalmente) país de paso; en mi libro: Coca, territorio poder y cocaína (2016, 2 ediciones y una reimpresión) hemos registrado declaraciones de la DIRANDRO de Perú, que detectaron que desde ese país llega a Bolivia pasta base a ser cristalizada en el país en más o menos 200 toneladas anuales. En alguna ocasión, se ha sabido que ha llegado cocaína colombiana de paso a Brasil (Cocaína a rota Caipira, Allan de Abreu, editorial Record, Brasil, 2017, 3 ediciones) de manera que es imposible negar que la ubicación del país, es decir, ser el centro de Sudamérica, no facilita el negocio (además, somos país mediterráneo); el año pasado se destruyeron 47 pistas clandestinas, 22 en Santa Cruz, 17 en Beni. 5 en La Paz y, Tarija y Cochabamba, con una cada departamento.

Pero entendamos qué quiere decir de paso: en narcotráfico está claro que, Sudamérica es “paso” porque la producción de cocaína no está destinada para ser consumida en los países que la generan, así su consumo sea cada vez mayor (ver información sobre la capacidad de negocios de la llamada “la reina del microtráfico para entender la gravedad del tema local) .

Brasil, México, Paraguay, Argentina y Chile son también países de paso, Brasil consume el entre el 60 y 70% de lo que se envía desde Bolivia y Perú (no se puede saber si sigue llegando cocaína colombiana) y el resto lo exporta a Europa; México tiene como objetivo el mercado norteamericano, que es país de destino. No se ha sabido que la cocaína que llega a EEUU sea reexportada. Paraguay es “ruta de paso, Argentina, pese a su creciente consumo, reexporta, igual que Chile, de manera que no hay dónde perderse: Colombia, Perú y Bolivia en ese orden, son los proveedores de un negocio que amenaza con extenderse aún más.

El peculiar caso boliviano debe ser único en el mundo: el cocalero tiene relación de poder y política con el Estado a través del gobierno. El Presidente del Senado, Andrónico Rodríguez es uno de los hombres fuertes de Chapare (coca que no se destina al acullico) y senador Leonardo Loza, también alto dirigente de las Federaciones cocaleras de Chapare, es el secretario del Comité de Seguridad del Estado y Lucha Contra el Narcotráfico del senado; ambos son, como en tiempos de Evo Morales con Felipe Cáceres, los encargados de coordinar con el gobierno de Arce Catacora todo lo referido al tema coca/cocaína/narcotráfico.

Eso hace que a las 4 palabras Coca, Territorio, Poder y Cocaína que se entendían perfectamente en cuanto al peso específico de cada una de ellas, se le aumente un “Quinto elemento”: Gobierno. Como vengo sosteniendo desde hace rato, no es lo mismo Evo Morales presidente del Estado y de las Federaciones cocaleras del Trópico (no logró penetrar a Yungas) determinando qué se hacía y qué no y otra cosa muy diferente es el presidente Arce Catacora que no tiene relación directa con el cocalero.

Hoy, la relación cocalero/poder no es la misma; hoy hay otra relación que es de negociación permanente y ahí es donde entra se percibe algo que va más allá de la “obediencia política”, es decir que estamos frente a una relación institucional, cocalero/gobierno.

Era cuestión de tiempo; eso se constata en el incremento de cocales (nunca hubo tanta coca en el país) y en la presencia de Cárteles que sabedores de la relación cocalero gobierno, mantienen una presencia “medida” aunque se atrevan a cada vez más y los negocios crezcan y los destinos también. No es casual que, a fines del 2020 (Arce llegó al gobierno en noviembre de ese año) se detecte un incremento de la producción de cocaína boliviana en Europa y, hasta a EEUU (la ruta caribeña, Rojas Chavarría, Roca Suárez,Cnl Dávila).

Era y es, nomás a esperar; veremos en qué acaba.


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Carlos Valverde

Analista político y periodista

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