OpiniónInternacional

Fanatismo y verdad

Los líderes extremos de cualquier cosa se sienten víctimas de conspiraciones universales y usan las definiciones ideológicas de sus adversarios como epítetos. Los agravios y las distancias políticas parecen mayores a las que existían en el siglo pasado, cuando más de la mitad de la humanidad vivía bajo economías centralmente planificadas enfrentadas al capitalismo. Las diferencias actuales son menores, pero la atormentada psicología de algunos dirigentes y el fanatismo que promueve la red, hacen que algunos candidatos digan que si son elegidos no dialogarán con nadie, gobernarán apoyados solo por sus incondicionales e impondrán sus mitos por la fuerza.

Jaime Duran Barba

Consultor de imagen y asesor político.

Escucha la noticia

En algunos aspectos Tailandia puede ser un modelo para Argentina. No hay inflación ni déficit fiscal, sus cuentas públicas están en orden, el ingreso medio de la población está sobre los US$ 18 mil mensuales. Es una sociedad controlada por dictaduras militares que gobiernan protegidas por un Dios, el rey Rama X, nacido en Cambridge, educado en Europa, dueño de una fortuna de más de US$ 40 mil millones.

Rama tiene gustos refinados, gobierna desde Alemania, en donde vive con cuarenta concubinas y doscientos cortesanos que se alojan en hoteles de lujo. Su perro Foo Foo, mariscal del aire, vestía un coqueto uniforme con charreteras y condecoraciones. Cuando murió en 2015, lo despidieron con un funeral de Estado. Si alguien habla mal de su memoria, puede ser condenado a 37 años de prisión.

Quien organiza un piquete, viste una camisa roja o come un sándwich, va a la cárcel, porque comete pecado. A Rama X no le gusta el color rojo. Nadie puede verse físicamente sobre él. Cuando se sienta, quienes se le acercan deben arrastrarse por el piso para no situarse sobre su santidad. Personalmente, no aceptaría el trabajo de dios porque me sentiría incómodo si en mi cafetín preferido de Buenos Aires, la gente que pasa por allí tiene que arrastrarse para respetar mi investidura.

Tailandia es una monarquía absoluta, capitalista, prooccidental. No existen sindicatos, ni partidos, ni prensa libre, ni libertad de opinión. Quien disiente es ejecutado. Tiene una economía ordenada, pero no es una sociedad en la que me gustaría vivir.

Al sur está Camboya, cuyo rey es Norodom Sihamoni, hijo del príncipe Norodom Sihanouk, quien enfrentó a los norteamericanos en la guerra de Vietnam. El marxista Partido Popular Camboyano monopoliza el poder, controla todas las bancas del Congreso. Ésta es una monarquía capitalista, idéntica a la de Tailandia, que además, se declara comunista. En la misma región hay otros dos países capitalistas, totalitarios, de ceremonial comunista, con economías ordenadas que crecen gracias al libre mercado: Laos y Vietnam. Tampoco quisiera vivir en esos países porque está prohibido pensar.

Irán es un país gobernado por Dios. El Ayatollah Alí Hoseiní Jamenei, lo hace en su nombre, y está en contacto con un duodécimo descendiente de Mahoma, que vive en las montañas desde 872 en estado de “ocultación”, preparando el fin del mundo, ayudado por Jesús de Nazaret.

En el 2012 los guardias revolucionarios difundieron el folleto “Los últimos cien días”, anunciando que llegaba el fin de los tiempos. Jesús iba a aparecer pronto en una mezquita de Damasco, para ordenar a los cristianos que se conviertan al islam duodecimano, so pena de ser exterminados, con todos los judíos del mundo. Felizmente Dios había calibrado mal su celular y la profecía no se cumplió.

El Imán, gobernante absoluto del país, es designado por una Asamblea de Expertos, ayatollahs  que interpretan el Corán y garantizan que todo candidato, a cualquier dignidad, se encuentre dentro de la ortodoxia chiita. La teocracia de Irán cuenta con el apoyo casi unánime de la población. Estuve en Teherán la última semana de enero de 1979, y pude constatar la devoción con que todos esperaban al Imán Jomenei que llegaba a instalar la República Islámica.  En Occidente circula la falsa idea de que las mujeres  se opusieron a la revolución y eso no es verdad. Vi muchos grupos de mujeres vestidas con burkas que disparaban, tiraban bombas y agredían a todo el que pueda parecer occidental. En esa revolución las mujeres militaron con pasión.

El gobierno de los ayatollahs prohíbe la música, persigue a los homosexuales y a los disidentes de cualquier tipo. Si una mujer deja ver su mejilla puede ser ejecutada, y también quienes le apoyan para cometer ese terrible pecado. La pederastia es una costumbre sagrada y no se puede opinar en su contra. Las mujeres pagan la infidelidad conyugal con la vida, son lapidadas, los primeros en lanzar piedras a la cabeza de la pecadora, deben ser sus propios hijos. El Hezbollah es un brazo militar del gobierno, que promueve el terrorismo en el Medio Oriente y en el mundo. Organizó los atentados en contra de la embajada de Israel y la AMIA en Buenos Aires.

Eso sí, tiene una economía ordenada, sin déficit fiscal, el rial no se devalúa, no existen sindicatos, ni partidos diversos, ni prensa libre. Quienes disienten con el gobierno, en cualquier tema, ofenden a Dios y pueden ser ejecutados. Es otro país con una economía tal vez perfecta, en el que no querría vivir. Prefiero pensar con libertad.

La pregunta de fondo es: ¿trabajamos solamente para que cuadren las hojas de Excel de los funcionarios del Estado o intentamos que todos los habitantes de nuestros países sean lo más felices que se pueda? Los seres humanos no somos solo economía. Hace pocos años se hizo un estudio sobre todos los países del mundo y se llegó a la conclusión de que la gente más feliz es la que habita en uno de los más pobres: Bután.

La sociedad de la red fomenta el fanatismo y la violencia verbal. Como dice Arthur Pinker en The Better Angels of Our Nature: Why Violence Has Declined, es verdad que la violencia se ha reducido en la sociedad occidental. Las militantes revolucionarias, que se apropian de los recursos del Estado argentino, felizmente no los usan para comprar metralletas y hacer la revolución como en el pasado, sino para ostentar carteras Louis Vuitton y coches de alta gama. Nunca combatieron. La pose revolucionaria les sirve para devaluar la moral capitalista, y armar cruceros de lujo con la plata de los municipios más pobres del país.

Pero por otro lado, crece la violencia verbal y el fanatismo. Los algoritmos nos relacionan con quienes piensan igual que cada uno de nosotros, nos convencemos de que nuestros prejuicios son la única verdad y de que los que discrepan representan al mal. Sin necesidad de dioses como Rama X o de conversar con fantasmas como Jamenei, organizamos tribunales inquisitoriales de una nueva religión sin dios.

Los líderes extremos de cualquier cosa se sienten víctimas de conspiraciones universales y usan las definiciones ideológicas de sus adversarios como epítetos. Algunos acusan a otros  de comunistas, y a su vez son acusados de fascistas, sin tomar nota de que Lenin y Hitler murieron hace mucho, y la Guerra Fría acabó en el siglo pasado.

Los agravios y las distancias políticas parecen mayores a las que existían en el siglo pasado, cuando más de la mitad de la humanidad vivía bajo economías centralmente planificadas que enfrentadas al capitalismo. Las diferencias actuales son menores, pero la atormentada psicología de algunos dirigentes y el fanatismo que promueve la red, hacen que algunos candidatos digan que si son elegidos no dialogarán con nadie, gobernarán apoyados solo por sus incondicionales e impondrán sus mitos por la fuerza. Esas ideas terminaron mal con Pedro Castillo en Perú, pasó del golpe de Estado a la comisaría en minutos.

Las sociedades son más complejas que antes y la gente ya no obedece fácilmente. Occidente tiende al caos. En esta semana, Suecia sacó al ejército para controlar el orden, Holanda, Cataluña, Filadelfia, California, Nueva York atraviesan crisis descomunales.

Aunque gane, cualquiera de los tres candidatos presidenciales que debaten hoy en Argentina, tendrá minoría en el Congreso, y gobernará una sociedad rebelde a la que no se le pueden imponer las cosas. Cualquier grupo de jóvenes es capaz de organizar un grupo para defender la ecología, la vida de las focas o los derechos de Patoruzú, paralizar al país y derribar al Gobierno.

En la sociedad atomizada de internet, se necesitan líderes capaces de convocar al encuentro, que puedan lograr que se llegue a grandes acuerdos para desarrollar esta sociedad heterogénea.

Terminada la Segunda Guerra Mundial un grupo de intelectuales dirigido por Teodoro Adorno produjo el libro “La mentalidad autoritaria”, que analiza cómo se forma el huevo de la serpiente, vinculado con la misoginia, la homofobia, el antisemitismo, la xenofobia, el mesianismo.

Emmanuel Lévinas fue un judío lituano cuya familia fue exterminada por los nazis y él mismo estuvo preso en un campo de concentración. En su texto “Alteridad y trascendencia” desarrolló el concepto de alteridad, palabra que viene de álter que significa “otro” en latín. Podría traducirse, en mal castellano, como otredad.

Lévinas promueve la idea de “alternar”, proceder considerando y teniendo en cuenta de manera integral el punto de vista de los otros. No se trata de soportar al diferente, sino de valorarlo justamente porque es distinto, concebir la diferencia como una posibilidad de crecer y no como una amenaza. El Otro no es un rostro que me enfrenta, sino la presencia del infinito que me ayuda a entender que soy incapaz de dominarlo. Algunos autores desarrollaron otras ideas en esta línea, centralmente Sartre, Foucault y Lacan, quien definió al amor como “el deseo que tengo del deseo del otro”.

Lévinas cree que no debemos tratar de atrapar y objetivar al otro como hace la ontología. Prefiere pensar en la filosofía como “sabiduría que nace del amor” y no como “amor a la sabiduría” .

La filosofía judía produjo más ideas esa línea con un sobreviviente de los campos de concentración nazis, Primo Levi, contenidas en su texto de 1947  “Si esto es un hombre”. Dice Levi: “hay que desconfiar de quien trata de convencernos con argumentos distintos de la razón, es decir de los jefes carismáticos: debemos ser cautos para delegar en otros, nuestro juicio y nuestra voluntad. Puesto que es difícil distinguir a los profetas verdaderos de los falsos, es mejor sospechar de todo profeta; es mejor renunciar a la ideas reveladas, por mucho que sean atractivas por su simplicidad y esplendor, y las hallemos cómodas porque se adquieren gratis. Es mejor conformarse con otras verdades más modestas y menos entusiastas, las que se conquistan con esfuerzo, poco a poco y sin atajos, por el estudio, la discusión y el razonamiento, verdades que puedan ser demostradas v verificadas.”

*La opinión expresada en este artículo es responsabilidad exclusiva del autor y no representa necesariamente la posición oficial de Publico.bo


Cuentanos si te gustó la nota

100% LikesVS
0% Dislikes

Jaime Duran Barba

Consultor de imagen y asesor político.

Publicaciones relacionadas

Abrir chat
¿Quieres unirte al grupo de Whatsapp?
Hola 👋
Te invitamos a unirte a nuestro grupo de Whatsapp