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La comunicación de los políticos

La confusión acerca de la comunicación política se hizo enorme. Muchos políticos de países del tercer mundo tratan de comunicarse con la gente escribiendo documentos que nadie lee y pronunciando discursos que nadie escucha. Actualmente, con la aceleración de la producción del conocimiento, se generan en seis meses más conocimientos acerca de cómo nos comunicamos los seres humanos que los que aparecieron en toda la historia de la especie. Para estar actualizados y poder usar esos conocimientos, es indispensable dedicarse al estudio, tener acceso a las investigaciones que se hacen en las principales universidades y poder leer en inglés.

Jaime Duran Barba

Consultor de imagen y asesor político.

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Con la primera revolución industrial se implantó la idea de que el poder proviene del pueblo, no es patrimonio de unas familias escogidas por Dios para gobernar el mundo. Nació una democracia para pocos, solamente hombres, con recursos económicos, alfabetos, que formaron partidos y organizaciones para divulgar ideas y luchar por el poder.

Los revolucionarios defendían la libertad de pensamiento y de expresión. Los totalitarios querían controlar la imprenta y combatían a la prensa independiente que apareció en esos años. La pluralidad de las ideas y su debate alteraban el orden de una sociedad que aceptaba las verdades que imponían los delegados de los dioses.

Más allá del oscurantismo tradicional, se formaron religiones cívicas. Federico Krauze dijo que, ante la crisis de la religión tradicional, las formaciones políticas asumieron rasgos míticos y endiosaron a sus líderes. A partir de que la radio expandió la democracia, aparecieron caudillos que parecían transmitir verdades que no estaban dictadas por extraterrestres, sino que eran fruto de su genialidad o de sus convicciones. Hitler, Stalin, Mao, Velasco Ibarra, Perón, Getulio Vargas, Fidel Castro, Francisco Franco, Charles De Gaulle, Pol Pot, Enver Hoxa, fueron proclamados profetas universales y eternos por esas religiones locales que han desaparecido, con una sola excepción.

Ante la crisis de la religión tradicional, los partidos políticos endiosaron a sus líderes

No solo que la gente creyó en su iluminación, sino que casi todos ellos fueron víctimas del síndrome de hubrys, se endiosaron, quisieron concentrar todos los poderes e imponer sus convicciones y caprichos.

Con la televisión y con internet, estos mitos entraron en crisis. El primer plano de la pantalla hizo ver que los líderes eran solo humanos y la vitrina universal de la red dejó a todos desnudos ante el mundo.

Siguen existiendo políticos que luchan por ideales y hacen lo posible para que sus países sean mejores, pero al mismo tiempo los reflectores alumbraron a algunos, nacidos de la insoportable levedad de las ideas provocada por la crisis de los textos, que convirtió a la política en marketing y al poder en una burda ocasión de enriquecerse.

La confusión acerca de la comunicación política se hizo enorme. Muchos políticos de países del tercer mundo tratan de comunicarse con la gente escribiendo documentos que nadie lee y pronunciando discursos que nadie escucha.

En el siglo pasado prevaleció en los Estados Unidos la teoría del Rational Choice. La mayor parte de los políticos y analistas creía que los ciudadanos leían programas de gobierno, reflexionaba sobre el futuro de su país y escogía racionalmente al candidato al que quería respaldar. Pronto las ciencias del comportamiento demostraron que esto no es así.

No se trata de que a algunos nos guste la comunicación superficial y a otros la filosofía, como instrumento de comunicación. Es necesario estudiar al ser humano, comprender cómo es, cómo se comunica y tratar de llegar al elector con un mensaje que se puede entender. Si el candidato quiere que las masas se muevan con un discurso en latín, va a fracasar, porque no le van a entender, ni siquiera Jesús, si es que está en algún lugar, porque no entendía el idioma romano, hablaba arameo.

Hay que saber que la gente actual no es víctima pasiva de manipulación de los políticos

Actualmente, con la aceleración de la producción del conocimiento, se producen en seis meses más conocimientos acerca de cómo nos comunicamos los seres humanos que los que aparecieron en toda la historia de la especie. Para estar actualizados y poder usar esos conocimientos, es indispensable dedicarse al estudio, tener acceso a las investigaciones que se hacen en las principales universidades y poder leer en inglés.

Muchos descubrimientos confirman lo que se podía saber por el sentido común, pero quedaba oculto por nuestros entusiasmos ideológicos y prejuicios. La norma que en las elecciones pospandemia pasa lo imposible en todo lado tiene que ver con el desajuste entre lo que cree la mayoría de los analistas y políticos y la realidad de la gente.

Chile es un buen ejemplo de este fenómeno. Gabriel Boric, después de protagonizar una campaña moderna, que lo convirtió en portavoz de la gran mayoría que se sublevó en contra del gobierno de Sebastián Piñera, juró como presidente de Chile. Su comunicación, no bien ingresó a La Moneda, retrocedió varias décadas.

Después de las masivas movilizaciones del 2019 en contra del gobierno, casi todos los políticos llegaron a un acuerdo: había que reemplazar la constitución promulgada por Pinochet. A la gran mayoría le parecía evidente que una carta magna promulgada por los militares tendría el rechazo unánime de la población. La pregunta que hicimos, en ese entonces, a varios dirigentes del país parecía tonta: ¿cuántos chilenos se despiertan a la madrugada y no pueden conciliar el sueño porque está vigente la actual constitución?

Los resultados del drama armado en torno al repudiable ataque a Cristina son sorprendentes

Las encuestas, en Chile y en la mayoría de los países de la región, dicen que la gente está enojada, angustiada, la mayoría de los menores de 40 años quiere irse para siempre de su país. No es probable que esta crisis la provoque la vigencia de una constitución, cuyo contenido ni siquiera conocen. Los esfuerzos de Boric por conseguir la aprobación de la nueva constitución lo llevaron a un fracaso fenomenal. Entre otros errores cometió dos que son centrales.

El primero fue que no tomó en cuenta que nadie se interesa en una constitución. Casi nadie las lee. Los chilenos que leyeron los dos proyectos para comparar su contenido y apoyar racionalmente a uno de ellos, no llegaron al 2% de la población. La aprobación plebiscitaria de constituciones es una farsa. Nunca es cierto que el pueblo aprobó el artículo 328 en el que se prohíbe la presencia de plástico en las aguas territoriales de un país. Nadie sabe lo que dice un artículo del texto ni quiere perder el tiempo averiguándolo.

Nuestro equipo ha participado en varios plebiscitos y siempre hemos ganado, porque entendemos las preguntas desde la mente de los ciudadanos y no desde las fantasías de los líderes.

Por otro lado, un presidente que experimenta una caída vertical de su imagen, como ocurre con Boric, no solo puede perder cualquier consulta. También el poder. Si no toma en serio el problema, se convertirá en un pato rengo que cuenta los días para que termine la tortura del poder.

Esa es una norma difícil de alterar. Ante un texto aburrido e incomprensible, la gente vota a favor o en contra del mandatario que defiende una tesis. Si su imagen es mala y viene descendiendo, el resultado está cantado. Va a perder. Si quiere tener éxito, necesita dar antes un paso: comprender a la gente y revertir su caída de imagen.

Lo central es saber que la gente actual no es víctima pasiva de las manipulaciones de los políticos. No lee textos ni oye discursos aburridos, funciona de manera autónoma, se comunica usando un conjunto de estímulos que viajan por la red. Es difícil de engatusar. Esto se aceleró en los últimos años y se reforzó con la pandemia.

Jaime Durán Barba: “Al atentado de Cristina Kirchner le dieron más importancia de la que se debía”

Los resultados del drama armado por el gobierno argentino en torno al repudiable atentado en contra de Cristina Kirchner son sorprendentes. Quienes pretendieron reeditar el efecto producido por la muerte de Néstor Kirchner que llevó al triunfo a Cristina en 2011 no tomaron en cuenta la diferencia entre los dos hechos y las nuevas actitudes de los electores.

Gabriel García Márquez escribió parte de Cien años de soledad en la Ciudad de Buenos Aires. Es probable que su realismo mágico tenga raíces que van más allá de Macondo e incluso de Colombia. En su genial libro de la Cándida Eréndira y su abuela Desalmada, pudo añadir un cuento acerca de los seguidores de Gandhi perseguidos por la banda de los vendedores de copos de azúcar en La Recoleta.

Este sábado, militantes cristinistas de la Iglesia celebraron una misa por la paz en Luján, semejante a la que tuvo lugar en diciembre del 2017, cuando bendijeron a los angelitos que inmediatamente tiraron toneladas de piedras y rompieron con combos joyas históricas de la Ciudad de Buenos Aires, incluida la biblioteca de Juan B. Justo. Es el tipo de paz que promueven algunos funcionarios de la Iglesia Romana que manipulan las creencias religiosas de la gente para promover una violencia que nada tiene que ver con las enseñanzas de Jesús.

Hasta lo que se sabe, el atentado fue organizado por unos pocos marginales entusiastas de un tipo de heavy metal, que vendían copitos de azúcar por las calles. Este es uno de los intentos de magnicidio más exóticos de la historia. El protagonista se acercó tanto a la vicepresidente, que pudo gatillar una pistola a pocos centímetros de su cabeza, sin que se percataran del hecho ni ella ni su escolta. Supieron lo que había ocurrido cuando lo vieron en la televisión, bastantes minutos más tarde.

Sangre, sudor y lágrimas

Vino entonces la intención de provocar una ola de solidaridad con Cristina, que suspenda las causas judiciales que le afectan y sirva de lanzamiento de su campaña. Algunos personajes del Gobierno quisieron confundir a la población acusando a los jueces, la prensa y  la oposición de haber provocado el atentado porque mantienen un discurso de odio.

Es difícil encontrar en el continente otro grupo político que predique tanto odio como el cristinismo. Hay piezas de Luis D’Elía en que insiste en que odia de manera psicótica a todos, en las que exhorta a asesinar a Macri, y coincide con los copitos en el antisemitismo. Otra vocera fue Hebe de Bonafini, que organizó actos para que los niños escupieran los retratos de periodistas, pidió torturar a niños pequeños, hijos de funcionarios del anterior gobierno, aplaudió el atentado terrorista en contra de las Torres Gemelas, no ha dejado de apoyar cuanto acto cruel y vandálico ha afectado los derechos humanos de quienes le caen mal.

Cuando la gente ve a personas como estas predicando el amor y acusando de odiadores a la prensa y a la Justicia, no necesita que nadie le explique que detrás de esto hay una maniobra elemental.

El resultado de este mal manejo de los hechos ha sido que la popularidad de Cristina y del Gobierno hayan caído todavía más. La gente odia las manipulaciones.


*La opinión expresada en este artículo es responsabilidad exclusiva del autor y no representa necesariamente la posición oficial de Publico.bo


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Jaime Duran Barba

Consultor de imagen y asesor político.

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