OpiniónEconomía

La maldición de los recursos naturales

Juan Antonio Morales

Economista, profesor emérito de la Universidad Católica Boliviana

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El libro de Gonzalo Colque Hablemos de la economía boliviana sin ser economistas. (La Paz:  Fundación Tierra, 2024) nos ofrece una excelente discusión, bien documentada y bien escrita, del papel que han desempeñado los recursos naturales en el devenir económico y social del país, y hasta donde, su mal uso y mala administración, han sido causa de nuestro atraso.

Los datos consignados por Colque en su libro muestran el retardo considerable del país con relación a los países vecinos, en términos de años de atraso en la obtención de un mismo PIB per cápita. Añadiría que lo más sorprendente es el atraso con relación a nuestros vecinos de la segunda mitad del siglo XX y en lo que va de este siglo, justamente causado por los auges, seguidos de estrepitosas caídas n cantidades y valores, de las exportaciones de materias primas.

De entrada, hay que decir que la riqueza natural en sí misma no es una maldición, sino en cómo se la administra. Hay mucha evidencia internacional al respecto.

La historia de Bolivia del siglo XX, hasta 1985, estuvo estrechamente ligada a la del estaño. Con su crisis, tres sectores toman el relevo: los hidrocarburos; la agricultura de exportación, centrada en Santa Cruz, y, la minería del oro.

Las utilidades dependerán también, aparte de los aportes del capital y del trabajo, del recurso natural. Ese aporte del recurso natural a la producción es la renta. El rentismo acompaña a la renta de los recursos naturales. La apropiación de esa renta es crucial, puede ser estatal, bajo el criterio de que la riqueza natural es propiedad de la nación, o puede ser privada, mejor dicho, compartida con el estado mediante el pago de impuestos, para hacer atrayente la explotación a los inversionistas,

El rentismo está estrechamente asociado con la apropiación de las rentas. Colque lo defina bien: es la obtención de beneficios de cualquier tipo y sin necesidad de contribuir de manera significativa a la creación de esos beneficios.  La maldición de los recursos naturales resulta del agravamiento de las pujas distributivas entre los distintos agentes económicos.

En contraposición con las rentas mineras formales y de hidrocarburos, que predominantemente las maneja el estado, la renta agropecuaria beneficia al sector privado y los conflictos distributivos recaen sobre la propiedad de la tierra.  Hay rentas en la medida en que no se paga por las externalidades negativas producidas como la deforestación.  El tercer sector rentista consignado en el libro de Colque es el de la minería informal, que ha tenido gran expansión en los últimos años, con grandes daños ambientales.

La tributación, neta de las subvenciones al diésel, en los dos sectores es negativa. Ella no llega a compensar los daños medioambientales

En la taxonomía de Colque las bonanzas suelen dar lugar a espejismos, – que distraen la atención del público -, obstaculizan la transformación de la matriz productiva; dificultan la reconstrucción del aparato productivo, una vez terminada la bonanza; e influye negativamente en la política y en la calidad de la política económica. Por otra parte, hay extrema dependencia de las rentas de los precios internacionales.

Con un ingreso inesperado y masivo de dólares, generados en los recursos naturales, el tipo de cambio real (TCR)  se aprecia (es decir, el dólar se vuelve barato) cayéndose en la  enfermedad holandesa.  El país pierde entonces competitividad en todos los sectores que entran al comercio internacional, salvo el de recursos naturales. El país se desindustrializa.

Como lo hace notar Colque, el país no tiene base industrial, por lo tanto, si hay enfermedad holandesa no hay desindustrialización. Mejor dicho, la enfermedad holandesa toma una forma insidiosa: asfixia a todos los sectores productivos que no sean de recursos naturales, impidiendo la gestación y la posibilidad de creación de empresas.

Al terminar la bonanza exportadora a fines del 2014, con un efecto algo retardado, han aparecido desajustes macroeconómicos y se prevé bajo crecimiento del PIB. Una vez más hemos caído en la maldición de los recursos naturales.

*La opinión expresada en este artículo es responsabilidad exclusiva del autor y no representa necesariamente la posición oficial de Publico.bo


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Juan Antonio Morales

Economista, profesor emérito de la Universidad Católica Boliviana

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