Los Demóstenes de las redes sociales
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El debate político chileno muestra serios atisbos de degradación e infantilismo. Que la máxima autoridad del país esté discutiendo en redes sociales con un senador de la República, es una muestra fehaciente de esto. Antes, al menos, en su populismo barato, los políticos decían estar preocupados de los «problemas reales de la gente». Ahora, están preocupados de sus seguidores en redes sociales. A ese nivel de superficialidad han llegado.
La pobre discusión, entre los dirigentes políticos, respecto a la propuesta constitucional también denota esa decadencia de la política. La franja ha sido una campaña de desinformación. Los partidos del oficialismo dicen que de ganar el «En contra», no van a impulsar un nuevo proceso constitucional, para centrarse en temas como seguridad, crecimiento y migración. Pero el codo está bastante cerca de lo que firmaron. El debate respecto a la carta fundamental está degradado y eso es exclusiva responsabilidad de los partidos políticos que no han sido capaces de elevar el nivel de la discusión.
Ciertamente, hay en todo este problema un asunto generacional. Lo planteado semanas atrás por José de Gregorio, en la Facultad de Economía de la Universidad de Chile, es una verdad del porte de un buque. La frivolidad con que los políticos jóvenes abordan los temas explica que, cada tanto, se estén desdiciendo. Es que no escuchan, sólo juzgan y condenan. El problema es que también vemos a políticos de la vieja escuela sumidos en un voluntarismo e irresponsabilidad que raya en el absurdo. Por ejemplo, a propósito del tema constitucional, Francisco Vidal ahora dice que la Constitución actual es la de Lagos, sin inmutarse.
«Antes, al menos, en su populismo barato, los políticos decían estar preocupados de los “problemas reales de la gente”. Ahora, están preocupados de sus seguidores en redes sociales».
Por otro lado, los políticos con experiencia, provenientes de la denostada Concertación y que ahora están en el gobierno, están quemando todos sus cartuchos tratando de gobernar el cumpleaños de monos. Mientras Camila Vallejo se blinda para no despeinarse, Carolina Tohá está poniendo todo su capital político en juego. Lo mismo sucede con Carlos Montes. Mientras tanto, el Presidente Boric se hace selfies en el cerro.
Tampoco hay una oposición a la altura. Hay que decirlo. Javier Macaya, un senador, se pone a discutir en redes con Boric. Uno esperaría algo más, considerando el complejo contexto social, político y económico. Todo mientras la crisis de seguridad se agudiza y la corrupción política se traduce no sólo en un Ministerio de Vivienda allanado por la PDI, sino en varios ex alcaldes de la derecha formalizados, como Kathy Barriga, o condenados, como Raúl Torrealba o Karen Rojo.
No se ve promisorio el horizonte para Chile, tomando en cuenta la calidad de nuestras dirigencias políticas. Si lo decimos coloquialmente, tenemos una política penca porque tenemos políticos pencas. Eso se traduce en un debate degradado, pero también en mala gestión y desprolijidad, como los últimos bochornos en la expulsión de ilegales.
Pocos de nuestros actuales políticos se salvarían de estar en alguna publicación satírica como aquella de 1868 titulada «Los Demóstenes de la mayoría». Se imaginan hacer un comparativo entre los discursos parlamentarios del siglo XIX y los de ahora. Y eso que los de hoy tienen asesores pagados por los ciudadanos. Ahora, tenemos los Demóstenes de las redes sociales.