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Mal; muy mal…

Carlos Valverde

Analista político y periodista

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Pudieron hacer las cosas bien, simplemente debieron aplicar los mecanismos de la Constitución local, es decir el Estatuto Cruceño que es constitucional, pero más que todo porque el mismo es el producto de una construcción colectiva y expresión de la voluntad ciudadana aprobada en Referéndum por el 82%.

Lo dijimos los primeros meses de enero del 2023 y, repetimos sin cansarnos a lo largo de ese año, aseguramos que debieron acudir al Estatuto apenas pasada la sorpresa que generó el secuestro del Gobernador, pero no, sacaron lo peor que tenían: quisieron mantener el dominio del “poder” departamental para los que se autoproclamaron “hermanos” de la autoridad electa, ahora devenido en “privado de libertad”, que pide permiso para recibir a un periodista y, ese no es el tema, que no debe molestar a nadie, sino que el problema es que se exprese ese deseo que buscaba un beneficio que no tiene ningún otro privado de libertad; menos mal que no lo logró, porque luego no sabríamos explicar los cruceños cuáles son las causas de semejantes privilegios del preso más importante del país, de manera que se tiene que conformar con escribir cartas a mano, con su firma y, ahora, huella digital como documento de “autenticidad”.

Bajaron el valor de la Gobernación manteniendo un poder sin legitimidad; manejaron la más importante institución política del departamento por “turnos”; primero fue el tal Navarro (que salió de huida al extranjero, vaya uno a saber por qué) al que, aun con el gobernador en funciones, quisieron convertirlo en gobernador suplente y se ganaron un estúpido juicio porque la situación fue rectificada de inmediato y no se generó daño alguno con tal nominación. Luego, ellos mismos, tratando de quedar bien con un comandante de la policía local, se allanaron a comprar un camión de bomberos ¡a un vendedor de café! (lo denunciamos en su momento) y, claro, el vendedor de café a granel no pudo cumplir con semejante tarea y le cargaron a la gobernación el fardo y no al comandante que hizo la solicitud, como hubiera correspondido, vaya uno a saber si el tal comandante no recibió la orden de hacer las cosas de esa manera. Los “leales” le hacían daño al gobernador, estando él en Santa Cruz.

Una vez detenido ilegalmente el gobernador, Navarro huyó, lo sustituyó en el mando político y control del aparato administrativo el senador Erik Morón, como si, al ser de otro poder del Estado pudiera acercarse siquiera a ese lugar en condición política, pero, era el “hermano de turno” y, durante un tiempo era la “autoridad política” en la gobernación, hasta que algo pasó y lo cambiaron por Efraín Suárez; Morón dio muestras de ya no ser parte del entorno hace unos días, cuando y hasta dio testimonio de aquello,  hablando en pasado  de su relación con Creemos.

Efraín Suárez estuvo haciendo “de Camacho” sin derecho formal, pero algo pasó y, afuera… fue el del tiempo más largo, ninguno de ellos fue verdaderamente útil a la gobernación; por momentos el poder político de la Asamblea se expresó en el ejecutivo, o sea, en otro poder del departamento; Zvonko Matkovic y Paola Aguirre los ejecutores, aunque no de manera oficial. Para colmo de males, la ley 293, fue sacada de apuro y que no tiene reconocimiento constitucional se hizo para justificar el mando del gobernador desde la cárcel altiplánica, pero en los hechos ese poder lo manejaron otros, así este haya firmado leyes.

Pudo salir “bien” esa prueba de fuego; bastaba con darle funcionalidad al Estatuto, pero el diablo metió la cola entre tantos cristianos practicantes y ganó el odio y la voluntad de ejercer un poder a gusto, desdibujando la función de la gobernación autónoma; el colmo fue que se acusa, desde la gobernación al Tribunal Constitucional departamental (Sala 3era) y que de ahí los manden a leer el Estatuto; de eso ya pasa un tiempo,

Al final, termina siendo el Tribunal Constitucional nacional, el que, antes de vencerse su legalidad constitucional, porque después se auto-prorrogó, le dio gusto al poder gubernamental de Luis Arce, que no nos quiere a los cruceños (no hay que llorar por eso, simplemente tenerlo presente) y terminó mandando y ordenando lo que se tuvo que hacer.

¿Hay necesidad de hablar y escribir sobre esto? Claro que sí. Debe quedar constancia de cómo fueron las cosas, porque al final el poder político impuso su idea y trató a la gobernación como trapo de piso, es decir, definió lo que se hizo; menos mal que Zvonko Matkovic no se inmoló y, acumulando un odio dañino, dio lugar a lo que correspondía hacer, aunque puedo evitarse la forma, pero ya está.

Ahora la Asamblea Departamental pende de un hilo; hay otra rebelión interna, el asambleísta Antonio Talamás denunció corrupción en la gobernación y no sólo eso, da muestras de un abuso político que debe ser investigado (desmantelamiento de algunas secretearías); se supone que el vice gobernador, en suplencia del gobernador no debe poner trabasen esas investigaciones. Pensamos (no soy el único) que muy difícilmente Talamás vuelva a ser parte a-crítica del bloque de mayorías. Quien también puede tomar ese camino parece ser doña Katia Quiroga, asambleísta de Demócratas, con lo que el “aire político” tan en el límite de la Asamblea departamental puede cambiar.

Se siente derrota total, porque los Tribunos (TCP local) “ordenaron reconocer a Mario Aguilera a todas las instancias administrativas del poder local (seguramente se dará a nivel nacional sin orden) y llegaron al extremo de hacer lo que nosotros denunciamos hace muchos días antes de que ocurra en SIN COMPOSTURA: le van a invalidar la firma a Luis Fernando Camacho y ocurrió; eso se pudo haber evitado, era cuestión de anticiparse y actuar en cumplimiento del estatuto, simplemente eso, pero, no, lo hicieron como lo hicieron y así nos fue; invalidar esa firma es un exceso, porque Camacho sigue siendo gobernador.

Finalmente, lamentar la actitud del presidente de la Asamblea, que dista mucho de ser el valiente hombre que aguantó 10 años sin dar el brazo a torcer, declarándose culpable,  en el injusto y abusivo proceso de terrorismo; de ese Zvonko no queda nada, este lamentablemente juega (es un decir, porque lo hace convencido) a ser leal, más a la persona que al departamento; la verdadera lealtad es saber llegar reflexionar a la persona y hacerle notar sus errores y cuáles son los caminos que convienen al proceso por el que se está pasando; la sumisión irreflexiva sólo trae derrotas y en esas derrotas se afecta al departamento que es, finalmente, el objetivo y el bien a preservar.

El poder de Arce busca quedarse con todo; mantener a Mario Aguilera en el cargo de suplente de gobernador debe ser el objetivo número 1; mientras él esté y asuma lo que comprometió en su discurso de presentación, el poder encontrará una traba muy seria.

Ya habrá tiempo para hablar de ello y de él; mientras, a tomar un trago de guarapo bien dulce para pasar este amargo de la derrota que nos obligaron a sufrir; es claro que no tiene porqué se definitiva, es de esperarse que no sean ellos quienes “fogoneen” desde dentro, convirtiéndose en útiles del poder central, que es de quien debemos cuidarnos.

Mal, pero no tiene porqué ser definitivo.

*La opinión expresada en este artículo es responsabilidad exclusiva del autor y no representa necesariamente la posición oficial de Publico.bo


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Carlos Valverde

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