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Parlamento en tercios y política binaria

Emilio Martinez

Escritor y analista político

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Un opositor de Angola, con largos años de experiencia en la resistencia a un régimen autoritario, me dijo en el Oslo Freedom Forum que es un error ver a estos sistemas como monolíticos, y que se debe aprender a detectar sus fisuras y heterogeneidades para golpear sobre ellas. En cambio, cuando se los ataca como a un todo, estos regímenes suelen cerrar filas y neutralizar las iniciativas de la disidencia.

Es una versión del “dividir para imperar” en clave democrática, apuntando a destronar uno a uno a los distintos alfiles autoritarios, usando muchas veces sus propias rivalidades como fuerza destituyente.

En Bolivia, la nueva realidad surgida con el “masismo sin Evo” que volvió al poder, ha llevado en la práctica a un gobierno en minoría y a un Parlamento en tercios. Sin embargo, la política boliviana sigue siendo binaria, colapsada sobre los polos que se dibujaron en torno al referéndum del 21F y a los sucesos de octubre del 2019.

Esa disonancia entre las rutinas de la polarización y la fragmentación parlamentaria, ha llevado a paradojas como la unión contra natura de oposición y evismo para censurar a un Ministro de Gobierno que supo chocar con ambos campos, con la persecución a ex autoridades nacionales de la transición y a un gobernador en funciones, y con algunos operativos antinarcóticos que parecen afectar al entorno de Evo Morales.

El sentido común podría indicar que es la extrema izquierda evista la que debería estar quedando aislada, pero el arcismo no ha tenido la cintura negociadora para tender puentes mínimos con la oposición, que le den gobernabilidad sobre la base de un cese de las persecuciones ideológicas, la liberación de exportaciones y una “modulación” del déficit fiscal, como la que el ministro Marcelo Montenegro le sugirió a Argentina.

En vez de esto, el gobierno de Arce libra una batalla en dos frentes, algo que la experiencia universal muestra como un camino al fracaso. Tampoco está claro que la oposición tenga una estrategia creativa para utilizar las nuevas heterogeneidades y la poliarquía en el masismo, y se corre el riesgo de una simple funcionalización con los ataques del evismo a la administración gubernamental.

La única excepción a este equívoco panorama fue el tratamiento de la Ley del Censo hace más de medio año, un esquema que oficialismo y oposición no se mostraron capaces de reeditar en los debates sobre el reglamento de preselección para los comicios judiciales.

Si no hay un replanteamiento creativo, la oposición puede quedarse reducida al rol de ariete de las ofensivas evistas en el Parlamento, y será el ex presidente Morales el que dará gobernabilidad cuando se cumplan sus demandas.

*La opinión expresada en este artículo es responsabilidad exclusiva del autor y no representa necesariamente la posición oficial de Publico.bo


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Emilio Martinez

Escritor y analista político

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