Régimen de Corea del Norte fusila dos mujeres por ver programas de TV prohibidos

Por Marcelo Duclos¹

Los voceros del sangriento régimen comunista de Corea del Norte -que increíblemente los hay- aseguran que el régimen de los Kim no busca “limitar” la información en el país, sino evitar la “corrupción desinformativa” del “imperialismo” norteamericano, que utiliza supuestamente a los vecinos del sur en contra del país. Claro que el control a los adultos es el último capítulo de un adoctrinamiento delirante que empieza con la primera educación. Sin embargo, a pesar de tratarse de la dictadura más hermética y el país más aislado del mundo, las personas buscan información del mundo exterior y muchas veces pagan con su vida.

La propaganda de la televisión estatal es absolutamente distópica. Como hizo su abuelo y su padre, Kim Jong-un utiliza el monopolio de la comunicación para machacar con un relato que no todos creen. Sin embargo, como en todos los regímenes dictatoriales, los gobiernos autoritarios cuentan con el respaldo de muchos civiles que buscan congraciarse con las autoridades. Recordemos que en Corea del Norte, que más que un sistema “igualitario” se trata de un esquema de clases, donde los que tienen los mayores beneficios son los funcionarios del régimen.

Una vecina delatora del condado de Chongdam denunció a dos mujeres de un “crimen” que se paga con la vida: sintonizar en sus televisores programas televisivos del próspero vecino capitalista del sur. Justamente, en el sur de Norcorea (más precisamente en la provincia de Hwanghae) si se modifican los aparatos televisivos puede llegar a sintonizarse la programación de Corea del Sur, lo que es considerado un grave delito por la dictadura comunista consanguínea.

Según informaron ayer los mismos medios oficiales del régimen, a principio de mes dos mujeres fueron fusiladas en un evento público en la mencionada ciudad. Luego de la denuncia de la vecina, que tuvo lugar en diciembre del año pasado, el ministerio de Seguridad del Estado corroboró que las víctimas del sangriento episodio habían desbloqueado un televisor para ver los programas prohibidos. En ese momento fueron detenidas y luego de los burdos procesos judiciales norcoreanos, se decidió que las dos personas debían ser fusiladas ante la presencia de los vecinos de la ciudad.

Estas ejecuciones tienen una larga tradición en los regímenes comunistas. Ya en las épocas de Stalin, las personas que tenían algún reparo en entregar la producción agrícola de sus granjas familiares eran liquidadas delante de sus vecinos. Las balas llegaban al padre del hogar, su pareja y los hijos. No se salvaban ni las mascotas. Todos eran masacrados y sus cuerpos quedaban en el lugar del crimen, para que los demás comprendan las implicancias de la rebeldía ante el Estado.

“Las dos se hicieron rápidamente íntimas al compartir su ideología, corrompida al hablar de su curiosidad por Corea del Sur y el mundo exterior”, justificaron ante el hecho las autoridades del gobierno de Kim. Según informó el mismo régimen, estas medidas son necesarias para “enderezar las cabezas de todos” y terminar con los “comportamientos ideológicamente corruptos de los tiempos actuales”.