OpiniónEconomía

Si el bloqueo produce desarrollo, vamos camino a ser una potencia

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¿Le ha pasado que de ida al aeropuerto se topa con un bloqueo y se le crispan los nervios buscando rutas alternativas para no perder el vuelo? ¿Qué del productor que luego de batallar con el clima, los bichos, las malezas y otras plagas, logra cosechar y cuando quiere vender su producto lo pierde todo por estar bloqueado el camino? ¿No le duele el alma saber que decenas de miles y hasta cientos de miles de pollitos BB mueren por exceso de calor cuando las rutas están bloqueadas? ¿Qué del ganado, que siendo transportado en camión, al estar varado por días sin beber agua, bajo el solazo, pierde peso y hasta muere? ¿Sabía que hay bloqueos donde cobran dinero para “dejar pasar”?

¿Qué del obligatorio transbordo al que se ven sometidos los pasajeros de un bus, taxi o flota, debiendo pagar un “mototaxi” o, a falta de dinero, andar a pie para contratar otro vehículo del otro lado?

¿Cuántos enfermos, mujeres embarazadas, niños y viejitos deben sufrir días detenidos en el camino por la desaprensiva actitud de un puñado de bloqueadores que les impiden proseguir su camino?

¿Qué de los emprendedores que “viven al día” con las ventas que hacen, pero al no poder llegar a su destino por un insufrible bloqueo, pierden el negocio?

¿No es indignante ver cómo nuestros choferes del transporte pesado deben pasar día y noche a la intemperie, muchas veces sin comer ni beber adecuadamente, sin poder asearse con normalidad, atacados por los insectos y asaltada su carga, además, sólo porque unos cuantos bloquearon las carreteras?

¿Qué del exportador que pierde su conexión portuaria, incumple contratos de entrega y sufre multas y castigos por ello, y hasta pierde clientes y mercados porque un bloqueo echó por tierra todo su esfuerzo?

¿Quién resarce al importador que no puede cumplir con la provisión de insumos, maquinaria, equipos y otras mercaderías, cuando la cadena de distribución es rota por los bloqueadores?

¿Cómo se siente Ud. haciendo interminables colas para cargar combustible, debido a que un bloqueo complotó contra su normal oferta en la ciudad y en el campo?

¿Quién cubrirá el lucro cesante cuando nuestros productores, comerciantes y prestadores de servicios no pueden generar recursos por estar bloqueados, pero deben cumplir impajaritablemente con sus obligaciones sociales, financieras y laborales?

¿Qué de aquellas personas de limitados recursos que ven cómo suben los precios de los alimentos al escasear éstos porque un bloqueo impide su llegada al mercado?
¿Qué del turista que se queda sin dinero porque su presupuesto no contempló el ítem “provisión para bloqueo imprevisto en Bolivia”? ¿Quién impedirá que hable mal del país y su testimonio se sume a la mala imagen de permanente inestabilidad que proyectamos?

¿Qué de nuestra amada Patria que, teniéndolo todo y pudiendo hacerlo todo, para salir de la pobreza y llegar a ser una potencia, se ve envuelta en una escalada de conflictos? ¿Es que, acaso, el bloqueo es sinónimo de desarrollo, como para que nos empeñemos tanto en ello?

Sobre el tema, el Instituto Boliviano de Comercio Exterior (IBCE) informó recientemente -a partir de un trabajo de su Unidad de Comunicación, basado en una exhaustiva recopilación de notas de prensa por medios escritos y digitales, así como de reportes desde el lugar de los hechos por parte de civiles, incluyendo provincias- que el Departamento de Santa Cruz, entre enero y agosto del 2023, registró 146 puntos de bloqueo y 163 días en los que no se pudo trabajar con normalidad, debido a ello.

Por su parte, la Unidad de Estadísticas del IBCE, más allá de los 10 millones de dólares/día estimados como daño de forma coincidente por el sector productivo cruceño y el Gobierno nacional, calculó que un bloqueo en las dos carreteras Santa Cruz-Cochabamba genera una pérdida para el comercio exterior de casi 10 millones de dólares/día pero, si el bloqueo se da en toda la región, el impacto sobre las exportaciones e importaciones sube a 16 millones/día.

Tan impactantes cifras deberían llevar a las autoridades y a la sociedad civil a reflexionar sobre por qué pasa esto en el país, especialmente en el bastión económico de Bolivia, donde el bloqueo hace foco.

En una reciente entrevista, la Conductora del Programa QNMP, Cecilia Bellido, me preguntó la causa de esta vorágine de bloqueos -le respondí si quería la respuesta políticamente correcta o la verdad- como me instó a decir lo segundo, entonces, abrí mi corazón, exactamente como lo hago ahora…

Respondí que la recurrencia del hecho se da porque, habiendo normas que establecen derechos y obligaciones para los ciudadanos, por una parte, y existiendo instituciones llamadas a cumplir y hacer cumplir las mismas, por otra, el no hacerlo envía esta perversa señal a la sociedad: “El abuso de unos pocos sobre muchos está permitido y no será penalizado”. De ahí que, en la repetición del hecho, nace una “cultura del bloqueo”, donde prima la razón de la fuerza por encima de la fuerza de la razón, pasándose por alto que el derecho de una persona acaba donde empieza el derecho de otra, con lo que se consagra el “derecho al bloqueo” y se vulnera el derecho a la libre circulación y al trabajo.

De no ponerse coto a este abuso, Bolivia podría sumirse en la anarquía y la confrontación.

Anticipar el conflicto, para que no se produzca; gestionarlo rápidamente, si ha sucedido y sancionar a quien cause daños en un bloqueo, es tarea de las autoridades llamadas por ley para garantizar la paz y el orden. ¡Para eso fueron elegidas y escogidas!

*La opinión expresada en este artículo es responsabilidad exclusiva del autor y no representa necesariamente la posición oficial de Publico.bo


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