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Hace varios meses, tuve el gusto de conocer a Lo Kim, un coreano que estuvo en Bolivia casi dos años, trabajando en un organismo internacional en un proyecto que buscaba beneficiar a una parte de la población.
Si bien Lo disfrutó de la comida, los paisajes y sitios turísticos, experimentó de primera mano aquello que también nos deja perplejos a muchos en cuanto a los malos hábitos que tienen varios de nuestros ciudadanos.
Nuestra amistad se desarrolló entre reportes del dolor de cabeza que le causó recuperar la visa de Bolivia ante el magnífico servicio de migración del país. Esto porque en un viaje a Tarija, robaron su mochila. Luego de 6 meses de peregrinar y tratar de entender el burocrático sistema desordenado que manejan, pudo recuperar su visa.
Kim nunca trabajó con tanta gente mediocre que utiliza las excusas más ridículas para justificar la baja ejecución de un proyecto o las prolongadas demoras en una actividad. Estos “profesionales” reciben un buen sueldo, pero sí pueden aplicar la viveza criolla y llevar a su familia y demás amigos a comer a un hotel, bajo excusa de que es parte de un proyecto, lo harán.
Las reuniones de trabajo durante mi pasantía en Alemania, con el Dr. Pierre Ibish, uno de los autores del libro de Biodiversidad de Bolivia, eran hermosas ya que eran concisas y breves. En 15 minutos se acordaba la planificación, avance y se decidía qué necesitaba mayor investigación o corrección. Claro, yo debía estar fuera de su oficina faltando 2 minutos para la hora acordada.
Con el amigo coreano, se volvió una constante, compartir una cena o un café casero, en medio de alguna de sus maratónicas reuniones de 2 o hasta 4 horas. No eran productivas e incluso el coordinador del proyecto, se tomaba la libertad de hablar de su vida personal durante 1 hora o más. ¿Le suena familiar? Pues a mí sí. Me pasó como funcionaria pública y aún hoy. Peor aún con el tema de la virtualidad, hoy se abusa del tiempo de los demás, pensando que por ser algo virtual, desde casa o sin tener que ir a otro lugar, uno está con tiempo para dar vueltas en reuniones sin fin y sin resultados objetivos.
Kim quedó siempre impactado del nivel profesional de funcionarios públicos y desde luego de otros consultores en esta entidad internacional. Él consideró que por ser de nivel internacional, los profesionales bolivianos estarían a ese nivel. Se enfrentó con profesionales que no podían armar una lista en el programa Excel o que de frente se inventaban nombres y datos para llenar planillas de “asistencia”.
A nivel público, nunca comprendió el mal trato en ciertos cargos con la sociedad. Me explicó que en Corea, para ser funcionario público, primero hay que dar un examen específico al área donde se desea trabajar y segundo, el sueldo no es el más atractivo. En efecto, una vez que aprueba el examen, tiene más posibilidades de tener un trabajo continuo con los años. El trato con el público es muy educado y eficiente, ya que el público puede demandar su destitución.
Lo prefirió tomar una mejor oferta fuera del país y atravesar una suerte de purga de todo lo torcido que pasó en Bolivia. Llegó a sentirse muy frustrado como si se tratara de su culpa la ineficiencia de varios profesionales con los que tuvo interacción.
Lo que más me impacta, es que él siente que le falló a su nación y gobierno, pues de alguna manera su trabajo es cubierto con fondos para ayuda internacional de su país. Cuando dejé la función pública, experimenté una frustración porque así uno tenga muchas ganas e intención de trabajar por el país, al parecer la estructura que sostiene nuestras entidades públicas ya viene muy enmohecida desde hace más de 14 años.
Lo Kim planifica volver a Bolivia pero como jefe de proyecto y asegurarse que el dinero que su país programa para colaborar a Bolivia, realmente sea ejecutado. Acá lo estaré esperando para apoyar el equipo que elija con profesionales trabajadores que también sueñen con mejorar el país.
*La opinión expresada en este artículo es responsabilidad exclusiva del autor y no representa necesariamente la posición oficial de Publico.bo