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Para imponer un régimen arbitrario, el Estado debe dejar de ser imparcial con sus ciudadanos y promover el aislamiento de Bolivia del concierto internacional. Concebido y diseñado por una estrategia política premeditada. No le interesa al gobierno de Arce instalarse en los organismos multilaterales representativos. Sabe que esto conllevaría cumplir una serie de normas legales y sujetarse a obligaciones, indispensables para acceder a beneficios financieros, la promoción de inversiones externas, y los acuerdos de comercio y cooperación. Le exigirán que el país se desenvuelva dentro de una normalidad democrática, desarrollo institucional, respeto a los derechos humanos y consolidación del Estado de derecho. Algo que no entra en la mente de Arce/Evo, ni está en la esencia del etnopopulismo autoritario.
Al gobierno del MAS no le interesa aplicar los convenios internacionales, por el contrario, ignora los contenidos de la Carta Democrática Interamericana de la OEA, necesita manga ancha, no desea ataduras formales que le impidan perseguir a líderes de oposición, encarcelar sin debido proceso a la expresidenta y cuanto dirigente cívico o político se convierta en una amenaza. No le importa ocultar su política de exacerbación del odio, por el contrario con actitud maliciosa promueve la polarización social-racial y la confrontación regional. Su inocultable propósito es concentrar el poder, apropiarse del Estado, para generar el desanimo y el miedo en la comunidad nacional.
Para eludir su soledad, el régimen cocalero requiere rodearse de sus pares, establecer complicidades, dotarse de un relato político y construir sus propios espacios internacionales o plataformas políticas y de comercio, como: UNASUR, CELAC, ALBA, PETROCARIBE, y tantas otras. Alrededor de este andamiaje caprichoso, montaron una red de aparentes instituciones, con edificaciones faraónicas y personal administrativo privilegiado. ¿Para que sirvieron?, para despilfarrar el dinero del boom de las materias primas, hacer negocios, y dar cabida a políticos sin ocupación en los países de la órbita bolivariana. Así, Kirchner fue el primer secretario general de Unasur, sucedido por el expresidente colombiano Ernesto Samper. Choquehuanca fue premiado con la secretaría ejecutiva del ALBA. ¿Qué hicieron? Destruir las economías de la región y promover el societarismo intolerante.
Como el juguete se quemó, lo desechan y aggiornan con un nombre más originario: RUNASUR. No les importa desperdiciar las construcciones, ni olvidar el suntuoso parlamento de UNASUR en Cochabamba. No tienen remordimientos, ni piensan asumir alguna responsabilidad por la enorme malversación económica. Solo persiguen eludir a la Organización de Estados Americanos, despreciar a las comisiones de derechos humanos y misiones electorales de las Naciones Unidas y la Unión Europea.
Pero ya no son suficientes las plataformas internacionales para encubrirse, tampoco el costoso lobby de prensa y de “opinólogos” arrendados. El régimen requiere controlar físicamente el territorio nacional financiando grupos paramilitares de choque y hordas agresivas que bloquean caminos, ocupan propiedades, incendian bosques y agreden brutalmente a toda manifestación pacífica en contra de las injusticias y corrupción gubernamental.
Como Cuba, Bolivia, Nicaragua y Venezuela violan los derechos Ciudadanos y menosprecian la libertad, fueron ignoradas y excluidas de la “Cumbre internacional para la Democracia” organizada por el presidente Biden; entran al club de los indeseables Estados villanos. Serán vencidos por “el desafío definitivo de nuestro tiempo”, la consolidación de verdaderos Estados democráticos y eficientes agentes del desarrollo humano en nuestro continente.
Corresponde asumir responsablemente la oposición pacífica a las arbitrariedades del desgobierno masista. Hoy es necesaria la unidad en la acción y la solidaridad entre todas las entidades cívicas y organizaciones democráticas de la sociedad, con todos los ciudadanos perseguidos, encarcelados y exiliados injustamente.
*La opinión expresada en este artículo es responsabilidad exclusiva del autor y no representa necesariamente la posición oficial de Publico.bo