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En las últimas semanas, el Federalismo volvió a ser “Trending Topic” en la conversación política de nuestro país, lo que llamó particularmente la atención fue que quien inició el debate fue el Ex Presidente Evo Morales, no creo que haya sido una casualidad.
Durante los 14 años que duró su gestión, el Gobierno de Morales se dedicó a asfixiar las autonomías desde donde pudo. Los procesos descentralizadores, llámese Autonomías o Federalismo, además de la elección de autoridades, se resumen principalmente en 2 conceptos: competencias y plata. Las competencias fueron definidas (recortadas) desde la Constitución Política del Estado y posteriormente con las leyes que se fueron promulgando se fue modulando el carácter centralista de las Autonomías en Bolivia, Por dar un ejemplo, la ley 777 del 21 de enero de 2016 que obliga a las Entidades Territoriales Autónomas a adecuar los Planes de Desarrollo al Plan Nacional.
Si con las competencias nos fue mal, con la plata nos fue peor, porque nunca llegó. Se transfirieron (menguadas) competencias, pero no se transfirió la plata. ¿Cómo se puede asumir una competencia sin tener los recursos para hacerlo? La Autonomía que entregó el gobierno del MAS a las Entidades Territoriales Autónomas fue una caja vacía envuelta en un papel de regalo.
No solo no se entregaron los recursos, se preocuparon además de imposibilitar la capacidad de crearlos por propia cuenta. La Ley 154 de Clasificación de Impuestos decretó que, con excepción de los que la Participación Popular otorgó a los gobiernos municipales, la totalidad de los impuestos que se recaudan en Bolivia sean administrados desde el centralismo. A las Gobernaciones les dejo solo 3 hechos generadores: la herencia, la propiedad de aviones y naves acuáticas (en un país sin mar) y los servicios ambientales. No sin antes aclarar que, si las Gobernaciones quieren cobrar estos impuestos deben primero obtener la autorización del Ministerio de Economía y Finanzas Públicas.
Lo único que se profundizó en el proceso autonómico boliviano fue el centralismo, en la medida que los pocos recursos con los que contaban las Gobernaciones también fueron paulatinamente recortados. Desde la llegada del MAS al Gobierno, los recursos del IDH que debían llegar a las Gobernaciones fueron escamoteados por el centralismo. Por dar un ejemplo, la Renta Dignidad o la implementación del gas domiciliario fueron financiados metiendo la mano a los bolsillos del IDH. Linda tarea para parlamentarios de Tarija o Santa Cruz para que fiscalicen a qué departamentos les dieron prioridad al momento de construir estas redes. En resumen, las competencias fueron reabsorbidas por el Nivel Central del Estado y los recursos nunca llegaron a las entidades autónomas.
¿Qué busca entonces Morales con el debate Federal? Para entender esto, es necesario reconocer que desde que Evo Morales asumió el Poder, Santa Cruz se erigió en el principal opositor al Gobierno del MAS, toda vez que el proyecto con receta caribeña representa una visión antagónica al sentir cruceño, a su modelo de desarrollo, a su cultura y a su visión de País. Morales aprovechó este antagonismo para la construcción de un relato que lo favorecía en ese momento. Apoyado en la simpatía internacional de la que gozaba el ex Presidente y de la esperanza de cambio que había generado en una buena parte de la población boliviana, aprovechó para que, desde su gobierno, se construya un falso discurso antagónico entre los “pobres indígenas oprimidos” contra los “racistas, separatistas y oligarcas de Santa Cruz”. Un papel de victimización al que ex presidente supo sacarle provecho.
Durante los 14 años que duró el mandato de Morales, Santa Cruz resistió valientemente al proyecto totalitario del MAS, a pesar de la injusta caracterización que le endilgaron. Como no hay mal que dure 100 años, este relato antagónico tuvo crédito hasta el 21 de febrero de 2016. Si la caída del Muro de Berlín representó el fin de la guerra fría, el 21F representó el inicio de la caída del proyecto totalitario de Morales. Empate catastrófico y punto de bifurcación diría el aprendiz de Gramsci.
A partir de allí, el relato migró entre quienes defienden la causa democrática versus quienes quieren imponer el sindicalismo autoritario. Desde ese momento y por primera vez, a Morales le tocó actuar en el papel de villano. Por otro lado, Santa Cruz asumió el liderazgo de la Bolivia democrática y mediante manifestaciones, marchas y paros cívicos consiguió poner un punto aparte al proyecto totalitario de Morales. Actualmente, la lucha es entre quienes quieren vivir en democracia versus los que no están dispuestos a soltar el poder.
Por eso es que el masismo proyecta construir un relato que busca separar, desde lo ideológico, a Santa Cruz con el resto de Bolivia. Sabe que el Federalismo toca fibras sensibles en el país y que, apoyados en el aparato comunicacional del poder, pretenden disfrazar el discurso Federal, haciendo creer que Federalismo y Separatismo son sinónimos. Para cumplir con su objetivo, el MAS necesita hacer eco, amplificar y sobre todo distorsionar la causa Federal. No es casual que a los días de haber sacado a flote el tema Federal, el ex presidente hubiera dicho “Detrás de la autonomía estaba la independencia, pienso que ahora están manejando el Federalismo, quien sabe si detrás de eso está el separatismo”.
El objetivo del MAS es separar, desde el discurso, a Santa Cruz con el resto del país, retomar el relato del separatismo vs la unidad nacional y de esta manera neutralizar al bastión de la oposición democrática. Hay que estar atentos.
*La opinión expresada en este artículo es responsabilidad exclusiva del autor y no representa necesariamente la posición oficial de Publico.bo