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Números gigantescos plasmados en vallas en todas las ciudades del país con el uso de la figura del Presidente del Estado al lado de un número mentiroso utilizado para engañar a la población. Nueve punto cuatro por ciento de crecimiento económico. “¡Qué poquito nos faltó para el diez!” vocifera en la calle un adepto del Movimiento al Socialismo. Y luego viene un aluvión de alabanzas al modelo social, comunitario y productivo que nadie entiende de qué se trata, porque su principal sustento es la liquidez que genere el encubrir actividades ilegales. Más terrible aún es el daño que producen a la conciencia ciudadana, engañando con una cifra que incluso al más precavido puede encontrar indefenso.
Como todo porcentaje, el crecimiento de un periodo contra otro depende tanto de lo que se hace en el último periodo, como de lo que fue el periodo contra el cual se compara. Y claro, los números indican un crecimiento de 9,4% comparado contra un periodo en el que se perdió -12.6%. Claro, fue el inicio de la pandemia de COVID19 que generó un freno en la economía global. Entonces, para la matemática acumulada, si comparamos el famoso 9,4% contra el mismo periodo, pero del año 2019 veremos que la economía en 2 periodos en los que gobernó el Movimiento al Socialismo decreció en -3,2%. Más terrible aún es mirar los números de Bolivia desde el 2014 a la fecha, de esos cuales se echan flores muchos de los miembros del partido de gobierno, y es que claro, muy pocos hablan de la desaceleración económica que vive Bolivia hace 7 años, muchos menos de la recesión en muchos sectores de la economía. Una “inflación controlada” dicen, pero en realidad cualquier economista de segundo año sabe que la falta de inflación es una señal clarísima de que la economía no está creciendo. Ni siquiera vale la pena hablar del tipo de cambio y la pérdida de competitividad regional y global, pero si del déficit fiscal año tras año mostrando a un país que gasta más de lo que ingresa y que, como cualquier organización que vive de prestado, en algún punto explotará.
Lo terrible, sin embargo, está en el manipuleo intencional de las cifras en la búsqueda de propaganda política. Cifras que cuando se requieren para hacer campaña aparecen rápidamente, pero que, cuando no son favorables o no son relevantes para el partido de turno, desaparecen. ¿Cuál es la tasa de desempleo en Bolivia después de la pandemia? ¿Cuántas empresas cerraron a causa de la pandemia? Nadie lo sabe. La información estadística de un país no solo es información importante para los empresarios, para los ejecutivos y para los políticos, sino que también para los estudiantes y los académicos que desean investigar sobre lo que sucede en su país con base en ciencia y en verdades fácticas, pero en Bolivia no existe información.
No existe peor ciego que el que no quiere ver. Ese es el pecado del boliviano que se niega a enfrentar su realidad, a estudiar sus números, a reclamar por una oficina de Estadística acorde a los tiempos que corren con acceso público y en línea a todas las estadísticas del país con un nivel de actualización de semanas, no años como sucede hoy. En nuestra Bolivia, seguimos trabajando con un Censo de más de una década con información incompleta y el resto de las informaciones se actualizan cada muerte de obispo. Por suerte, dirán algunos, tenemos las estadísticas de los organismos internacionales, pero estas no dejan de ser aproximaciones. Vivimos en un país que es un avión que se maneja sin tablero de control y solo porque el piloto necesita levantar su imagen y vio un pequeño espacio de cielo azul en medio del nubarrón y dijo que había que sacarle una foto a ese espacio, recortarlo y hacerlo ver grande y bonito. Pero todos sabemos que el cielo está gris y que la tormenta es cada día más inminente.
¿Qué nos queda? Seguir estudiando, seguir reclamando por estadísticas, pero por sobre todas las cosas, seguir buscando en la sonrisa de la gente una señal de que las cosas comienzan a estar un poco mejor, fruto del esfuerzo del día a día. Nos queda seguir pidiendo que los gobernantes de turno nos dejen trabajar, porque de su apoyo poco se puede esperar. Ellos solo velan por sus propios intereses.
*La opinión expresada en este artículo es responsabilidad exclusiva del autor y no representa necesariamente la posición oficial de Publico.bo