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¿Se debe negociar con el autoritarismo?

Diego Aguilera

Abogado y Docente Universitario

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Si en política democracia y autoritarismo son antónimos, el autoritarismo democrático es un oximorón. Aunque en algunos países latinoamericanos pareciera la regla. Gobiernos que llegan al poder gracias al voto, pero gobiernan de botas. ¿Qué debe hacer entonces la oposición democrática, aquella que defiende la libertad de expresión, de asociación, de pensamiento, ante estos gobiernos autoritarios? Si la esencia de la democracia es negociar entre grupos con diferentes intereses ¿Es posible negociar con autoritarios? ¿Cómo se combate el autoritarismo?

Por lo general, en la oposición a los gobiernos autoritarios aparecen dos corrientes, los que mantienen una línea dura y los que son más proclives a negociar ¿Cuál es la mejor receta? ¿Se puede vivir en democracia sin negociar entre las distintas fracciones? Hay una frase que dice que la política es la continuación de la guerra por otros medios. En la guerra se impone el más fuerte, en política (cuando hay equilibrio) se llega a consensos.

Esto es lo que yo creo: no se deben negociar los principios, no se negocian las convicciones y sobre todo no se deben negociar intereses personales en representación de intereses colectivos.  Defender la libertad de pensamiento, la libertad de discernir son cuestiones innegociables frente a los autoritarismos. Tiene que haber firmeza al momento de defender convicciones y principios. El resto de los temas pueden estar sujetos de negociación, por ejemplo la participación del Estado en la economía o la forma como se estructura el Estado. El objetivo es alcanzar acuerdos que se transformen en políticas públicas en beneficio de la población. 

Pero para negociar, primero tienen que haber un equilibrio de fuerzas, sino no hay negociación, pues sencillamente el mas poderoso impone su voluntad. Prestarse a negociar en condiciones desiguales es ser cómplice de los autoritarios. Cuando las fuerzas son asimétricas se debe primero procurar nivelar la balanza. 

En democracia, el origen y la legitimidad del poder es el voto popular. En el autoritarismo democrático el poder del voto es reforzado con el uso y abuso arbitrario del órgano judicial. Se utiliza a los jueces y fiscales para perseguir a opositores. Lawfare en estado puro. Al final de cuentas, es más fácil negociar si tenes la ventaja de disponer sobre la libertad de tu contraparte.

Volvamos al equilibrio de fuerzas, si en democracia el origen del poder es el voto popular, para nivelar se necesita primero reacomodar las fuerzas democráticas representadas el órgano legislativo. Para ello hay que conquistar a quienes votan. Un ejemplo concreto, es que en la gestión pasada un gobierno autoritario tenía el control del órgano legislativo, no tenía necesidad de negociar. Imponía su rodillo. En ese periodo, la oposición democrática, tanto la ciudadanía como los partidos, conscientes que no tenían oportunidad de llegar a consensos con los autoritarios, dirigieron sus acciones a denunciar el abuso de poder y convencer a que los votantes migren su voto. 

Gracias al poder el voto, las cámaras se han reconfigurado y ese mismo gobierno, por más ínfulas autoritarias que tenga tiene hoy la obligación de negociar con la oposición, por ejemplo, para aprobar los juicios de responsabilidades.

Caprichos del destino, ahora tiene también la obligación de negociar la reconfiguración del órgano judicial, ese mismo que le servía al gobierno autoritario para hacer sentir su poder. Para elegir al Fiscal General y pre seleccionar a los altos cargos de los tribunales de justicia, los autoritarios necesitan una parte de los votos de la oposición. No es todavía una negociación equilibrada, porque una parte cuenta con más votos que la otra, por eso pienso que los que están en una situación de desventaja deben pensar primero en nivelar la balanza, apoyándose en elementos externos que les permita tener una capacidad real de negociación.

Por ejemplo, pueden dirigir sus acciones a generar una participación activa de la ciudadanía. Si la población asume la importancia de tener un Órgano Judicial independiente, la mirada vigilante de los ciudadanos puede resultar un factor de presión al momento de que el órgano legislativo preseleccione a los candidatos. No es fácil negociar bajo presión.

En conclusión, no hay que tener temor a negociar, se debe ser firme al momento de defender los principios y las convicciones. Reconocerse en desventaja, es el primer paso para trazar una estrategia que permita entablar una negociación en la cual todos los bolivianos salgamos victoriosos.

*La opinión expresada en este artículo es responsabilidad exclusiva del autor y no representa necesariamente la posición oficial de Publico.bo


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Diego Aguilera

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