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Hacia una política de metas de inflación

Juan Antonio Morales

Economista, profesor emérito de la Universidad Católica Boliviana

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El informe técnico (staff report) del 27-05-2021 que subyace en la revisión del Artículo 4 del FMI para este año 2021 recomienda, en varias partes comenzando en la página 5, una transición gradual de la política monetaria actual a un marco de metas de inflación. Las metas de inflación, como marco de política monetaria, comenzaron a ser empleadas por los países industrializados a principios de la década de los años noventa del siglo pasado. Muchos países de la región (Chile, Perú, Colombia, Brasil, Paraguay y México) la han adoptado exitosamente. La Argentina también la asumió, algo tardíamente,  pero allá fracasó por sus  debilidades fiscales. 

La política de metas de inflación en una versión más simplista sería simplemente la de fijar una meta numérica para el incremento de precios. Pero se entiende como marco de metas de inflación a un conjunto amplio y bien especificado de medidas. La corona de este conjunto es la primacía dada a la estabilidad de precios.  En la práctica, estabilidad de precios quiere decir inflación baja La inflación adoptada como meta es generalmente la de una variación controlada del Índice de Precios al Consumidor (IPC). En algunos casos, es la inflación subyacente, es decir la inflación del IPC expurgada de sus componentes más volátiles. 

Se anuncia al público un valor numérico para la inflación, a veces un rango de valores, a alcanzar en un horizonte mediano plazo. La definición de qué es un horizonte de mediano plazo es variable. Los países en desarrollo prefieren un horizonte amplio.

La política ha evolucionado hacia  metas de inflación flexibles (MIF), que toma también en cuenta, junto con el control de la inflación, a  la brecha del PIB con relación al PIB de pleno empleo y la  estabilidad financiera. Para nuestros países, por su extendido sector informal,  la definición del PIB de pleno no es trivial; tampoco lo es la de estabilidad financiera aunque por razones diferentes a los de la brecha del PIB. 

Se abandona la fijación de metas para el tipo de cambio y para los agregados monetarios. En especial el tipo de cambio deja de ser fijo y se lo reemplaza con un sistema de tipos de cambio flexibles administrados. La mayor dificultad puede provenir de la flexibilización cambiaria, pero si se logra el objetivo primario de controlar los movimientos del IPC, ella será menos problemática

La independencia del banco central es un componente crucial. Debe poder contar, por lo menos, con completa libertad en el uso de sus instrumentos. Las proyecciones de inflación en su trayectoria hacia la inflación meta, constituyen metas intermediarias que permiten adoptar oportunamente medidas correctivas cuando hay desviaciones significativas con relación a la inflación anunciada. Dados los mandatos de reducir la brecha del PIB y  de estabilidad financiera, también se analizan y se corrigen gradualmente las desviaciones que pudiesen aparecer con relación al nivel de actividad deseable, a los precios de los activos y a variaciones fuertes o bruscas del tipo de cambio.

Las tasas de interés de corto plazo son las metas operacionales de la política monetaria. Para alcanzar esas metas operacionales los bancos centrales usan como principal instrumento su tasa de interés de política, que generalmente es una tasa de interés de corto plazo. En la política de MIF los bancos centrales fijan a menudo su tasa de interés de política siguiendo la llamada regla de Taylor, que toma en cuenta las desviaciones de la tasa de inflación con relación a la inflación meta y la brecha del PIB. 

La política monetaria tiene una alta transparencia y la comunicación con el sistema financiero y con el público en general es crucial. El logro de las metas depende fuertemente de las expectativas y el anclaje de ellas. Los Informes de Política Monetaria señalando los logros y desvíos de las metas son sustanciales.

Una condición importante para el éxito de una política de MIF es la de la atenuación de la dominancia fiscal. Con los actuales niveles de crédito del BCB al SPNF sería imprudente embarcarse en MIF y se debe corregir gradualmente esa  situación.  En la transición hacia la MFI también se necesitará contar con  suficientes reservas internacionales.

*La opinión expresada en este artículo es responsabilidad exclusiva del autor y no representa necesariamente la posición oficial de Publico.bo


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Juan Antonio Morales

Economista, profesor emérito de la Universidad Católica Boliviana

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