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La inflación internacional y la economía boliviana

Juan Antonio Morales

Economista, profesor emérito de la Universidad Católica Boliviana

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La inflación internacional, que estuvo dormida durante más de cuatro décadas, se despertó el primer trimestre del 2021. Tanto en los Estados Unidos como en Europa la inflación ya era alta antes de la invasión rusa a Ucrania, pero ese conflicto le ha dado un impulso adicional. Es así que la inflación anualizada del mes de abril de 2022 llegó a 8.3% en los Estados Unidos y a 7.5% en la Eurozona.

En los Estados Unidos confluyen factores de demanda, por la gran expansión fiscal y monetaria para salir de la recesión originada por el COVID-19, y factores de oferta por los cuellos de botella engendrados por la pandemia mencionada y por las sanciones a Rusia. En la Eurozona, hay una inflación de costos, por la subida espectacular de los precios de la energía y de los alimentos, agravada por el conflicto Rusia-Ucrania. Las restricciones en la China para combatir la pandemia del COVID-19 están también teniendo efecto en los precios, porque angostan aun más los cuellos de botella de la oferta.

Los aumentos de precios en los países de economía avanzada han conducido también a incrementos de precios en la región. La inflación de abril 2022 fue de 12.5% en el Brasil, 10.5% en Chile, 9.2% en Colombia y 8.0% en el Perú. Las altas inflaciones de la Argentina y Venezuela, tienen causas que les son idiosincráticas.

Rusia y Ucrania proveían un 27% de la oferta mundial de cereales. Interrupciones de esta oferta han producido una fuerte alza en el precio internacional de trigo, que aumentó en el último año de USD 280.95 por TM a USD 495.28. El precio del maíz, otro cereal importante, pasó en el mismo periodo de USD 268.23 por TM a USD 348.17.

Materias primas de exportación de interés para Bolivia, como los metales, la urea y la soya, están también con precios muy altos. Mis estimaciones del mes de marzo dan un incremento en las exportaciones de USD 1089 millones. La balanza comercial favorable fortalecería, en principio, nuestras reservas internacionales (RIN), lo que no ha estado sucediendo.

Si efectivamente se fortalecen las RIN, el peligro inflacionario puede difuminarse. Según el Economist Intelligence Unit (EIU, 2022) los precios de commodities le permitirán al gobierno soslayar los difíciles correctivos fiscales y de tipo de cambio necesarios para evitar una crisis de balanza de pagos. Le será también más fácil contener la inflación con subsidios temporales. Creemos que la hipótesis subyacente en el diagnóstico del EIU es que tenemos suficiente gas para la exportación, lo que es dudoso.

La subida del precio del petróleo es una bendición mixta, porque hará necesario un subsidio adicional para el mercado interno de más de 880 millones de USD. Por otra parte, los altos precios internacionales de los alimentos, tendrán repercusiones en la inflación nacional o, alternativamente, obligarán a incrementar los subsidios fiscales. Recuérdese la inflación de 2007-2008, que surgió por el lado de los alimentos. Hay una alta correlación (55%) entre la inflación internacional de alimentos, desfasada de un año, y nuestro Índice de Precios al Consumidor (IPC). Casi todos los alimentos no perecederos son transables en el comercio exterior, y sus precios internacionales incidirán en los nuestros, salvo que las monedas de nuestros socios comerciales se depreciaran. El país ha estado hasta ahora con una inflación muy baja, 0.83 a 12 meses y 2.8% la acumulada anualizada, pero el riesgo de un salto en precios no ha desaparecido.

El BCB se ha quedado sin instrumentos de política monetaria, salvo tal vez el de restringir su crédito al sector público.  No maneja ni el tipo de cambio ni las tasas de interés.  La falta de instrumentos monetarios hace que el gobierno esté recurriendo a medidas administrativas. Entre ellas está el aumento de los subsidios, las limitaciones a las exportaciones (DS 4680), el manejo del limitado stock de EMAPA, junto con incentivos para la producción de trigo, así como amenazas a los productores de maíz (!).

Las medidas administrativas y los controles de precios distorsionan la asignación de recursos y son un incentivo al contrabando. Pueden también producir desabastecimientos.

*La opinión expresada en este artículo es responsabilidad exclusiva del autor y no representa necesariamente la posición oficial de Publico.bo


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Juan Antonio Morales

Economista, profesor emérito de la Universidad Católica Boliviana

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