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Las señales que requerimos

Pablo Mendieta Ossio

Economista en el campo de políticas públicas

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Hace dos semanas se llevaron a cabo las reuniones semestrales del Banco Mundial y del Fondo Monetario Internacional (FMI), donde se discuten los principales desafíos globales y regionales.

Una de las publicaciones emblemáticas del FMI es Perspectivas Económicas Mundiales (o WEO por sus iniciales en inglés), que señala tres preocupaciones: incertidumbre sanitaria, quiebres en las cadenas de suministros y mayor inflación.

¿Qué son? ¿Cómo pueden afectarnos? ¿Qué se debe hacer?

La primera, de carácter sanitario, responde a problemas que no han permitido que la pandemia retroceda más rápidamente.

En principio, en cada país o las personas son reacias a vacunarse o los Estados no tienen las capacidades (y las vacunas necesarias). De esa forma, las tasas de vacunaciones son variadas entre los países y eso hace que persista el virus, potenciado por sus mutaciones. Por eso se habla que la pandemia se transformará más bien en una endemia, que en términos sencillos parece que el “amigo covid” nos acompañará por más tiempo que el pensado.

En cuanto a lo segundo, las cadenas de suministro, es importante comprender a qué se refieren. En un mundo tan interconectado como el nuestro, la globalización es la regla y no la excepción, donde resalta la internacionalización de productos.

Este aspecto se refiere a que en los procesos productivos intervienen varios países. Un pantalón es elaborado en un país, con la tela importada de otro, el diseño de un tercer país e incluso la marca de un cuarto. Esto requiere un alto grado de coordinación que se ha construido a lo largo de varias décadas y que se ha afianzado con el avance tecnológico. Por ejemplo, a inicios de la pandemia hubo escasez de vestidos de novias en algunas partes de EEUU por falta de accesorios importados de China.

Con la irrupción de la pandemia, todas estas cadenas de suministro de bienes e insumos se han visto interrumpidas. No queda duda que en varios meses esto se normalizará, pero en el intertanto existen situaciones extrañas como la falta de contenedores en ciertos puntos de distribución, lo cual perjudica el comercio mundial.

Por esto, los fletes se han incrementado notoriamente en los últimos meses y hay escasez de algunos productos estratégicos, los cuales además han subido de costo.

En este contexto, el tercer aspecto de preocupación es que la masiva inyección de recursos en economías avanzadas mediante bonos a familias vulnerables y apoyos a empresas ha sido de tal magnitud que la demanda se ha recuperado más rápidamente que la oferta. Eso significa que hay más dinero persiguiendo pocos bienes.

La consecuencia natural al respecto es el alza de la inflación, lo cual ha hecho que poco a poco los bancos centrales comiencen a recoger el dinero distribuido mediante alzas de tasas de interés.

Sin embargo, el alza de precios internacionales genera problemas en países que no han terminado de aplicar sus políticas de reactivación o que lo han hecho de forma tenue: es difícil recoger el escaso dinero distribuido para mitigar la inflación porque la actividad aún no se ha recuperado y el desempleo o subempleo permanecen altos. Sin embargo, los precios de la canasta básica subirán y afectarán los presupuestos familiares, ya golpeados por la pandemia.

Es cierto que estos precios altos alientan la entrada de más recursos por la exportación de materias primas y alivian la necesidad de recursos. Pero, por otro lado, implican un importante desafío en cada país para controlar la inflación.

Algún momento se dijo que una crisis sin precedentes necesita medidas contundentes. En principio se pensó en apoyo a familias y empresas.

Pero actualmente hay otros aspectos menos notorios e importantes como la reactivación de las cadenas de suministro, la mayor vacunación y señales de control de inflación.

En un contexto tan incierto, se requieren señales de certeza en los ámbitos sanitario, logístico y de estabilidad macroeconómica.

Audacia y racionalidad: las medidas deben ser extraordinarias, pero no experimentales.

*La opinión expresada en este artículo es responsabilidad exclusiva del autor y no representa necesariamente la posición oficial de Publico.bo


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Pablo Mendieta Ossio

Economista en el campo de políticas públicas

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