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Ante la crisis desatada entre Ucrania y Rusia, la Unión Europea se encuentra en una encrucijada entre levantar los límites que tienen para importar granos OGM o desbloquear los límites máximos para el uso de fitosanitarios y aumentar la producción interna. Lo cierto es que esta situación pondrá a prueba si su política Farm to Fork dará resultado más adelante.
La semana pasada, España y Francia estaban pidiendo a las autoridades de la Unión Europea (UE) una exención a los productos agrícolas con trazas de herbicida para aumentar las existencias y buscar proveedores alternativos, principalmente de maíz, clave para la producción de alimento para animales de granja.
En contraste, la administradora delegada de Consorcios Agrícolas de Italia pedía al gobierno de su país estar atentos ante actitudes especulativas de quienes “pretenden enterrar la producción italiana”. El pedido era para que se encuentren las oportunidades dentro de Europa y se evite cualquier desregulación europea sobre los OGM, límites máximos de residuos o productos fitosanitarios que están prohibidos desde hace algunos años.
Antes de proceder, cabe recordar un punto que siempre es utilizado por ciertos grupos contrarios al desarrollo y uso de la biotecnología en el agro. Europa SÍ consume OGM y de hecho es una de las regiones que más importa. Su autoridad en inocuidad alimentaria, la EFSA, revisa y da las aprobaciones técnicas para su importación, uso como forraje y consumo por parte de humanos.
Los productos elaborados con OGM, sí tienen un etiquetado, pero en nada se parece al que Bolivia adoptó, basado en falsas pretensiones de querer hacer parecer que un OGM no es seguro. El etiquetado en Europa, consiste en aclarar en la lista de ingredientes que una lecitina de soya proviene de granos OGM, pero no hace uso innecesario de un triángulo amarillo.
Ahora bien, Italia hace estas declaraciones, casi a la par de que su nueva ley de agricultura orgánica fue aprobada. Sin embargo, este país solo tiene el 5% de su superficie habilitados para cultivo agrícola y depende de manera importante de los granos, cuyos precios se encuentran hoy en demanda por parte de casi todos los países en el mundo.
El sector avícola en España, más realista y con una región impedida de poder cultivar maíz por ciertas cuotas que fijan como UE, pide a su gobierno que desbloquee las importaciones de maíz (proveniente de Estados Unidos y Argentina). De hecho, el sector prevé que si el grano de maíz OGM a ser importado no tuviera aún autorización de la EFSA, esto no representaría un obstáculo ya que la reglamentación europea prevé excepciones y lo mismo con residuos de fitosanitarios en estos casos.
El conflicto bélico podría significar sacrificar las aspiraciones ecológicas de la UE para la agricultura, al menos en el mediano plazo. Actualmente la presidencia del Consejo de la UE está a cargo de Francia, que aprovecha para lanzar sus objetivos estratégicos para la agricultura indicando que Europa ya no debe depender de otros para alimentarse. Sin embargo, el discurso político no satisface a los agricultores, que de por sí ya ven con mucha dificultad poder llegar a implementar la estrategia Farm to Fork, por subirles los costos de producción (en pos del sueño verde).
Los que hemos seguido de cerca el fracaso de una agricultura “orgánica” por parte de Sri Lanka, estaremos también observando de cerca qué decide la UE y si sus políticos tienen una lectura real de su producción, considerando sus distintas regiones o si el actual esquema que maneja la UE, llega a poner en riesgo la seguridad alimentaria para los 450 millones de ciudadanos de esta región.
*La opinión expresada en este artículo es responsabilidad exclusiva del autor y no representa necesariamente la posición oficial de Publico.bo
