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El gabinete de Boric y el golpe de realismo

¿Hacia dónde se dirige el futuro gobierno? ¿Cuáles son los mensajes que envía el equipo conformado por Gabriel Boric? Son altas las expectativas y no pocas las tareas en un clima dominado por la nueva Constitución.

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Por: Jaime Abedrapo

 

¿Hacia dónde se dirige el futuro gobierno? ¿Cuáles son los mensajes que envía el equipo conformado por Gabriel Boric? Son altas las expectativas y no pocas las tareas en un clima dominado por la nueva Constitución.

Una vez designado el gabinete del presidente electo de Chile, Gabriel Boric, el pasado 21 de enero, es tiempo de interpretar hacia dónde se dirige el futuro gobierno que asume en marzo. Primeramente, debemos señalar que las expectativas respecto del futuro gobierno son altas entre la ciudadanía. Posiblemente, solo comparables con el gobierno del presidente Aylwin en el período el retorno a la democracia luego de 17 años de dictadura.

Una nueva comunicación

El gobierno de Boric representa una nueva comunicación política, una que lo muestra como líder más cercano y empático con la ciudadanía, a través de encuentros permanentes con personas que lo visitan en la Moneda Chica, lugar en el cual se gestó la negociación de su gabinete, ubicado en un lugar céntrico de la capital.

Esto ha estado en consonancia con el trabajo en redes sociales y medios de comunicación, en el que se ha presentado a su perro Brownie y se ha puesto en agenda los criterios del presidente electo y su pareja respecto a dónde situar su residencia en la capital, enfatizando que optarán por un lugar de clase media situado a distancia de los sectores acomodados.

Las profesiones de los ministros del gabinete de Gabriel Boric

Es definitiva, Boric representa una renovación generacional en sintonía con el cambio de época, que quedó de manifiesto en la puesta en escena sin corbata de su gabinete. Así se desprende de que, de los 24 ministros y ministras designadas, 14 son mujeres, más de 9 son personas nacidas en regiones y algunas pertenecen abiertamente a la comunidad de diversidad sexual, tales como la ministra del Deporte y el ministro de Educación.

Es decir, la diversidad y la inclusión han sido una lógica articuladora de la designación ministerial, lo cual también se ratifica en la reconfiguración del comité político, sacando al Ministerio de Desarrollo Social e ingresando el Ministerio de la Mujer y la Equidad de Género, encabezado por Antonia Orellana (32) del partido Convergencia Social, del Frente Amplio.

Nueva generación

Si observamos el comité político del gabinete es nítida la convocatoria a la nueva generación de la que hablamos, distante de la ex-Concertación y en la que se convoca a los amigos de lucha estudiantil para que tomen las decisiones políticas. La futura ministra del Interior, Izkia Siches (35), el secretario general de la Presidencia, Giorgio Jackson (34), y la vocera de gobierno, Camila Vallejos (33), representan la culminación de un proceso iniciado el 2011 con protestas estudiantiles. Luego de una década se reunirán a tomar las decisiones políticas en el propio seno del centro de gobierno.

Lo descrito es parte del florecimiento de una nueva elite que se abrió espacio desde la periferia del sistema político tradicional chileno. Desde la izquierda del espectro fueron mostrándose como una alternativa a la desgastada dirigencia de centroizquierda y centroderecha, con una crítica permanente al desacople de estos de la realidad ciudadana, a la corrupción y malas prácticas. Y, en especial, a los resultados de la transición a la democracia.

En efecto, fueron iracundos críticos del proceso pactado desde la década de los noventa del siglo XX y pusieron el énfasis en la desigualdad que exhiben las relaciones políticas, sociales y económicas en Chile, dando espacio a la gestación y conformación de los partidos del Frente Amplio. Estos hace aproximadamente un año decidieron unir fuerzas con el otro partido que sistemáticamente ha criticado el modelo de desarrollo chileno: el Partido Comunista. El PC, pese a haber sido parte de la Nueva Mayoría (segundo gobierno de Michelle Bachelet, 2014 -2018), se muestra en desacuerdo con el «neoliberalismo», lo cual permitió confluir los diagnósticos acerca de la realidad chilena con los jóvenes del Frente Amplio.

El golpe de realismo

Desde la metamorfosis del candidato Gabriel Boric en vista a la segunda vuelta presidencial, el presidente electo no ha dudado en evidenciar un giro hacia la gobernabilidad del país. Una de las mayores pruebas de aquello es la designación del ministro de Hacienda, el independiente prosocialista Mario Marcel, quien estaba en la presidencia del Banco Central en Chile y ha tenido una trayectoria relevante en el orden económico del país. Siempre cautelando la disciplina fiscal y la responsabilidad en la política cambiaria.

Además, ha sido públicamente contrario a los retiros de los fondos previsionales que el propio presidente electo apoyó en tiempos de pandemia, argumentando que esa política constituía una presión inflacionaria que terminaría afectando a los más vulnerables.

La ampliación de las fuerzas políticas en el gobierno buscaría encontrar un mayor apoyo en el Congreso para las transformaciones que el Ejecutivo impulse, tales como las anunciadas por el presidente electo en materia de recaudación tributaria, reforma al sistema de pensiones, creación de la empresa nacional del litio, entre otras.

Apruebo Dignidad

Recordemos que la coalición eje de gobierno de Apruebo Dignidad estaba compuesta por cinco partidos (Revolución Democrática, Convergencia Social, Comunes, Federación Regionalista Verde y Social, y Partido Comunista), fuerzas que no alcanzan el 25 % de los escaños en la Cámara de Diputados, situación que hacía inviable que los proyectos de ley enviados por el Ejecutivo lleguen a transformarse en ley de la República.

En ese escenario, Boric optó por ampliar la coalición a nueve partidos, sumando a los denominados socialismos democráticos que fueron parte de la ex Concertación (Partido Socialista, Partido por la Democracia, Partido Radical y Partido Liberal).

Al respecto, debemos advertir que la conformación del actual gobierno representa uno de los anhelos del autodenominado polo progresista del Partido Socialista y Por la Democracia, el cual era terminar con el eje histórico de conducción política del centroizquierda, es decir, el Partido Socialista y la Democracia Cristiana. Esta última ha quedado aislada de los bloques políticos, por lo que muy posiblemente la directiva electa el pasado 23 de enero deberá reimpulsar una política de alianzas, la que muy posiblemente intente una nueva negociación con el presidente Boric.

La izquierda en el gabinete de Gabriel Boric

Desde otra perspectiva en el análisis del gabinete, el Partido Socialista se ha transformado en el eje de la oficialidad, ya que cuenta con carteras tales como Cancillería, con la independiente prosocialista Antonia Urrejola; Defensa, con la socialista Maya Fernández (nieta del expresidente Salvador Allende); Vivienda, con el exsenador Carlos Montes; y el señalado Mario Marcel en Hacienda; es decir, en el seno del comité político.

Por cierto, Mario Marcel está siendo interpretado por el Partido Comunista y algunos dirigentes de los partidos del Frente Amplio como un agente que obstaculizará las transformaciones que compromete el programa de gobierno. Esta situación sin duda incomoda al PC, partido que debe adaptarse a una posición secundaria en el gabinete que posiblemente sea compensada con subsecretarías.

No obstante, la desazón de los comunistas es evidente entre sus dirigentes, lo que vaticina tensiones en la coalición de gobierno, y una suerte de doble justificación para que el PC mantenga su acción política principal sobre el Constituyente y los movimientos sociales.

El escenario descrito para la ampliación de la base de apoyo a su gobierno no se comprende únicamente por las presiones de la centroizquierda, en especial del Partido Socialista, en las negociaciones con el equipo del presidente electo, sino que debemos considerar que Boric ha leído atentamente lo que ha ocurrido con Podemos en España, lo cual pareciera ser una suerte de lección que le ha movido a evitar cometer los errores que ha consignado el propio dirigente Iñigo Errejón, quien es amigo de Gabriel Boric y públicamente le ha trasmitido la necesidad de respetar el Estado de derecho, y, sobre todo, ampliar la base de apoyo para realizar reformas graduales que eviten el desborde del proceso de transformación, que finalmente terminan siendo su desfonde político.

¿Un referente regional?

En tal sentido, el presidente Boric ha señalado su interés por pertenecer a la tradición democrática de los políticos chilenos que asumen idearios de cambios sociales graduales y realistas. Desde esta perspectiva, en una Latinoamérica sin timón, Boric se muestra para la izquierda como un referente en tiempos en que el chavismo de Venezuela se sigue descomponiendo y perdiendo seguidores. La Nicaragua de Ortega y la eterna Cuba son cada vez más percibidas como regímenes autoritarios entre las propias fuerzas de izquierda. Por su parte, Fernández en Argentina parece dirigirse al fracaso electoral. Castillo, en Perú, no ha generado alianzas que le permitan brindar alguna estabilidad y gobernabilidad. El caso de Lula en Brasil requeriría una columna especial, pero tampoco hay certidumbre respecto a si conseguirá estar de regreso en la presidencia.

En consecuencia, Boric es visto como una alternativa para la izquierda. Sin embargo, esta puede ser sólo una ilusión. El mandato aún no se inicia y la pugna entre las vertientes revolucionarias/refundacionales y las moderadas aún no se desata. Es un Chile en el que mayoritariamente se advierten muy altas (casi desmedidas) expectativas acerca de las trasformaciones que el presidente electo vaya a conseguir.

Es de buena crianza desear el éxito a todo presidente electo según las reglas de la democracia. Pero en un Chile que aspira a salir de una crisis institucional severa y con demandas crecientes de una ciudadanía empoderada y descreída de la dirigencia y los partidos tradicionales, el deseo de éxito va más allá.

De este proceso político que se inicia dependerá la sostenibilidad de los cimientos de nuestra nación en el futuro.

Jaime Abedrapo es Director de la Escuela de Gobierno de la Universidad San Sebastián, Chile. Doctor en Derecho Internacional y Relaciones Internacionales (Instituto Universitario Ortega y Gasset, España). Cientista político. Periodista

*Este artículo fue publicado originalmente en dialogopolitico.org el 25 de enero de 2022.

*La opinión expresada en este artículo es responsabilidad exclusiva del autor y no representa necesariamente la posición oficial de Publico.bo


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