Montaña rusa de la popularidad presidencial
Obligados a gestionar una coyuntura sin precedentes en el mundo moderno, los líderes políticos quedaron expuestos a una situación límite frente a sociedades que les demandan un doble objetivo difícil de alcanzar: protección sanitaria y estabilidad económica
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Por: Franco Delle Donne1
En su paper Subirse a la montaña rusa, publicado en la colección DP Enfoque de Diálogo Político, Daniela Barbieri, Javier Cachés y Augusto Reina analizan la popularidad presidencial durante la crisis de covid-19. Y responden a varios interrogantes: cómo reaccionó la ciudadanía ante la gestión de la mayor crisis sanitaria que ha conocido la humanidad y cómo se explican los ascensos y caídas de la popularidad de los presidentes y sus gobiernos.
Rally round the flag
En la literatura sobre comunicación política se ha desarrollado un concepto clave para entender el fenómeno de la volátil popularidad presidencial en tiempos de pandemia. Se conoce como rally round the flag. Como explican los autores de Subirse a la montaña rusa, se trata de determinados episodios críticos en la historia de un país que generan un realineamiento momentáneo de los respaldos detrás de quien gobierna. No funciona con cualquier crisis. No es lo mismo un escándalo, un accidente natural o una guerra. El efecto que describe se limita a eventos internacionales, específicos, dramáticos y delimitados, que involucran al presidente o a la nación. Ejemplos de esto son las intervenciones militares, los atentados terroristas o los accidentes naturales. El efecto ha sido verificado por diferentes investigaciones.
Uno de los momentos históricos más conocidos en el que surgió el efecto rally round the flag fue el protagonizado por George W. Bush. El presidente norteamericano transitaba su primera etapa en el gobierno sin grandes logros, hasta que ocurrió lo inesperado: el ataque contra las Torres Gemelas del 11 de septiembre de 2001. El atentado disparó la popularidad presidencial, que ascendió en poco tiempo del 51 al 90 %. Terminó consiguiendo la reelección aupado por las consecuencias de ese efecto.
Consecuencias
Hay dos elementos importantes remarcables de este efecto. En primer lugar, es de corto plazo. La evidencia demuestra que pierde su rastro a medida que pasa el tiempo. Como evento crítico, pone en pausa la división política, supone un aumento en la cobertura de noticias. Además produce una curiosidad creciente del público por las acciones del gobierno.
A esta etapa se la conoce como la primavera del suceso crítico, pero no dura mucho. El escrutinio tiende a revelar ciertas debilidades y a exponer ciertas deficiencias. La oposición comienza a cuestionar los pasos y las decisiones del gobierno. Finalmente comienza una caída general del entusiasmo, lo que conduce a una disminución de la atención pública y a una normalización del ciclo noticioso. Resumiendo: lo que el pueblo da, el pueblo quita.
La primavera de la pandemia
Los primeros que huyen de la unanimidad del rally round the flag son, obviamente, la oposición y los medios de comunicación, especialmente si son medios críticos con el gobierno de turno. Augusto Reina, politólogo, consultor político y presidente de la Asociación de Consultores y Consultoras de Argentina, explica esta situación en el contexto de la pandemia: «Lo que generó fue un realineamiento momentáneo de las principales fuerzas políticas, de la opinión pública e incluso de la prensa detrás de la figura presidencial. Lo que la pandemia hizo fue poner en pausa la polarización que tenían los diferentes países». A esa suerte de tregua debemos sumarle un aumento de la cobertura noticiosa sobre el tema. Reina sostiene que «el público visualizaba al gobierno como el actor que iba a proteger a la sociedad de la pandemia. Se generó un arco de solidaridad detrás de la figura presidencial».
El nivel de colaboración era tal que hasta la prensa compartió las mismas portadas llamando a la responsabilidad pública. Un hecho «inédito en el caso argentino», destaca Reina, coautor del manual de marketing y comunicación política Acciones para una buena comunicación de campañas electorales (Konrad Adenauer Stiftung, 2013).
El fin de la primavera
Este período tiene un límite. Augusto Reina manifiesta que el punto de inflexión se refleja en la pregunta «¿Son las acciones del gobierno las adecuadas para combatir la pandemia? En este punto es donde los caminos se empiezan a bifurcar. Es decir, la prensa y la oposición empezaron a ser un poco más duras y a fiscalizar con otra mirada lo que hacía el gobierno».
Se trata de un proceso, no de una situación que cambió de un día al otro. Y dicho proceso ha sido diferente en función de otro factor: el tratamiento que los gobiernos y las figuras presidenciales le han dado a la pandemia. «Hubo otros casos, como el del gobierno de Bolsonaro o el de Trump, que minimizaron la pandemia o no le dieron tanta importancia. Allí la prensa fue un organismo de control del presidente», sostiene Reina.
Esto pone de manifiesto la segunda condición que debe cumplirse para que aparezca el efecto rally round the flag: el incremento en la popularidad es condicional a la respuesta que el poder presidencial genera ante la crisis. La acción presidencial importa: las crisis pueden operar como mitos fundacionales de una gestión o ser el epílogo de un liderazgo.
Las matemáticas del efecto
Al fin y al cabo, estos cambios en los niveles de apoyo terminan por resolverse de manera lógica, casi matemática. Un presidente o presidenta normalmente es popular entre sus votantes o entre quienes simpatizan con su proyecto. Durante el efecto rally round the flag, el apoyo le llega también de otros segmentos de la población que no lo votaron en las elecciones. Lo apoyan por la situación de emergencia, pero también siguiendo el ejemplo de los partidos de la oposición, por los que votaron, y de la prensa. Cuando ese apoyo de la oposición y de la prensa empieza a erosionarse, los presidentes vuelven a la casilla de salida. A ser populares entre quienes simpatizan con ellos. Y ahí vuelven a regir las reglas de la política. De la comunicación política, diríamos. Los presidentes que aprovecharon la pandemia para —con sus medidas y sus mensajes— sumar a segmentos de población diferentes a los que los votaron, amortiguan esa caída en la popularidad que empieza a ocurrir tras la primera fase de la pandemia.
Tal como explica Reina, la pandemia desgasta en forma «constante y sistemática». Según el politólogo, esto se da independientemente de sus acciones, de la performance económica. «Es algo que hemos visto regularmente en la muestra del estudio. Desde mayo del año pasado en adelante, todos los gobiernos han visto caer su popularidad de forma constante. Con algunas excepciones. Pero la pandemia desgasta, de forma unívoca a todos los gobiernos. Lo hace con distintas intensidades, sí. Lo hace con distintas velocidades, también. En los casos en que las restricciones a la movilidad fueron muy altas y sostenidas en el tiempo, el impacto en la popularidad de los presidentes fue mayor».
Europa y América
En Europa, al disponer de más herramientas y recursos para compensar a los ciudadanos y a las empresas por el parón económico causado por las restricciones, este impacto ha sido algo menor que en América Latina. Ese modelo europeo de cierre con ayudas no pudo ser implantado en Latinoamérica por no disponer de las mismas capacidades económicas. Obviamente, en los países europeos donde se pusieron en marcha diferentes y cuantiosas políticas de gasto público para reducir las consecuencias de la pandemia en la economía de los hogares, hay menos razones para el enfado con el gobierno de turno.
Según Reina, la administración comunicacional de la propia pandemia ha sido un factor a tener en cuenta: «Con administración de la pandemia, nosotros vimos que hubo distintos caminos. Aquellos presidentes que se pusieron rápidamente enfrente de la pandemia y comunicaron de forma más optimista; otros de forma más pesimista; otros que subestimaron el rol de la pandemia, el impacto que iba a tener en el futuro; y otros que fueron muy claros en el mensaje respecto a lo largo que iba a ser la crisis de salud pública a nivel mundial. Esto fue el caso de Angela Merkel». Algunos gobiernos tuvieron la capacidad de proveer ciertas certezas en ese contexto de alta incertidumbre. Esto hizo que la palabra presidencial cobrara otro valor.
En el punto de mira de la oposición, los medios de comunicación y los ciudadanos y ciudadanas. Con la obligación de no fallar en un proceso de toma de decisiones en el que no hay posibilidad de prueba. Una parte demasiado alta de la población enfermando o falleciendo por el virus. Con la inmensa mayoría de la gente angustiada por la incertidumbre de enfermarse o de perder su modo de vida y su sustento. Las personas que presidían los gobiernos de los diferentes países se han enfrentado al mayor reto de sus vidas. Y lo han hecho mirándose las unas a las otras, tratando de aprender de lo que al resto le fallaba o de lo que se hacía acertadamente.
Todas tuvieron en común un tiempo de apoyo popular y alta popularidad, durante la primavera de la pandemia. Luego se rompieron algunos consensos, precarios y obligados por la gravedad del asunto, y volvió la disputa política a los lugares de siempre. La política saldrá tocada de la pandemia, a pesar del rally round the flag y de los espejismos de la subida de popularidad.
1Doctor en Comunicación Política por la Freie Universität Berlin. Especialista en política alemana. Fue asesor de comunicación en campañas electorales en Alemania y en el Parlamento de Berlín.
*Este artículo fue publicado originalmente en dialogopolitico.org el 17 de diciembre de 2021.
*La opinión expresada en este artículo es responsabilidad exclusiva del autor y no representa necesariamente la posición oficial de Publico.bo