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1879 Amarguras de Don Gabriel

Marcelo Añez Mayer

marczmay@gmail.com

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La foto fue tomada en Paris en 1881 por el mejor fotógrafo de la época, Walery, a un Gabriel René Moreno que en ese entonces tenía 45 años.

 

Quito, Ecuador, 1911. El diplomático e historiador boliviano Alberto Gutiérrez se  encuentra escribiendo el libro “La Guerra de 1879”, publicado por primera vez en 1912. Treinta años después de finalizada la Guerra del Pacífico el autor elabora su aporte para la mejor comprensión de suceso tan complejo. Un capítulo de su libro trata sobre las propuestas secretas que Chile hizo a Bolivia para traicionar al Perú. Propuestas que fueron presentadas por Gabriel René Moreno a Hilarión Daza en Tacna en mayo de 1879, y que desencadenaron un escándalo mayor cuando Daza las hizo públicas como muestra de la lealtad boliviana para con el Perú. Este episodio pasó a la historia oficial y perdura hasta hoy con el nombre de: “Bases Chilenas”.

Todavía escribiendo su libro, Alberto Gutiérrez, historiador serio, consulta por carta algunas cuestiones relativas a esas propuestas secretas chilenas al único protagonista vivo de ese episodio; Luis Salinas Vega, residente en Berlín en esos momentos. Gutiérrez considera a Salinas Vega un hombre inteligente, de mundo y bien relacionado. No duda de su palabra. La respuesta de Luis Salinas Vega es un valioso testimonio de lo acontecido.

Cuenta Luis Salinas Vega que en abril de 1879 él se hallaba viviendo en Chile y había decidido regresar a Bolivia cuando el ministro de relaciones exteriores de Chile, Domingo Santa María, le propone hacerle saber al presidente de Bolivia que Chile estaba interesado en “entenderse” con Bolivia. Lo que incluía entre otras cosas apoyar y permitir la ocupación boliviana de los territorios peruanos de Tacna y Arica a cambio de que Bolivia renunciase (traicionase) a la Confederación Perú-Boliviana.

A Salinas Vega esto no le parece mal, dado el enorme beneficio resultante para Bolivia de semejante acuerdo. Salinas Vega viaja a Tacna en donde en esos momentos se encontraba estacionado junto al grueso del ejército boliviano, el presidente y capitán general del ejército en campaña, Hilarión Daza, a quien Salinas Vega entrega verbalmente el mensaje de Chile. En esos momentos, siempre según Salinas Vega, cundía la decepción en el ejército boliviano recién llegado a Tacna respecto a la voluntad y capacidades militares del Perú. Daza  se muestra interesado. En esa reunión ambos llegan a la conclusión de que les haría falta un interlocutor serio, discreto y confiable con Chile para los próximos pasos que debían darse a espaldas de Perú en la construcción de tan delicado acuerdo. Salinas Vega sugiere el nombre de Gabriel René Moreno, por la excelente reputación que tenía Moreno en Chile y porque era amigo de casi todas las personas importantes que en ese momento estaban en el gobierno chileno. Hilarión Daza acepta.

Salinas Vega retorna a Santiago y da parte a Santa María. Luego aborda a Gabriel René Moreno y le plantea la cuestión. Moreno rechaza la oferta. Le parece indigna de un caballero por la traición que lleva implícita, porque cree que Perú y Bolivia vencerán a Chile y además porque tiene una pésima impresión de Hilarión Daza (“déspota, ignorante, arbitrario y mal intencionado”). Salinas Vega, mucho menor que Moreno y a quien mira con muchísimo respeto, no insiste directamente sino que opera a través de Daza. Dice que Hilarión Daza  invoca una muy importante y necesaria misión patriótica de parte de Moreno, que Daza está de acuerdo con las propuestas pero que es importante que parezca que es Chile quien busca el acuerdo. Para rematar, dice que Daza exime a Moreno de responsabilidad afirmando que era él, Daza y no Moreno, quien debía juzgar las ventajas y moralidad de las propuestas chilenas. Gabriel René Moreno acepta.

Por las famosas “Bases Chilenas”, Chile planteaba a Bolivia: el cese inmediato de hostilidades entre ambos países, el reconocimiento de propiedad en favor de Chile de los territorios en disputa comprendidos entre el paralelo 23 y 24, dinero, armas y todo el apoyo necesario para que Bolivia ocupe definitivamente los territorios peruanos de Tacna y Arica, y entre ambos derroten al Perú. Además, una vez terminada la guerra: la garantía de que la paz se firmaría entre las tres partes. Y luego, en caso de ser necesario a futuro, más apoyo chileno para defender los territorios ganados por Bolivia al Perú.

En pocos días los ánimos cambian en ambos países. Chile está a punto de lograr la supremacía naval; ya no cree necesitar de Bolivia. En el otro bando, convencido por las promesas del director supremo de la guerra, el presidente peruano Manuel Ignacio Prado, que viajará personalmente y comprará armas en Europa, Daza cree que los aliados pueden vencer a Chile. Ya no hay un interés real en lograr un acuerdo entre Chile y Bolivia. Pero eso no lo sabe Gabriel René Moreno. Año y medio después, ya en 1880, Luis Salinas Vega dirá de Hilarión Daza: “Su escaza ilustración y su limitada inteligencia no le permitían ver en el porvenir, y solo se cuidaba del presente”. Prado viaja en diciembre a Europa y es destituido de la presidencia del Perú.

Gabriel René Moreno  se reúne con Hilarión Daza en Tacna a fines de mayo o principios de junio de 1879. Encuentra a un Daza astuto y autoritario, que rechaza las propuestas de manera airada e histriónica con su ministro de relaciones exteriores, Serapio Reyes Ortiz, como público. A Moreno, que trajo el sí le toca llevar el no.

Moreno de vuelta en Santiago intuía que algo andaba mal. Se sentía desilusionado y abatido. Convencido de haber sido usado como un juguete en un enredo de intrigas. Resentido contra Santa María por maligno y contra Daza por falso.

No estaba errada la intuición de Moreno. Hilarión Daza entregó las “Bases Chilenas” a Perú como muestra de su lealtad hacia la Confederación Perú-Boliviana. Estalló entonces el escándalo. Moreno quedó como traidor y cayó en desgracia en Bolivia y en Perú también.

Conmocionado ante los ataques de la prensa peruana y boliviana, Moreno -orgulloso, sensible y herido- va a Sucre buscando reparación de su dignidad. Busca primero la absolución de una Junta de Notables. Luego de la Corte Suprema, que en agosto de 1880 falla en su favor estableciendo que la actuación de Moreno en todo ese enredo era indeclinable y que por tanto no podía atribuírsele “infidencia ni deslealtad”.

Después, prosigue Moreno con su cruzada restauradora de su honor personal, pidiendo al gobierno de Narciso Campero que se pronuncie sobre su caso. El gobierno accede: la resolución del gobierno de Campero de diciembre de 1880 declara, al igual que el fallo de la Corte Suprema, que no era justo atribuir a Gabriel René Moreno “infidencia ni deslealtad” para con Bolivia, pero terminaba -detalle muy importante- dejando abierta la posibilidad de hacer un “amplio esclarecimiento” del asunto una vez concluyese la guerra.

Es decir que lo resuelto tenía carácter provisorio, no definitivo. Lo que dejaba a Moreno vulnerable, en un terreno incierto y a merced de lo que (o quienes) pudiera venir más adelante. Esto desató la furia de Moreno, razón por la cuál en enero de 1881 publica el virulento folleto: “Daza y la Bases Chilenas” en el que se despacha con frases violentas y acusatorias en las que dice, por ejemplo, que si él fue traidor al menos fue traidor a secas, mientras que los demás fueron no sólo traidores sino también falsos y cobardes.

Pasó el tiempo.

A fines de 1893, después de haber vivido 14 años en Paris (sin que nadie sepa de qué) Hilarión Daza decide regresar a Bolivia. Se especula que se le acabó el dinero y vuelve con el pretexto de querer establecer la verdad histórica de los hechos. O agitar conspiraciones. Se alborota la política local y activa nuevas acusaciones contra Daza por traición a la patria, malversación de fondos y otras cosas innobles. Como si no hubiese sido suficiente, la acusación de traición a la patria se extiende también sobre Gabriel René Moreno y otros. Sin embargo, Hilarión Daza, recién llegado a Bolivia el 27 de febrero de 1894, es asesinado por la escolta enviada a Uyuni para protegerlo.

Todo el episodio de las Bases Chilenas agrió tanto la vida a Gabriel René Moreno que incluso lo menciona en su testamento al dejar su reloj de oro y otras joyas a su cuñada, Matilde Zilvetti, en señal de gratitud por los servicios y consuelos brindados en Potosí cuando fue perseguido como traidor a Bolivia debiendo huir por los tejados y permanecer escondido hasta que le fue posible escapar a la Argentina.

Gabriel René Moreno murió en abril de 1908 en Santiago de Chile a los 71 años. Poco antes de morir, en  1907, recibió la visita de un estudiante de medicina en Chile llamado Jaime Mendoza, quien describe a Moreno como un señor de avanzada edad, de largos bigotes grises, con una mirada dura que parecía leer el fondo del alma. El visitante escuchó a un Moreno amargado con Bolivia y sus gentes, que reflexionaba sobre el hecho de que donde menos se lo leía era en justamente en Bolivia, para concluir en que a veces vale más escribir para uno mismo que para los demás.

*La opinión expresada en este artículo es responsabilidad exclusiva del autor y no representa necesariamente la posición oficial de Publico.bo


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Marcelo Añez Mayer

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