Opinión

La Policía que tenemos

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El Ministro de Gobierno ha pedido que la Policía sea aplaudida por la recaptura de un peligroso reo brasileño y la detención de sus cómplices extranjeros y bolivianos, el mismo día en que se produjo la fuga sangrienta en el complejo de hospitales públicos de La Paz. Es hora, según la autoridad, de que la sociedad felicite a la institución encargada de la seguridad de los bolivianos.

Lo hizo convencido de que era la gran oportunidad para reivindicar a la Policía, la misma que semanas antes reprimió violentamente las protestas en Santa Cruz, tras el encarcelamiento del Gobernador del departamento, la misma que ha permitido que los vándalos del masismo ataquen las movilizaciones ciudadanas opositoras en la capital cruceña y en otras ciudades.

Es una institución que con seguridad cuenta con policías meritorios, pero deja actuar a grupos delincuenciales, avasalladores encapuchados y mafias de narcotraficantes. Es la institución inflexible con los presos políticos en los recintos penitenciarios y permisiva con peligrosos delincuentes como el brasileño que se fugó en dos ocasiones en los últimos siete meses, una en Santa Cruz y otra en La Paz.

Es incomprensible que la principal autoridad de Chonchocoro, a la que pomposamente se la califica como la cárcel de máxima seguridad del país, sea un jefe policial con el grado de mayor. ¿La Policía no tiene tenientes coroneles o coroneles para semejante responsabilidad? Por supuesto que los tiene, pero están destinados a tareas más lucrativas o sirviendo a los intereses de los poderosos de turno.

Un coronel y un general que no egresaron de la Academia de Policías fueron nombrados como comandantes de la institución en 2012 y 2015. Sus méritos. Haber dirigido y participado en la represión a los indígenas que marcharon en defensa del Tipnis y haber sido pieza clave en la investigación de un supuesto hijo de Evo Morales con Gabriela Zapata y los millonarios contratos con la empresa china CAMC.

A Víctor Maldonado y Édgar Téllez les fue suficiente haber hecho el trabajo sucio en la represión de Chaparina y en el escandaloso caso Zapata para que el régimen de Evo Morales los ponga como los número uno de la Policía. La institucionalidad iba en retroceso, mientras la partidización y la ideologización de la Policía avanzaba viento en popa.

Uno de los primeros pasos en la lógica de la sumisión absoluta fue dado en 2010. Quien se calificó como primer comandante de extracción aymara, el ahora exgeneral Óscar Nina, canalizó la imposición para que la wiphala sea insignia en los uniformes y sus camaradas griten a todo pulmón la consigna izquierdista “¡Patria o muerte, venceremos!”.

La Policía fue convertida en el patio trasero del masismo. Ha sido y es utilizada para la represión de la sociedad, la persecución de líderes partidarios y dirigentes sociales, la protección de actividades ilícitas y el control de autoridades del gobierno que intentan hacer negocios propios.

¿Qué cambió en la actual administración? Es verdad que ya no se grita la consigna izquierdista, pero se modificaron ciertas normas y ahora un civil, el Ministro de Gobierno, encabeza el Alto Mando de la Policía. El sometimiento dio el paso que faltaba y, por ello, cuando el ministro pide que se felicite a la institución por la recaptura, en el fondo busca que el congratulado sea él.

Parece que a los generales y coroneles no les incomoda la situación porque, ante cualquier proceso penal o disciplinario, podrán argumentar que estaban cumpliendo órdenes de quien realmente manda en su institución. Los méritos, los puntajes, los conocimientos… valen casi nada en una fuerza cuyos miembros del nivel cupular se aseguran ascensos y generalatos haciendo trabajos sucios para el poder.

El actual Comandante de Cochabamba llevó policías a Santa Cruz para acciones de represión y el Director Nacional de la Fuerza Especial de Lucha Contra la Violencia anunció una demanda penal contra los abogados de Luis Fernando Camacho y Fátima Jordán, luego de que esa unidad rechazara una denuncia de violación de los derechos de la esposa del gobernador opositor con la instalación de una cámara espía en la celda de su marido en Chonchocoro.

¿Será que están acumulando razones para que se les otorgue la estrella dorada en los próximos ascensos?

La dependencia política ha llegado a niveles indignos. El excomandante general Abel de la Barra participó en una concentración política del oficialismo llevando los colores del MAS y su sucesor, el fallecido general Faustino Mendoza, le ofreció a Morales el voto de 37.000 policías, a cambio de que extienda el mando de los comandantes generales de uno a dos años.

Cuando el Ministro de Gobierno pide que la sociedad felicite a la Policía, sería bueno que no olvide que la Policía que tenemos los bolivianos es una institución sometida, partidizada, envilecida y desacreditada por los intereses políticos de los gobernantes de turno.

 


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