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Caso Marset: Cada vez hay más mafiosos en el mundo digital

Javier Medrano

Licenciado en periodismo y Ciencias Políticas de la Universidad Gabriela Mistral de Santiago, Chile.

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Los mafiosos, por lo menos esa era la lógica de antaño, se ocultaban. Se escondían. Hacían y planificaban sus fechorías bajo el manto de la oscuridad.  Y es lógico. Ningún ladronzuelo busca estar en las portadas de los medios, bajo el escrutinio de todos.  A ningún pandillero, en su sano juicio, le gustaría que su rostro figure por todos lados y sea blanco de ataques o persecuciones.

Cada vez hay más mafiosos en el mundo digital. Y es lógico porque son millenial. Son Centenial. Está en su ADN, en su sangre las redes sociales. En Italia, se ha publicado el primer informe sobre la presencia del crimen organizado en redes sociales, como Facebook, Instagram y Tik Tok. La investigación de la fundación Magna Grecia titulada “Las Mafias en la Era Digital” constata que se ha llegado a la cuarta generación de mafiosos que usan estas herramientas. Hoy, dice el informe, las mafias utilizan las redes para ostentar riqueza, amenazar a sus enemigos, comunicarse entre ellos y también para reclutar nuevos adeptos o medir el consenso.

La cuarta generación coincide con la creación de la plataforma Tik Tok que, después de un período de transición con Instagram, les ha permitido dar una nueva imagen de la mafia. Tik Tok sería como el súmmum de la auto celebración mafiosa.

A medida que las tecnologías avanzaron, los gánsteres empezaron a ser cada vez más figuretis. A ser visibles.  A ser reconocidos por el vulgo. A ser respetados y hasta incluso admirados. Pero, así y todo, los mafiosos no buscaban prensa de manera voluntaria o proactivamente. Todo lo contrario. Renegaban y amedrentaban a los periodistas por publicar sus fotografías y dejar en evidencia sus negocios torcidos. Incluso asesinaban a los periodistas que publicaban fotografías de las bandas delincuenciales.

México es uno de los países más violentos en contra del periodismo. Más de un centenar de reporteros y fotógrafos ha sido incluidos en las listas de los maleantes y fueron selectivamente asesinados. Sólo por el simple hecho de publicar un nombre o el apodo del criminal. El Chapo Guzmán, rompió esta regla de oro de mantenerse oculto cuando aceptó una entrevista con Kate Del Castillo y el actor Sean Penn para la revista Rolling Stone. Después de esa tapa de la revista, sus días de libertad se acabaron.

Durante los ochenta y noventa, la televisión amplificó el rostro de los delincuentes. Los masificó. De hecho, fue la década más violenta de Estados Unidos. Como nunca en la historia de ese país, hubo tanto asesino serial prolífico. Y en noticieros salieron los rostros de estos seres malignos. Pero ninguno de ellos buscó cámaras. Visibilidad. Reconocimiento público.

Todo se complicó con la llegada de las redes sociales y los mafiosos vieron una oportunidad para ampliar sus redes, sus tentáculos; hacer crecer sus negocios ilícitos, potenciar sus comunicaciones con sus consumidores. Atacar a su competencia y entre mafiosos librar una suerte de guerra digital.

Después de «El Padrino» y de «Los Soprano», estamos acostumbrados a que las familias mafiosas sicilianas vivan con absoluto secretismo y discreción. No en vano, Tony Soprano (el personaje principal de la serie) recogía basura como tapadera para dedicarse a lo que se dedican las mafias. Sin embargo, hasta las familias más poderosas de Sicilia, Italia sucumbieron a las redes sociales. Facebook, Twitter o Instagram se han convertido en herramientas de trabajo, y lugar donde alardear del tren de vida de los clanes.

El efecto red fue y es algo realmente inédito y transformador. Facebook, primero, y después WhatsApp y Telegram se convirtieron en las armas más cotizadas para el beneficio de los maleantes. Incluso, crearon sus perfiles en las redes. Empezaron a difundir sus negocios, sus dineros mal habidos, sus mansiones, sus coches de lujo, sus relojes de oro, su vida endiosada.

Se abrió una red amplísima de trata de personas, de venta de armas, de venta de narcóticos. De promoción de productos ilegales, pornografía infantil y todos los negocios ilegales iniciaron un agresivo uso de las redes sociales. Hoy se puede encontrar lo que sea en las plataformas digitales.

El diario italiano « L’Espresso » ha localizado la cuenta de Facebook de Domenico Palazzotto (29 años). A juzgar por sus fotos, se trataría simplemente de un joven siciliano disfrutando de sus vacaciones. Pero Domenico es más que eso. Palazzotto era el líder, junto con su primo Gregorio, de Arenella; miembro de la Cosa Nostra , y uno de los mafiosos con más posibilidades de convertirse en un capo. Todo iba bien hasta que los carabinieri le detuvieron a principios de verano en una redada contra la droga. Él y 94 mafiosos más al descubierto. Todo por publicar sus fotos de vacaciones en Facebook

Pero entonces, cómo se explica esta estupidez del mafioso de brillar en las redes sociales, a sabiendas que le traerá problemas para su persona y para su negocio ilegal. Cómo se entiende al narcotraficante y mediático Sebastián Marset que publica videos en TikTok y tiene una comunidad social y abierta en las redes y creer que no le acarreará problemas. Ya no hay forma de que se esconda por más tiempo. Todo el mundo conoce su rostro, su voz, el de su esposa y, hasta el de sus hijos. Marset ya está encarcelado en las redes sociales. Ya es un prisionero.

*La opinión expresada en este artículo es responsabilidad exclusiva del autor y no representa necesariamente la posición oficial de Publico.bo


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Javier Medrano

Licenciado en periodismo y Ciencias Políticas de la Universidad Gabriela Mistral de Santiago, Chile.

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